Divaneos

Ser feliz siendo un mediano

No destacar en ninguna habilidad puede ser positivo

José Luis Salinas

José Luis Salinas

A continuación va un ejercicio de introspección y un poco de abrirse así en canal. Los hay que no destacamos en nada especial. Ni somos los más hábiles haciendo estas columnillas (por ser benevolente con uno mismo); tampoco estamos entre los más altos, ni entre los más bajos; no somos ni los más guapos, ni los más feos (aunque esto último pueda ser discutible); no somos los más listos, ni los más tontos (discutible también): ni los más hábiles en casi nada. Vamos, que somos seres promedio que no destacan por nada en la vida más que por habitar un mundo hostil en el que destacan los extremos. Los que sobresalen por algo. Es decir, que penaliza a los que somos normalillos, a los que estamos en la media. A los que somos una medianía. Pero es que en esa media estamos la gran mayoría, no nos engañemos. Sus madres les mintieron, no son los más guapos del mundo. Decepcionante, lo sé. Lo siento. Pero se puede ser feliz siendo un mediano.

La diversidad es una característica fundamental de la sociedad y la especie humana. Todos somos diferentes en habilidades, personalidad, intereses y experiencias. Desde este punto de vista, estar en la media es simplemente un punto de referencia estadístico que representa el valor central en una distribución, pero que no define la valía de una persona.

No estar obsesionado con ser excepcional en todo puede aliviar la presión y el estrés porque la búsqueda constante de la perfección puede ser agotadora y afectar negativamente a la salud mental. Las personas promedio suelen desempeñar roles esenciales dentro de la sociedad. Son los que ocupan la mayoría de los trabajos y funciones de día a día. Y, más importante aún, estar en la media no significa que no se pueda mejorar. Todo el mundo tiene potencial de aprender y crecer. Mucho más importante todavía, la felicidad y el bienestar no están necesariamente vinculados a la excelencia en todas las áreas de la vida. Las relaciones sociales, la satisfacción personal y otros aspectos de la vida pueden ser mucho más importantes para lograr la felicidad que ser "excepcional".

La investigadora y reconocida autora en el campo de la vulnerabilidad y la autoaceptación, Brené Brown, publicó un libro llamado "Los regalos de la imperfección" en el que explora la importancia de abrazar nuestras fallas en lugar de luchar por cumplir con las expectativas externas. En lugar de luchar contra la presión social. ¿Cómo se consigue eso? Hay una serie de claves. La palabra principal es cultivar. Cultivar la autenticidad; la autoaceptación; la autocompasión; una vida más conectada –pero de forma genuina–; la gratitud; la intuición; la creatividad; el juego y el descanso.

El libro ofrece una perspectiva inspiradora sobre cómo abrazar nuestras imperfecciones, cultivar la autoaceptación y nutrir nuestras conexiones con los demás. Brown enfatiza que la vulnerabilidad no es una debilidad, es una fortaleza. Al abrirnos y mostrar nuestras imperfecciones podemos establecer conexiones más profundas con los demás y vivir de forma más auténtica. Ser uno mismo es fundamental para tener una vida satisfactoria porque tratar de cumplir con las expectativas de los demás a menudo lleva a la insatisfacción y a la ansiedad. Cultivar relaciones auténticas y significativas es fundamental para tener una vida plena. La vergüenza y el miedo a la vulnerabilidad pueden obstaculizar estas conexiones, por lo que es importante superarlos.

El psicólogo Ian Stephen publicó un estudio que lleva por título algo así como "El lado positivo de ser promedio: la saliencia y la selección de la media de rasgos en las preferencias faciales" y en el que explora cómo las personas perciben y prefieren las caras que tienen unos rasgos faciales promedio. Esto es así, explica, porque las características promedio en una cara pueden ser más familiares y menos amenazantes para el cerebro humano, lo que lleva a una mayor preferencia por ellas. Las caras promedio también tienden a ser más simétricas, lo que se asocia con la belleza.

La profesora de filosofía en Cambridge, Anna Alexandrova, publicó un estudio titulado "La vida es lo suficientemente buena: elegir la mediocridad ante grandes expectativas" en el que defiende que es importante reconocer que no hay que ser excepcional en todas las áreas de la vida y que está bien aceptar ciertos aspectos de mediocridad o suficiencia, lo que puede liberar tiempo y energía para enfocarse en otros aspectos vitales.

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