Autorretrato nacional en color sepia
Quiso el benemérito programador de La 2 de TVE regalarnos, la noche de la fiesta del Gordo, "El mundo sigue", la extraordinaria película de Fernando Fernán Gómez, sobre una novela de Juan Antonio Zunzunegui, que, junto a otras pasiones, trata del juego como codicia en estado puro, y tras ser maltratada cuando en 1965 se estrenó de modo vergonzante, sería reconocida medio siglo después, al ser recuperada, como una de las más grandes de nuestro cine, ofreciendo hoy un impagable fresco de la época en que, superada la posguerra y los ajustes para integrar la economía española a la del Occidente capitalista, apuntaba un desarrollismo cuya fuerza impulsora fue precisamente la codicia de dejar atrás como fuera, sin reparar en modos, las carencias económicas arrastradas, sentando así, para bien y para mal, los fundamentos de la sociedad que una década después demandaría democracia. ¡Uf!
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