Opinión | Orientalia

Irreemplazable Celso

La muerte de "Celso el de La Sifonería", ha venido a recordarnos –una vez más– que en nuestros pequeños universos vitales hay personas irreemplazables, aunque solo nos demos cuenta de ello cuando se van y nos faltan. Las prisas, y otros pecados menos veniales, nos impiden a menudo ver la luz que irradian algunos semejantes. Celso Fernández Sangrador desprendía esa luz. Siempre alegre, siempre simpático, siempre afable, siempre cariñoso, siempre dispuesto. El adiós de "Celsín" debería hacernos detener un instante el tiempo y pensar en esas personas que nos hacen más llevadera la lucha diaria por la supervivencia y que nos despiertan una sonrisa solo con recordarlas. Y homenajearlas en vida, que después es demasiado tarde. Con "Celso el de La Sifonería", se va una parte insustituible del alma de aquella Cangues, patria querida, que tanto disfrutamos en la infancia y la juventud, y que llevamos prendida en el corazón. Sit tibi terra levis.

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