Crítica / Música

El encanto de La Castalia

Brillante clausura del taller de perfeccionamiento para intérpretes, que demostraron un altísimo nivel ante un numeroso público

Jonathan Mallada Álvarez

Jonathan Mallada Álvarez

La Castalia es el vivo ejemplo de una asociación cultural que ha sabido crecer y hacerse un hueco en el denso panorama musical ovetense. Consciente de sus posibilidades, intenta siempre aumentar el nivel de sus conciertos como quedó de manifiesto en la tarde del miércoles, durante la clausura del VIII Taller Internacional de Ópera y Zarzuela, en un recital que contó con la colaboración de LA NUEVA ESPAÑA.

El encanto de La Castalia

El encanto de La Castalia / Jonathan Mallada

Esta iniciativa ha reunido a nueve alumnos de canto para recibir lecciones de toda una serie de disciplinas complementarias como la fonética, la fisioterapia o el yoga que les permitan incrementar sus aptitudes musicales.

El barítono Ángel Simón deslumbró con una voz potente e impostada. Seguramente el aria del catálogo de la ópera Don Giovanni le quedó pequeño, pero desplegó todo su lirismo y volumen en "Calor de nido", explotando sus registros medio y grave con gran acierto.

Ángeles Rojas (soprano) y Enrique Parra (tenor) hicieron las delicias del público mediante la interpretación de los números que configuran el desenlace del primer acto de La bohème. Parra evidenció una voz bien timbrada y una proyección portentosa (extensible a su "Tombe degli avi miei… Fra poco a me ricovero" de Lucia di Lammermoor), matizando incluso varias frases con cierto gusto. Por su parte, Rojas, con una voz cálida y un carnoso vibrato, lució en los pasajes más delicados del "Mi chiamano Mimì", sacando partido de unos pianísimos muy expresivos.

María Heres rindió al nivel sobresaliente que nos tiene acostumbrados. Dominadora por completo de la escena, exhibió un fiato poderoso que le permitió encarar con mayor confianza y seguridad cada una de sus intervenciones. Su desgarradora versión de "Voi lo sapete, o mamma" reflejó toda la fuerza vocal y dramática de la mezzo asturiana. Contrastó a la perfección con la soprano Silvia Llera encarnando el personaje de Micaëla, de la ópera Carmen. Algo exigida en los agudos, supo encandilar al respetable gracias a su voz contenida y timbre cristalino.

Mikel Malda (contratenor) fue un "César" convincente. Imperial en las coloraturas y con una articulación precisa, va dando pasos para terminar de conocer y dominar su instrumento. Lourdes Simón (soprano), su pareja en "Non ci pentiam… Ah perdona al primo affetto" (La clemenza di Tito), con una voz frágil pero llena de atractivo, hizo gala de una afinación excelente y mostró buena química en escena con Malda.

El tenor Daniel Vargas y la soprano Analy Velásquez interpretaron el dúo "Cállate, corazón", de la zarzuela Luisa Fernanda. Con una voz un tanto abierta ella y algo opaca él, ejecutaron la partitura de Moreno Torroba, seguramente con un fraseo no demasiado elegante, pero siempre expresivos y ajustados a unos repertoristas (Mario Álvarez y Yelyzaveta Tomchuk) que desarrollaron un amplio programa siempre con profesionalidad y acierto.

La escena de Susana Gómez, los juegos de luces y las pinceladas de Ana Cristina Tolivar redondearon una velada donde todo el protagonismo recayó en el altísimo nivel de los jóvenes intérpretes, en el numerosísimo público y en las bellas historias que encierra el teatro lírico. En eso consiste el encanto de La Castalia.

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