San Mateo 2023 |

Quevedo contra las máquinas

Una masa de adolescentes enfervorizados bota en La Ería a ritmo de trap

Gonzalo García-Conde

Última noche de las fiestas de San Mateo. La Ería. Quevedo. Después de lo ocurrido en el concierto de Camela, esa especie de orgía lisérgica que se confunde entre el vapor de mis sueños (nueve mil cuerpos desnudos revolcándose y sudando por la Eria) el compadre y yo nos reencontramos sin mencionar el asunto. Ya dimos por supuesta nuestra cita para ir al concierto del sábado porque, si los habíamos visto todos, no iba a ser este el que nos perdiéramos. Pero la media de edad es de 17 años, Mi amigo y yo hemos venido a pervertir esta estadística.

–Tanto entusiasmo por un muchacho con esos mofletitos, casi apetece pellizcárselos,

–A mí me estresa un poco su forma de arrastrar los graves con la voz, parece que quisiera hacer aullar a todos los lobos de las montañas asturianas. Pero en el fondo me gusta, tiene así como un fluir graciosu.

Una repentina oscuridad provoca el grito de una coral adolescente a la rivera del Tartiere, preludio de los focos que dan paso a la música. Pero no se ve a nadie sobre el escenario.

–¡Cuánto misterio! –me grita mi amigo al oído intentando que le escuche.

–¿Pero dónde están los músicos?

–¿Qué músicos? –me responde cuando ya Don Papitos está sobre el escenario.

–Los que tocan con Quevedo –contesto con inocencia, pero veo como mi amigo se parte de risa señalándome con el dedo.

–¿Es que no sabes nada de trap? Estos tíos no llevan músicos.

–¿Y qué llevan? ¿Pinchadiscos? ¿Como el Eminem?

–¿Tú ves algún pinchadiscos ahí? Lleva a un colega que va poniendo track 1, play, track dos, play, track 3, play, y así hasta que acaba el concierto. Y él canta.

–Pero "Me falta algo" empieza con un piano de cola, y no hay ningún piano de cola en el escenario.

–Pues tiene el piano grabado con el resto de la canción, le da al play y suena.

–¿No va a tocar el piano? –pregunto asombrado, pero mi amigo niega con la cabeza.

–¿¿¿Y las que canta a dúo??? Con Mora, con Saiko...– y de nuevo me contesta con una negativa silenciosa, a lo que yo protesto–. ¡¡¡Cómo va a traer grabados los dúos!!! ¡Qué es esto, un karaoke!

Mientras tanto, las canciones se suceden y deben ser éxitos porque todo el mundo se las sabe y las corean botando como una masa enfervorecida.

–No está mal para unos nenos sin códigos sociales que han crecido aislados por una pandemia, ¿verdad? Esta generación, carbayón, es distinta a la nuestra igual que nosotros lo fuimos a la anterior. Tienen sus ídolos, su jerga y su música. ¿Están borrachos y son ruidosos y descarados? Pues sí, todas las generaciones lo son. ¿Enloquecen y se desmayan con una música que no entendemos? Obvio, igual que en los años 50 Elvis, y en los 60 los Beatles, y en los 70 Bowie, y en los 80 Prince, y en los 90 las Spice Girls, y en los dos mil Eminem, y en los dosmil diez con… Con quien fuese en esa época. Seguro que dentro de diez años acertamos a darnos cuenta de que algunos traperos eran buenos. Quevedo no parece malo.

–¿Tú entiendes lo que dice?

–Ni media palabra, solo entiendo buooo buoo buoo. Pero mola ver como se divierten.

–Ya te digo…. –respondo botando con el mismo entusiasmo que un crío.

"Mami, tú me tienes mal, quiero tenerte de frente, pa’ que me diga cómo se siente cuando estoy ausente…".

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