Evaristo Arce, entre Villaviciosa y Oviedo

Juan de Lillo

Juan de Lillo

Escribió el poeta austriaco Rainer María Rilke, que nuestra patria es la infancia, y la de Evaristo Arce está en Villaviciosa, donde tiene plantadas sus raíces que, como en cada uno de nosotros, son irrenunciables. Pero para muchos, la juventud y la madurez tienen también una patria de acogida, donde discurre el resto de la vida. Y la de Evaristo es Oviedo. Aquí pasó la mayor parte de ella, y completó su formación como persona y como periodista, uno de los mejores de los últimos sesenta años.

Todos cuantos llegamos hasta aquí, pues, le debemos algo a Oviedo: la acogida, las amistades, las oportunidades profesionales, la transmisión de una cultura y de una forma de ser, moldeadas a lo largo del tiempo. Evaristo tiene, como muchos de nosotros, por ello, una deuda con esta ciudad.

Pero la ciudad también le debe mucho, por su contribución, sobre todo, a la proyección de la Cultura desde las páginas de LA NUEVA ESPAÑA, de las revistas "Asturias Semanal" y "Yatros"; desde el área cultural de la Caja de Ahorros y desde la dirección de la colección Masaveu. Sin embargo, la suya no fue una aportación de corta y pega, sino de verdadera creación, de contribución, con sus múltiples ideas, a la mejor imagen de la ciudad y de Asturias.

"Los Cuadernos del Norte", fue una publicación de gran prestigio, en la que colaboraron firmas destacadas de España y de fuera de ella. Pero, fue él quien la elaboró y la hizo posible, una circunstancia muy poco conocida. Un ejemplo más de sus méritos.

Apoyó a pintores en sus primeros pasos; impulsó la vocación de muchos escritores, y dio cauce y buenos consejos a quienes se decidieron por otras actividades.

Y deja para todos algunos libros de gran interés, pero quiero destacar "Oviedo y los ovetenses", con la ciudad y sus ciudadanos como protagonistas. Y, además, es un ciudadano ejemplar: bueno, en el mejor sentido del término; con talento, generoso, ingenioso, con un agudo sentido del humor, excelente compañero, con la retranca propia del país y de sus paisanos. Y fue, y es, un amigo entrañable para muchos, y fraternal para mí, con quien tantas cosas comparto.

Conozco a Evaristo desde 1962, cuando ambos, junto con otros compañeros muy queridos, iniciamos nuestros pasos en LA NUEVA ESPAÑA. Fue el momento del cambio generacional y nosotros estábamos allí, a las puertas del periódico en el que se decía que entrar era poco menos que imposible, por su Redacción cerrada, su liderazgo y prestigio. Pero fue posible, y hoy, después de tantos años, sesenta y uno, Evaristo, y nosotros con él, puede decir que ha cumplido, y una muestra de ello es este reconocimiento que hoy, justamente, le hace el Ayuntamiento de Oviedo, por esa rica trayectoria, que dejará huella en la vida de la ciudad. Y a partir de este momento, por todo ello, es su hijo adoptivo, que es un gran honor.

Efectivamente, la patria de cada uno es la infancia, donde están plantadas, y bien plantadas, las raíces. Pero, como dije, Evaristo tiene a Oviedo por su segunda patria, a donde la Providencia lo condujo y lo mantuvo, para que desarrollara los talentos recibidos y nos beneficiáramos todos de ellos. Y no defraudó a quien se los dio y a todos cuantos creímos en sus cualidades.

Y hoy Oviedo le reconoce esa entrega su obra y su generosidad, y por eso lo eleva a la mayor dignidad que puede recibir quien ha sido un ovetense más, con uno de sus amores aquí y las raíces irrenunciables en Villaviciosa.

Pero aquí tiene también plantadas raíces esenciales, que cumplen una de las grandes aspiraciones de todo hombre: su mujer, sus hijos, sus nietos y muchos amigos. Creo que es el mejor capital que consiguió reunir en su vida. Enhorabuena a la ciudad, y muy especialmente a Evaristo por este honor recibido, que fue ganando día a día con talento, imaginación, entrega y generosidad.

Y reitero mi felicitación a quienes dan, el Ayuntamiento, y al que recibe, Evaristo, porque en este caso coinciden felizmente los méritos y el reconocimiento. Hoy es, pues, para todos los ovetenses un gran día, que queremos compartir emocionados con nuestro querido y entrañable amigo, y su familia. Y como se decía, y yo repito, que lo guarde Dios muchos años. Evaristo, querido amigo, enhorabuena.

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