Opinión | Crítica / Música

La belleza del repertorio sinfónico coral

El concierto extraordinario de Semana Santa de la OSPA y el Coro de la Fundación Princesa cosecha buenos resultados artísticos en el Auditorio

El público parece ir retomando su afición por la música sinfónica de la mano de la estabilidad y el acierto que ha supuesto la titularidad de Nuno Coelho al frente de la OSPA. El pasado viernes, a pesar de tratarse de una cita fuera de abono, el Auditorio registró una buena entrada para deleitarse con un programa donde no faltaban los alicientes que suponen las obras wagnerianas o el "Réquiem" de Fauré, de mano del Coro de la Fundación Princesa de Asturias.

La primera mitad del concierto era un pequeño monográfico del compositor germano. El “Preludio” de "Parsifal" estuvo marcado por el dramatismo que Coelho supo extraer de una plantilla especialmente poderosa. No obstante, el director portugués se mostró celoso de manejar adecuadamente el volumen, logrando una interpretación luminosa y perfilando con acierto los leitmotiven que salpican esta página wagneriana. El "Encantamiento de Viernes Santo" también vendría definido por el equilibrio entre secciones y una articulación precisa y aseada. Coelho se apoyó en las arrebatadoras melodías de los violines y en unos metales sobresalientes para culminar una gran primera parte.

La segunda mitad estaba "reservada" para el "Réquiem" de Fauré, compositor del que se conmemora el centenario de su fallecimiento. No se trata de un réquiem tan efectista como pueden ser los de Mozart o Verdi, pero sí subyacen en la obra del compositor francés una delicadeza y una sutil y enriquecida armonía que confiere un inmenso atractivo a cada uno de sus siete números. La mayor parte de su peso musical recae sobre el coro. En este caso, la formación dirigida por José Esteban García Miranda (no parece haber tenido demasiado recorrido la propuesta del coro participativo desarrollada por la OSPA) ofreció, en líneas generales, unas buenas prestaciones. Si bien las sopranos mostraron cierta fragilidad en los agudos y existieron ligeros problemas de afinación en determinados pasajes (debidamente corregidos gracias al órgano), el coro se mostró muy cómodo en el "Libera me", donde Nuno optó por un volumen más presente. Muy equilibrados y sin problemas para superar a una orquesta mucho más reducida, hicieron gala de una gran expresividad en el número inicial y en las partes a capella y se ajustaron sin problemas a la batuta de Coelho, quien marcó de forma nítida cada entrada contribuyendo a la seguridad del coro.

La obra nos dejó, igualmente, el excelente "Pie Jesu" de Serena Sáenz. La soprano posee un timbre algo metálico redondeado por la carnosidad de un tímido vibrato que le añade calidez. Sus frases estuvieron cargadas de musicalidad, de una nítida dicción y evidenciaron el brillante porvenir de la artista española. Por su parte, el barítono austríaco Daniel Schmutzhard también rayó a gran nivel. Su voz, siempre bien impostada, mostró una pasmosa facilidad en la proyección, al tiempo que lucía unos graves muy convincentes.

Una verdadera lástima no poder escuchar el "Cantique de Jean Racine" que figuraba inicialmente en el programa, ya que, sin duda, habría redondeado una velada musical muy agradable donde se mostraba la belleza del repertorio sinfónico-coral.

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