El Anquela más personal: "En el Oviedo me persiguió siempre el sambenito de los 50 puntos, pero..."

"Cervera es una persona normal y un gran entrenador", asegura el extécnico azul

Anquela, en su etapa en el Dépor

Anquela, en su etapa en el Dépor / LA OTRA FOTO (LOF).

Xuan Fernández

Xuan Fernández

Juan Antonio Anquela (Linares, Jaén, 1957), voz autorizada dentro del fútbol, dice que probablemente no vea el Ibiza-Oviedo de este sábado. No asegura con quien va, pero se intuye por su cariño al equipo azul. En el Ibiza, el último equipo al que entrenó, esta campaña, duró solo cuatro partidos: tres derrotas y un empate. A tres días del encuentro, Anquela, que estuvo temporada y media en el Oviedo, reflexiona sobre el mundo del fútbol y el papel de los entrenadores.

–¿Qué se encontró en Ibiza?

–Sabía dónde me metía y llegué con una ilusión tremenda. Pensábamos que íbamos a salir adelante, pero no tuvimos los resultados necesarios y la paciencia se acabó muy pronto.

–¿Por qué tan pronto?

–No sé, ni idea. La semana anterior de ir a jugar contra el filial del Villarreal teníamos toda la confianza del mundo. O eso nos decían. Perdimos 1-0 y ese mismo día me dijeron que se acababa. Estábamos a cinco puntos de salir del descenso, creo, pero eso fue lo que me dijeron.

–¿Cómo se lo explica?

–Pues no sé. Ellos te fichan a ti como revulsivo y se piensan que van a ganar partidos nada más llegar. Hay veces que se consiguen y otras veces no. La última vez, en Alcorcón, me pasó. Cuando las cosas estuvieron complicadas siempre hubo tranquilidad, pero otras veces…

–¿Fue su peor experiencia?

–No, yo he vivido situaciones muy complicadas. Salvamos al Alcorcón, peleamos hasta el último segundo y al año siguiente duramos ocho partidos. Yo esas cosas no las entiendo. ¿Sabe qué pasa? Que en el fútbol hay gente que manda más que el entrenador y ellos buscan que no les salpique a ellos.

–Ahora los entrenadores duran muy poco, que se lo digan a usted.

–Eso lo sabemos bien nosotros. Y estamos acostumbrados, pero antes no era tan salvaje. En Alcorcón tardamos cinco años en hacer un equipo. Tuvimos momentos buenos, malos y muy malos. Cuando llegamos casi estábamos en Tercera y luego fuimos para arriba, llegando a jugar el play-off. Pero entonces el director deportivo y el entrenador iban de la mano.

–¿Ahora ya no van?

–Hay equipos que ni te dicen las razones. Te sueltan: "Esto es lo que hay". Nosotros procedíamos de otra manera y planificábamos. En el fútbol hay que adaptarse, no se puede vivir del pasado.

–¿Ve mucho fútbol?

–Sí, pero porque me gusta. Veo más Segunda que Primera y tengo tiempo para todo porque ahora tengo una vida que no podía hacer antes. Estoy muy tranquilo, disfrutando de la familia. Pero echo mucho de menos el fútbol. Tengo muchos años y llevo desde los 18 en un vestuario. Fui de todo: jugador, entrenador… Incluso director deportivo en el Jaén.

–¿Y eso?

–Pues eso, era director deportivo. Pero llegó un momento en el que me dijeron: "Vamos a echar al entrenador". Y dije: "A este lo traje yo". Y entonces me echaron a mí. ¡Dos segundos tardaron! Era Juan Carlos Álvarez, que por cierto es asturiano.

–Pero usted tiene más madera de banquillo que de despachos.

–Si fuese director deportivo, los entrenadores gozarían, porque no haría nada sin su consentimiento. Yo veía todos los entrenamientos y no comentaba nada. Nunca le he dicho pon a este o pon al otro.

–¿A usted se lo han dicho?

–Sí, me lo han dicho, sutilmente. Y cada vez que haces una alineación pasa algo.

–¿Y eso como se gestiona?

–Pues toreas, pero vas metiendo cosas en la maleta. Eso pasa aquí y allí, en todos los sitios.

–¿Qué le parece Cervera?

–Es una persona muy normal, su currículum está ahí. Ascendió al Cádiz, ha estado en Primera y haciéndolo bien. Estuvo siete años. Pero es que ahora estamos en manos de los futbolistas y hay que intentar conectar con el vestuario, que es muy complicado.

–¿Por?

–Los futbolistas son de otra pasta, como la sociedad. A los de antes solo había que mirarlos… Los de ahora son más complicados, ni peores ni mejores, pero más complicados. El sentimiento de pertenencia es menor y al final se paga. Antes se terminaba un partido, perdían y las caras eran para verlas. Esto es como la sociedad, no hay más. Se han perdido valores en el fútbol.

–A usted le echaban en cara en el Oviedo su supuesta poca ambición por repetir lo de los 50 puntos…

–Ja, ja, ja, te tienes que reír. Es que la gente interpretaba mal las cosas. Yo decía que ese era el primer objetivo: encontrar cuatro peores que tú. Mire el Málaga, que hace nada jugaba en Liga de Campeones. Yo decía que primero había que encontrar cuatro peores y luego, si llegas a los 50 a falta de dos meses, puedes hacer cosas más ambiciosas. El objetivo cambia día a día.

–Le persiguió ese sambenito.

–Me persiguió siempre, pero el tiempo pone a cada uno en su sitio. Yo no decía eso por justificarme, mi objetivo era jugar la promoción y si lo hubiésemos hecho afrontaría el reto más grande de mi vida porque esa ciudad y ese equipo estaban con ganas.

–¿Renovaría a Cervera?

–Yo no soy el que tiene que decirlo, es el Oviedo el que tiene que saber. Cervera es un hombre tranquilo y sabe en la plaza en la que está. La experiencia no se compra, pero ahora hay muchos que hablan con palabras remilgadas, pero saber y decir las cosas por su nombre ya es más complicado. Ahora van a una rueda de prensa y la preparan.

–Bueno, usted también las preparaba.

–Sí, pero todo lo que preparaba cambiaba, porque me daba rienda suelta.

–¿Verá el partido?

–No creo, posiblemente no pueda a esa hora. Usted sabe lo que siento por ese equipo. En Ibiza estuve tres días y en el Oviedo dos años.

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