De las fiestas de "mantones" a los mazcaritos improvisados: así era la moda de disfraces hace un siglo en Asturias
Las ganas de celebrar el carnaval en los años 20 del siglo pasado conseguía salvar las severas imposiciones de las autoridades
Luis Alberto Fernández
Los periódicos asturianos ofrecieron durante todos los años veinte del siglo pasado una visión muy negativa del carnaval, especialmente del «callejero», refiriéndose a él constantemente como una fiesta agonizante y ridícula que atentaba contra las buenas costumbres y sin ningún tipo de interés por su mal gusto y la simpleza tanto de las máscaras como de los disfraces.
Es más, en un contexto de conflicto con Marruecos, que duró hasta el año 1927, se consideraban estos festejos como un gasto descabellado e incoherente y, por supuesto, el ruido y la fiesta una falta de respeto hacia el dolor y la tristeza de centenares de familias que lloraban la pérdida de sus seres queridos en los campos africanos.
Tampoco debemos olvidar las severas disposiciones que las autoridades aplicaban cada año, que limitaban sustancialmente la libertad de movimientos y penalizaban un sinfín de actitudes: disfrazarse en las vías públicas otros días que no fuesen el domingo, lunes y martes de carnaval; llevar antifaz, careta, palos o armas aunque lo requiriese el traje; lucir disfraces que copiaran uniformes o portaran insignias civiles, militares, eclesiásticas o de cualquier institución del Estado, y aquellos que pudieran ofender la moral o la decencia pública…
A pesar de este ambiente opresor, las ganas de diversión y de evasión de los asturianos lograron mantener estos días de fiesta en todas las ciudades y pueblos de Asturias.
Si bien en la mayoría de los casos, para disfrazarse se utilizaban ropas en desuso, confecciones caseras con tejidos sin pedigrí o disfraces económicos, las mujeres adineradas no dudaban en encargar a sus modistas de confianza trajes exclusivos inspirados en los últimos montajes teatrales y películas de éxito, en las pinturas de la época y en temáticas fantásticas.
Las revistas de moda y la prensa local de los años veinte permiten conocer con exactitud cuáles eran los trajes más demandados y utilizados por las mujeres asturianas: Arlequín, Polichinela, Colombina y Pierrot fueron un símbolo del carnaval de estos años.
A pesar de que algunos de estos personajes eran masculinos, las mujeres los aceptaban de buen grado, feminizándolos y reinterpretándolos de mil maneras diferentes. Los juegos de azar, así como el mundo cósmico y de la magia brindaban abundantes posibilidades y, por supuesto, lo trajes deportivos, históricos, internacionales, regionales, especialmente el de asturiana y el de estilo español con mantón de Manila o mantilla, que siempre eran un recurso muy válido y fácil de conseguir para todas aquellas incapaces de elegir un disfraz ingenioso.
La nota distinguida recaía en las fiestas privadas o «bailes de trajes» que se organizaban en los salones elegantes o en algunas moradas aristocráticas, cuyas invitadas acudían vestidas con disfraces de gran originalidad y prestancia. Algunos sorprendían por su suntuosidad, la perfección en los detalles, el lujo en los adornos y por el empleo de tejidos de alta calidad para su confección. También se llevaban a cabo en estas fechas bailes o reuniones «de confianza» en los que no era necesario ir disfrazada, por ejemplo, los de «mantones», en los que se lucían mantones de Manila con elegantes vestidos de gala a la moda.
Uno de los bailes de sociedad más afamados era el que ofrecían los dependientes de comercio cada año por carnaval en los Campos Elíseos de Gijón. Fiestas animadas con prestigiosas orquestas, también tenían lugar en Gijón en los teatros Dindurra, Jovellanos y Robledo, en el Gran Casino Royalty, en el Palacio de la Feria de Muestras, en el Círculo Mercantil y en el Real Club de Regatas; en Oviedo, en el Casino, lugar predilecto de la sociedad aristocrática, en el hotel Francés y en el Covadonga, en el teatro Campoamor y en el domicilio del Orfeón Ovetense; en Avilés, en el Palacio Valdés y en el teatro Circo; en Sama, en el teatro Vital Aza, en el Salón Felgueroso y en la sociedad de recreo de «La Montera»; en La Felguera, en el «Café Nuevo Mundo», en el Casino y en el salón «El Recreo». Finalmente, también destacaron las celebraciones en los casinos de Mieres y de Pravia, y en el salón «París» de Noreña.
A. R.
El jueves de Comadres, que hoy se celebra con Siero, Avilés y Gijón como principales localidades del festejo, se considera por muchos que levanta el telón de unas fiestas de Antroxu en Asturias que vuelven a la calle. En Siero la fiesta gastronómica de hoy tiene como principal novedad la recuperación de la merienda popular, a mesa corrida, en la plaza Cubierta. En Gijón y Avilés se multiplicarán las meriendas de amigas y grupos, aunque la Tertulia Feminista “Les Comadres” ha renunciado de nuevo a su festejo presencial y lo hará –con premios incluidos– de forma virtual.
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