Así es la estrategia del Sporting para los fichajes: un trabajo a tres bandas

La implicación de David Guerra, Gerardo García y Ramírez define la línea de Orlegi para las incorporaciones

Por la izquierda, David Guerra, Gerardo García y Miguel Ángel Ramírez, durante un entrenamiento en Mareo. | Juan Plaza

Por la izquierda, David Guerra, Gerardo García y Miguel Ángel Ramírez, durante un entrenamiento en Mareo. | Juan Plaza / Ángel Cabranes

Ángel Cabranes

Ángel Cabranes

Es habitual que un director deportivo eche mano de su entrenador para acabar de convencer a un futbolista a la hora de poder concretar un fichaje. Incluso que la labor sea inversa, sea el técnico el primero en allanar el camino. No lo es tanto que a estas dos figuras se sume también la del presidente, como ha ocurrido en los últimos días en el caso del Sporting. La implicación de David Guerra, Gerardo García y Miguel Ángel Ramírez en la negociación con Rubén Yáñez ha sido clave para poder convertir al portero catalán en el primer refuerzo de la próxima temporada. Va más allá de un detalle.

La forma de negociar el fichaje de Rubén Yáñez habla de muchas cosas. Para empezar, de la fórmula seguida por el conjunto gijonés de cara a un verano en el que serán necesarios todos los esfuerzos para sacar el máximo jugo al tope salarial. El modelo de Orlegi a la hora de decidir las incorporaciones ha estado basado, desde el inicio, en un trabajo de equipo en el que la parte directiva y el cuerpo técnico trabajan de la mano para definir y concretar objetivos. Para ser estrictos es más profundo, con la participación de analistas y ojeadores, incluso de los servicios compartidos del grupo, pero el tramo final del proceso acaba perfilándose entre estos dos actores. Bien es cierto que la pasada campaña un hombre del peso y trayectoria de Abelardo marcaba alguna diferencia con lo que venía desarrollando con anterioridad Orlegi.

La transcendencia e influencia de Abelardo en el fútbol español ha sido uno de los activos aprovechados por el club gijonés en los últimos años para contactar o abrir puertas a la hora de formalizar algún fichaje. La mayor prueba llegó el año en el que el club estuvo castigado por LaLiga sin poder realizar refuerzos debido a sus impagos. Con Orlegi estuvo lejos de ser tan acentuado su protagonismo, pero tuvo un peso muy importante en algunas llegadas como las de Pablo Insua o Bruno.

Fue precisamente la falta de entendimiento entre el club y el entrenador a la hora de aplicar los métodos de trabajo de Orlegi la que terminó por decidir su despido el pasado mes de enero, tras una racha negativa de resultados. En el caso de ver a un presidente del Sporting, en este caso un presidente ejecutivo como David Guerra, participando en la negociación con un futbolista es muy poco habitual en el club en los últimos años. Sólo se produjo en ocasiones puntuales. Algunos ejemplos de ello fueron los casos en los que Javier Fernández se implicó para conseguir el regreso a casa de Javi Fuego o Manu García. Por lo general, esa labor se dejaba siempre en la habilidad del director deportivo y del entrenador. Y a veces, en la de uno de ellos. Con sus ventajas e inconvenientes, Orlegi apuesta por una fórmula diferente.

La contratación de Yáñez, avanzada en exclusiva por LA NUEVA ESPAÑA junto a la implicación de David Guerra, Gerardo García y Miguel Ángel Ramírez en su incorporación, define cómo el Sporting afronta el mucho trabajo por delante que tiene en el mercado. También la importancia que tendrá el portero en el nuevo proyecto.

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