Valladolid, atractiva en Semana Santa

La ciudad castellana cuenta con algunos de los más hermosos pasos procesionales de España, conservados en el Museo Nacional de Escultura

Alejandro Nuevo,  director del museo, junto a un paso procesional de  Gregorio Fernández.

Alejandro Nuevo, director del museo, junto a un paso procesional de Gregorio Fernández. / LNE

Alicia Vallina Vallina

Alicia Vallina Vallina

Una de las escenas más dramáticas de la vida de Cristo es, sin duda, su camino hacia el monte Calvario portando la cruz. Este dramático retrato se convierte, durante las fechas de Semana Santa, en una iconografía única que, junto al elenco de personajes que acompañan a la figura principal de Jesús de Nazaret, favorecen al culto y llaman a la piedad y al recogimiento.

Gregorio Fernández fue, en este contexto, uno de los escultores barrocos que mejor supo plasmar, en sus pasos procesionales, las imágenes que las cofradías penitenciales de su tiempo reclamaban, para acercar a los fieles, escenas de la vida del Salvador. Buena parte de estas espectaculares tallas, realizadas en madera policromada y acompañadas por pelo natural, lágrimas de cera u ojos con incrustaciones de vidrio para conferir un mayor realismo al conjunto, se conservan durante todo el año en el Museo Nacional de Escultura de Valladolid, dirigida por Alejandro Nuevo.

El museo castellano autoriza, estos días, la salida de diez de sus pasos –pese a que, como ayer, finalmente no puedan hacerlo por la lluvia– a solicitud de las siete cofradías de la ciudad a la que se vinculan estas obras. "Resulta fundamental hacer una revisión exhaustiva de todos los pasos por parte del departamento de conservación preventiva del museo en las semanas previas", confiesa Nuevo. "No debemos olvidar que las obras están en unas condiciones climáticas que permanecen estables a lo largo de todo el año y que, con su salida a la calle, se van a producir variaciones en relación a la temperatura y a la humedad relativa que nos obliga a conocer con precisión el estado de conservación de cada uno".

A la izquierda,  paso procesional «Sed Tengo»,  de Gregorio  Fernández.  A la derecha,  cabeza de San Pablo, de Juan Alonso Villabrille.

Cabeza de San Pablo, de Juan Alonso Villabrille. / LNE

El proceso no es sencillo. Para que cualquier obra salga del museo se requiere una autorización del Ministerio de Cultura mediante Orden Ministerial y, para ello, se ha de iniciar un proceso de gestión que comienza con cuatro o cinco meses de antelación a la celebración de la Semana Santa. Del mismo modo, si alguna pieza precisa una intervención puntual para mejorar o consolidar partes o elementos de la estructura, el departamento de restauración del museo debe encargarse de la puesta a punto de cada obra.

"Se revisan a conciencia los bienes culturales, así como los anclajes y el estado de las carrozas para evitar cualquier tipo de imprevisto. Además, se concierta con las cofradías las fechas y horas en las que se van a producir los movimientos de los pasos y se prohíbe el uso de velas de llama viva o de todas aquellas luminarias que puedan suponer un riesgo para la integridad de los bienes culturales", detalla Nuevo.

Entre los pasos más destacados, no solo por su innegable calidad artística sino por la devoción que levantan está, entre otros, el famoso "Sed tengo". Obra del escultor gallego Gregorio Fernández, el grupo presenta una composición piramidal donde el Cristo, de tres clavos y cubierto por paño de pureza, se rodea de personajes caricaturescos que se sortean a los dados sus vestiduras, mientras otro acerca a los labios del Crucificado una esponja humedecida en hiel y vinagre y uno más, en una escalera, clava sobre la cruz el rótulo INRI.

De igual modo, el "Cristo de la Luz", obra también de Gregorio Fernández, es una de las composiciones más emblemáticas de la Semana Santa vallisoletana. De rotunda anatomía y rostro de tremendo patetismo, muestra el amoratamiento de un perfil facial afilado, de ojos hundidos y profundas heridas causadas por una corona de espinas que atraviesa la sien del Crucificado, a la que se suma el dramatismo de los dientes de marfil, los ojos realizados con incrustaciones en cristal, uñas en asta y corcho para acentuar las heridas.

Por su parte, el "Paso de los durmientes", realizado por José y Alonso de Rozas, aunque alejado de la perfección técnica de los trabajos de Fernández, muestra una inusitada serenidad. Una urna calada, a modo de plataforma en torno a la que dormitan cuatro soldados, muestra el cuerpo inerte de Cristo velado por dos ángeles. Son los instantes previos a la Resurrección, plenos de recogimiento.

Valladolid, atractiva en Semana Santa

paso procesional "Sed Tengo", de Gregorio Fernández. / LNE

El Museo Nacional de Escultura de Valladolid reúne un ingente número de piezas que recorren la historia de la escultura española entre los siglos XIII y XVIII, aunque también atesora una importante colección de pinturas, con obras de Antonio Moro, Rubens o Zurbarán. Su sede principal es el Colegio de San Gregorio.

Aunque la tradición de sacar a los santos en procesión se remonta a siglos atrás y el paso procesional nace durante el Barroco como uno de los géneros escultóricos principales de nuestro país, las procesiones de Semana Santa fueron reducidas a su mínima expresión en el siglo XVIII. Sin embargo, en torno a 1920, el arzobispo de Valladolid, Remigio Gandásegui, junto al historiador Juan Agapito y Revilla, promovieron la recuperación de la Semana Santa vallisoletana y de las cofradías. Hoy en día es uno de los principales y más destacados acontecimientos que vive la ciudad a lo largo del año y ha sido declarado evento de interés turístico internacional.

"La ciudadanía vive con entusiasmo la Semana Santa y locales y foráneos valoran y admiran que obras de gran calidad artística procesionen por sus calles. Ya no me refiero únicamente a los pasos que salen del museo sino a otras piezas muy significativas que se conservan en los templos religiosos", afirma Alejandro Nuevo. Entre los fondos del museo existe una pieza muy destacable, la conocida "Cabeza de San Pablo", una de las obras más importantes de la escultura del siglo XVIII, cuyo autor fue el asturiano de Pesoz Juan Alonso Villabrille y Ron. Un motivo más para no dejar de disfrutar del Museo Nacional de Escultura de Valladolid.

Suscríbete para seguir leyendo