Pablo TUÑÓN

Olivier Buisson vive con pasión el hobby de los killis, un grupo de pequeños peces que se caracterizan por vivir en hábitats difíciles. Pero, entre ellos, a este francés le pierde una especie en concreto: los «epiplatys». «Cuando los adquieres en la bolsa de plástico tienen un color gris, pero en tu acuario pueden llegar a ser peces magníficos, brillantes», explica entusiasmado. Ayer compartió sus conocimientos acerca de estos ejemplares con los asistentes a la convención nacional de killis que hoy termina en el Acuario de Gijón, donde, además, pujaron por parejas y huevos de especies «difíciles de conseguir».

«Los "epiplatys" son peces procedentes del oeste de África, que tienen la particularidad de ser predadores de superficie», explica Buisson, que se sabe de memoria las características de esta especie. «Se alimentan de hormigas o mosquitos que caen al agua y están flotando. Tienen la boca orientada hacia arriba para comer», describe. Sin embargo, más allá de esta particularidad, estos ejemplares son preciados entre los adicionados a los killis por sus colores «reflectantes». Pero para lograr que brillen, hay que proporcionarles un entorno adecuado. De ahí que cuando se adquieren tienen tonos grisáceos pero si se logra que estén «cómodos» en el acuario sale a relucir el colorido. «Entonces, son magníficos», indica Buisson.

Tras la ponencia del francés llegó el momento de subastar los ejemplares raros. En total, los asistentes pujaron por doce lotes, algunos de huevos, otros de alevines y otros de parejas de peces. Se trataba de especies originarias de países africanos y americanos, como Argentina o Uruguay. «El dinero que se obtiene de la subasta de peces donados por gente es para financiar actividades de la sociedad. No se persigue ganar dinero. Esto es un hobby», explica José Ramón García Gil, presidente de la Sociedad Española de Killis.

En la subasta la cantidad máxima que se llegó a pagar fueron 21 euros por una pareja de «Neofundulus». Pero también se pujó por huevos o turba de otras especies. «Es más complicado la turba porque tienes que hacerlo bien para lograr que salgan muchos alevines», explica Roberto Arbolea, un experto en la materia.