Cornella y Cangas de Onís se disputaron la subasta del «campanu», pero a Poniente no hubo quien le intentara hacer sombra, ayer, en la puja por alguno de los 290 «campaninos» o ejemplares de killis, en la que se involucraron varias decenas de aficionados de todo el país, incluidos algunos visitantes extranjeros, como colofón a la reunión de la Sociedad Española de criadores a esta especie -también denominados «peces de la lluvia»- que se celebró en el Acuario.

Si en Cangas de Onís se pagó 6.700 euros por el primer salmón de la temporada, un ejemplar salido del Sella de casi nueve kilos, en Poniente la puja más alta llegó a los 50 euros por una pareja de «Diapteron fulgens» de apenas unos gramos de peso y unas dimensiones apropiadas para poder distribuirse en botellas de plástico de medio litro. Los killis son pequeños peces que viven en aguas estacionales y cuya cría y conservación en acuarios está muy extendida por todo el mundo.

Entre el público que ayer cerró la XX convención de la Sociedad Española de Killis se encontraban veteranos y novatos que quisieron participar en una subasta que se prolongó durante dos horas y en la que el público pujó por ejemplares llegados desde toda Europa e incluso alguno desde Asia. En un lado de la balanza, el de la experiencia, Manuel Camino y José Vidarte alzaban la mano para conseguir los ejemplares más deseados. En el otro, el de los novatos, como el niño Pablo Serrano trataba de apurar al máximo los 35 euros que le había dado su madre para completar su acuario. «En esto como en todo se nota la crisis. Ahora la gente puja menos fuerte», explicaba Manuel Camino, un vecino de Pola de Laviana que se marcó el objetivo de hacerse con un ejemplar de «Callopanchax occidentalis». «Son unos peces muy difíciles de conseguir y aunque me llevo más, estos eran estos los que más ganas tenía de comprar», aseguraba Camino. A unos asientos de distancia en el Acuario se sentaba Pablo Serrano con su hermana pequeña María y su madre Clara Tassis. Era la primera vez que el pequeño acudía a una convención y a las once de la mañana sólo le quedaban 3 euros y tenía que elegir un ejemplar por el que nadie pujara para completar su colección.

«Le gustan mucho los peces y tiene varios. Solemos venir al Acuario y el sábado coincidió que nos dijeron lo de la puja», explicaba Tassis mientras otro aficionado, Ildefonso Rodríguez, peleaba por un «Aphyosemion» que a mediodía ya descansaba en uno de los «varios acuarios» que este gijonés tiene en casa.