El Joker se hace ganadero de leche en Tineo

"Cuando volví a Tineo desde Londres me enamoré de esta casa y de esta tranquilidad", dice Asier Colado, que compagina su trabajo como actor profesional con una gran explotación lechera familiar en Vega de Rey

ASTURIANOS EN TINEO: Asier Colado

Julián Rus

Eduardo Lagar

Eduardo Lagar

Asier Colado, actor profesional y ganadero de leche. Cursó estudios en la Escuela Superior de Arte Dramático (ESAD), en Gijón, y ahora compagina su trabajo como actor profesional con la actividad en la ganadería familiar de Casa Lucaria, en el pueblo de Vega de Rey. Tiene 28 años y dice que aún busca la fórmula para equilibrar dos actividades muy exigentes. Para el reportaje accedió a vestirse del Joker, uno de sus personajes preferidos, y recorrer la cuadra con ese baile guasón que vimos al actor Joaquin Phoenix en la película sobre el archienemigo de Batman. Las vacas, a lo suyo.

–El Joker es un personaje que me recuerda ese desorden cósmico que vives cuando dices: ‘Quiero que las cosas salgan así’. Y, de repente, dice la vida: ‘No, te lo voy a poner asá’. Y te lo cambia totalmente. Pues el Joker es ese que mira la vida un poco desde fuera, es un fluir, es un ‘me río de la vida’, un ‘me da igual’, un ‘estoy triste, estoy enfadado, con miedo, con ternura, estoy con un montón de emociones, pero yo luego me pongo una máscara y lo falsifico todo como quiero’. Ves que el Joker se descojona pero, debajo, está esa mentalidad perversa y psicópata, que tiene todo planeado.

–Espero que con eso último no se identifique.

–Noooooo.

Habla Asier Colado Álvarez, tinetense de 28 años. Para posar con sus vacas se ha vestido muy minuciosamente como uno de sus personajes preferidos, el Joker, ese archienemigo que nació en los cómics de Batman tras caerse en una sopa de productos químicos. Asier es una mezcla que parece imposible: es actor profesional y es ganadero profesional. Es tanto lo uno como lo otro. (Ojo, hay otro archienemigo de Batman que vendría al caso, ‘Dos Caras’). Asier vive y trabaja en la ganadería familiar de leche ubicada en Vega de Rey. Así se cuenta:

"Mi casa se llama Casa Lucaria y eso es porque mi tres veces tatarabuela se llamaba Leocadia y de ahí fue derivando el apodo familiar. Mi padres son ganaderos, lo mismo que mis abuelos paternos. Siempre digo que nunca tuve una idea clara en la vida, pero mi bisabuelo, cuando yo tenía un año de edad, ya le contaba mi abuela: ‘Por cómo mira este chico, tiene mucha personalidad’. Algo veía él. Siempre fui así un poco graciosote, también tímido. Tengo esa dualidad".

"Estudié el Bachillerato de Ciencias y Tecnología: Matemáticas, Biología, Física y Química… Pero en el último año empezó a entrarme esa faceta artística a partir de unos vídeo de broma que hicimos. En vez de ‘La tienda en casa’ era ‘La cuadra en casa’, una especie de tele-sketches. Y entonces ahí fue cuando llegó un panfleto de la Escuela de Superior de Arte Dramático de Gijón, lo leí, vi que era igual que una carrera, me gustó y me matriculé. Nunca lo había ni barajado. Como estaba aquí en la ganadería iba con la idea de hacer ingeniero agrícola o ingeniero forestal".

"Acabé Arte Dramático en febrero de 2019. Luego me fui a hacer un curso al Teatro Cervantes de Londres. Encontré trabajo de camarero en un restaurante mexicano. Estuve seis meses, lo que me dejó el virus. En marzo de 2020 tuve que escapar. Era inviable, con seiscientas libras al mes no te daban ni para costearte la habitación".

2Cuando volví a Tineo, venía de una gran ciudad futurista donde todo se pagaban con el móvil y, de repente, llegar a confinarme aquí fue una maravilla. Y también empecé a trabajar en la ganadería y me enamoré de la casa. Me enamoré de donde estaba. Qué ironía que me tuviera que ir a conocer el otro extremo de la vida para venirme aquí a la calma y descubrir que es el sitio donde quiero estar. Caminar por la naturaleza y que no me moleste nadie y no tener un jefe que te diga lo que hay que hacer o cuándo libras. Tengo un invernadero con unas tomateras que ya son más altas que yo, pasan los dos metros de altura. Mejores tomates, en ningún sitio. O los fréjoles, o las fresas, o los cerdos, o las gallinas sueltas por el corral. ¿Dónde como yo igual si voy a la ciudad? ¿Dónde llevo una vida saludable de verdad?"

"Antes de marchar a Londres yo ya había estado en una compañía de teatro de aquí, La Westia Producciones. Durante la pandemia estuvimos ensayando por videoconferencia una obra que se llama ‘Abre el ojo’ de Francisco Rojas Zorrilla, a la que le queríamos dar un rollo steam punk muy moderno, todo lleno de tuercas, muy robotizado. Para darle una vuelta de tuerca, valga la redundancia. Estrenamos el 19 de febrero de 2021 en el Teatro Jovellanos. Tengo un recuerdo increíble de aquel día. Luego hicimos gira, la representamos once veces".

"Todavía no sé si acabaré dedicándome a la ganadería o a la actuación. Estoy todavía intentando buscar esa fórmula de equilibrio, esa ecuación. Que es difícil, ya te digo, porque todos sabemos que la ganadería es un trabajo ‘veinticuatro siete’ Pero sigo haciendo cosas, salgo en el último vídeo que la cantante Edurne grabó con Noah en Las Caldas, es una canción que se llama ‘Mejores momentos’ y está dirigido por Juan Ewan, que fue del ‘Sueño del Morfeo’".

"Estoy buscando ese equilibrio. La verdad es que, según pasa el tiempo, sí que te pesa un poco la casa, el meirazo (una tradición muy arraigada en el Suroccidente asturiano por la que el primogénito de la familia, como es el caso de Asier, es el responsable de seguir adelante con el caserío). Es una carga, digamos, espiritual. En casa vivimos tres generaciones. Mis abuelos piensan de una manera, mis padres de otra y yo pienso de otra. Y, encima, esas tres generaciones están en continuo cambio de mentalidad porque vamos adaptándonos a los tiempos".

"En el caso de mis abuelos lo que esperan es encuentre una pareja ideal, casarme, que venga para aquí, tener hijos y continuar con la casa. Pero, claro, a qué mujer ahora mismo engañas, entre comillas, para que venga aquí a quedarse cuando la gente está huyendo del pueblo a la ciudad. No quieren un trabajo que sea ‘veinticuatro siete’. La gente quiere tener vacaciones, poder salir de fiesta y no tener que levantarse al día siguiente. Y estoy en la mitad de todo ese cambio".

2En un día normal en la ganadería, en el que no haya historias, como que te venga el podólogo a hacer el preventivo de las vacas, por ejemplo, el trabajo es llevadero. Generalmente, la rutina diaria no es mala. Sobre las 8 de la tarde acabas, en dos pasos ya estoy en casa. Me veo una película, una serie... O salgo por Tineo. Tenemos robots de ordeño y cambiaron las cosas. El otro día, eran las nueve, mi abuelo ya había cenado y me decía que era pronto para irse a la cama. Y yo le dije: pues ir a dar una vuelta. Y, oye, se le iluminó algo y se fueron a pasear y venían que se reían solos. No se lo creían. Cuándo en la vida de ellos, en esa etapa de posguerra que pasaron aquí, se les ocurría parar de trabajar y marchar a dar una vuelta. Ellos sí que estaban esclavizados aquí".

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