"Aquí hay cosas que no se hicieron bien y voy a vivir para pelear. Será un año, dos o los que sean. Pero tengo que saber qué pasó y por qué, si hubo fallos y quién los tuvo. Se lo debo a él". María Remedios "Meyi" Fernández González, es la viuda de José Emilio Menéndez Díaz, el comerciante gijonés -regentaba un sex shop en Avilés- fallecido en el grave accidente de autobús ocurrido el lunes. Meyi Fernández, su hijo, su familia y amigos, despidieron ayer por la mañana en el tanatorio gijonés a José Emilio Menéndez, de 58 años, y del tamaño de la pena de la viuda son sus dudas. Reconoce que está enrabietada, aunque no quisiera ser injusta, pero sobre todo no quiere mentiras. De ahí su convencimiento de que "tengo que pelear" por saber la verdad de lo sucedido en el accidente, y "si murió por las imprudencias" que no debería haber habido. Posibles imprudencias que va enumerando la viuda: en la velocidad del vehículo, en la capacidad laboral del conductor, en la protección que no tenía el pilar de la autovía....

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Su marido cumplía ese día con su rutina de volver a casa a comer cuando el Alsa regular de la línea de Cudillero-Avilés-Gijón se emprotró violentamente contra el pilar del viaducto en el carril de incorporación desde Avilés a la autopista "Y". Tan brutal fue el impacto que dejó muy pocas oportunidades de vida -falleció en el traslado al hospital San Agustín- a quien era un viajero diario desde hacía siete años en ruta Gijón-Avilés, Avilés-Gijón. A cuatro viajes por día, salvo los sábados y domingos. "Hace 15 años puso la tienda en Avilés y primero iba en coche hasta que se cansó. Se sacó una tarjeta de bus y llevaba siete años viajando así", relata la mujer.

Un hombre tan cordial que siempre que podía no iba a sentarse más allá de la segunda fila, para no perder la oportunidad de "ir hablando con el chófer de política o de lo que sea. De tanto como cogía el autobús conocía a los conductores habituales y tenía confianza", explica Meyi.

Que su marido, puntual como era, no llegara a casa a su hora, ni llamara para avisar de la tardanza fueron certezas suficientes para que Meyi Fernández supiera, mucho antes de que nadie se lo hubiera confirmado, que José Emilio Menéndez "estaba en aquel Alsa". "Cerraba la tienda, cogía el autobús, llegaba a Gijón, paraba a comprar el pan y a las dos y veinte estaba en casa. Si el autobús salía con retraso, aunque fueran cinco minutos, llamaba para avisar. Así que en cuanto mi hijo me dijo a las 14.30 horas que su padre no había llegado y le estaba llamando al móvil sin éxito yo ya pensé que mi marido estaba allí". Pasada media hora más sin noticias, por mucho que el teléfono del padre sonaba sin que nadie descolgara, unos amigos llevaron a la mujer y al hijo hacia el lugar del accidente. "No podíamos con la angustia", aclara la viuda, que allí tuvo el segundo convencimiento. El de que su marido no podía haber salido vivo. "Siempre se ponía en el segundo asiento. Así que cuando ví cómo había quedado lo tuve clarísimo".

Ayer Meyi Fernández tenía la necesidad de transmitir su agradecimiento a todos los que han estado pendientes de su marido, de ella misma y de su familia estos días, asistiéndoles en el hospital, acompañándoles en el tanatorio o haciéndoles llegar el cariño como hicieron muchos vecinos de Avilés. Pero también sentía el deber de contar que tiene muchas y no dudará en buscar cómo resolverlas.