Estilo sobrio, gestión serena

Conchita Saavedra imprimió sosiego frente al covid, pero los grupos de descontentos y la lista de espera están complicándole la pospandemia

Conchita  Saavedra. | Julián Rus

Conchita Saavedra. | Julián Rus / Pablo Álvarez

Pablo Álvarez

Pablo Álvarez

Que Conchita Saavedra Rielo sea gallega (Lugo, 1967) nunca debe ser subestimado. Prudente y poco dada a las grandilocuencias, tiene fama de dialogante y escuchadora. No cultiva las redes sociales –otro dato no desdeñable– y ha ido labrando una trayectoria marcada por la sobriedad. Como la mayoría de los directivos sanitarios de la región, es especialista en medicina de familia. Buena creadora de equipos, sus colaboradores suelen decir que trabajan a gusto a su lado.

Estudió la carrera en Oviedo y se dedicó a la urgencia hospitalaria (fue jefa de servicio en el Hospital Valle del Nalón). En 2015, fue nombrada directora general de Planificación Sanitaria de la Consejería de Salud, y cuatro años más tarde asumió la gerencia del Servicio de Salud del Principado (Sespa).

A lo largo de esta legislatura, supo imprimir serenidad en los momentos más críticos de la pandemia de covid-19. A su vez, contribuyó a que no se desgarrasen las siempre tirantes costuras entre la Consejería (ente planificador) y el Sespa (ente ejecutor). Cuando lo más difícil –los zarpazos del coronavirus– había pasado, llegó la gestión ordinaria, y ahí las cosas se le han complicado. Le quitan el sueño las largas listas de espera –en proceso de mejora– y está lidiando como puede con una crisis de Atención Primaria lastrada por la escasez de médicos. En las últimas semanas ha logrado un par de acuerdos valiosos con los sindicatos, pero tiene alzados en armas a un grupo de médicos de centros de salud y a un colectivo de enfermeras, auxiliares y otros trabajadores de los hospitales.

La incógnita reside en qué papel desempeñará una vez que sea elegida diputada. ¿Puede ser la próxima consejera de Salud o será reservada para tareas parlamentarias desde su rol de independiente? Una pista: desde Rodríguez-Vigil (1982-1991), en Asturias ningún consejero de Salud ha durado más de un mandato.

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