Todo lo que pasó en la fiesta religiosa de Covadonga: las sonadas palabras del Arzobispo y el emotivo adiós de la Escolanía

Sanz Montes trufa su homilía de Covadonga de alusiones a la actualidad política y carga contra los "ecolojetas" que "dejan al pairo la vida humana más vulnerable"

Un templo abarrotado, una homilía muy crítica con algunos aspectos de la actualidad política y una emotiva despedida de la Escolanía cuyos cantos han hecho inolvidables las ceremonias vividas –durante 78 años– en la basílica neorrománica de caliza rosa que se levanta en las estribaciones del Monte Auseva.

Estos fueron los ingredientes esenciales de la celebración religiosa de ayer en Covadonga con motivo de la festividad de la Santina. El santuario registró una abundante afluencia desde tres horas antes y se vio engalanado con ese sol limpio que convierte el paisaje circundante en un enclave de ensueño.

En una ceremonia que cada año coincide con la conmemoración del Día de Asturias, el arzobispo de Oviedo, Jesús Sanz Montes, optó por repetir el modelo de años anteriores: una homilía de matriz religiosa con alusiones a la Santina y a su significado para Asturias, pero salpicada de retazos de actualidad –con un alto voltaje político y social– que, una vez más, fueron recibidos con duras críticas por los partidos de izquierda.

Desde sillones de madera emplazados en primera fila, siguieron la misa tres políticos: el presidente del Principado, Adrián Barbón, y el presidente de la Junta General del Principado, Juan Cofiño, ambos del PSOE; y el alcalde de Cangas de Onís, José Manuel González, del PP. Barbón no pestañeó durante toda la ceremonia: se limitó a dar la paz a sus dos compañeros de sitiales en el momento indicado. Cofiño cerró los ojos y miró hacia las cúpulas del esbelto edificio en varias ocasiones.

de las profundidades del enol. Los buzos de la Federación de Actividades Subacuáticas extrajeron una imagen de la Santina, una tradición desde 1972 en el lago.

de las profundidades del enol. Los buzos de la Federación de Actividades Subacuáticas extrajeron una imagen de la Santina, una tradición desde 1972 en el lago. / Pablo Álvarez Pablo Tuñón

Los bancos delanteros del recinto religioso estuvieron ocupados por la plana mayor de los partidos PP, Vox y Foro; las máximas autoridades de la región de las esferas judicial, militar, policial y de la Guardia Civil; y diversos representantes de los ámbitos económico, empresarial, cultural y social.

Para muestra de lo dicho por el arzobispo durante la homilía, cuatro botones. El primero, sobre algunas posturas que incurren "en la trampa engañosa de salvar sólo algunas floras y faunas clasificadas por ciertas corrientes ecologistas que acaban siendo ecolojetas, mientras dejamos al pairo la vida humana más vulnerable".

El segundo, sobre determinadas expresiones del feminismo caracterizadas "por tanto postureo, tanto empoderamiento y tanta zafia mediocridad".

El tercero, sobre el "caso Rubiales", denominado por Sanz Montes "leyenda del beso" con reminiscencias de zarzuela. A juicio del arzobispo, los ciudadanos han asistido a "frivolidades teledirigidas durante días y días en noticias amañadas para distraer la atención, eclipsar las vergüenzas o manejar bajo cuerda pretensiones y apaños a cualquier precio y con la habitual mentira como arma política".

Y el cuarto, sobre las negociaciones entre el PSOE y Sumar –sin nombrarlos, pues el prelado asturiano suele subrayar que nunca menciona siglas políticas concretas– con los independentistas catalanes para tratar de formar un gobierno central para los próximos cuatro años. Sanz Montes observa en esos movimientos un intento de "levantar muros que nos separan, trincheras que nos enfrentan reabriendo heridas, o manipulando la realidad con noticias falsas o malbaratando a capricho un Estado de derecho que nos asimilaría a una república de banana malhadada rompiendo la convivencia".

Como contrapunto a todo lo criticado, el arzobispo de Oviedo reivindicó un testimonio humano que este pasado verano le dejó "una huella indeleble". Su protagonista es Irina, una joven mujer ucraniana que perdió a su marido y a uno de sus hijos –tiene dos más– durante un bombardeo en Kiev: "Su testimonio cristiano llegó a conmoverme profundamente por la hondura de una mujer no manipulada en su condición femenina, cuando tiene que afrontar los zarpazos más hirientes".

Jesús Sanz Montes se mostró muy sensibilizado con "los incendios malvados, ya sean naturales o provocados", que "arrasan cruelmente todo un pasado que sucumbe en el fragor de las llamas". Y expresó un caluroso elogio al "millón y medio de jóvenes" congregados en Lisboa durante la Jornada Mundial de la Juventud junto al papa Francisco: "No se dieron borracheras, ni destrozos urbanos, ni violaciones en manada, ni toneladas de basura tras su marcha".

Por lo demás, el santuario de Covadonga estuvo ayer concurrido desde temprano por una multitud variopinta que disfrutó de las piezas interpretadas por la Banda de Gaitas Ciudad de Cangas de Onís. La Santina portaba la valiosa corona –551 gramos de oro, 232 gramos de platino, 32 perlas, 983 rubíes y 2.572 zafiros– elaborada con joyas y donativos aportados por todos los asturianos y que el rey Alfonso XIII le colocó hace justo 105 años.

Para los miembros de la Escolanía ya hubo aplausos a la entrada. Pero los cantores de Covadonga fueron adquiriendo protagonismo con el avance de la ceremonia, y su sentido himno a la Santina del final –del final de 78 años de trayectoria– recibió un larguísima ovación y reflejó la emoción en los rostros de buena parte de los asistentes a la misa. Un portavoz de los escolanos tomó la palabra y se dirigió a la Virgen en nombre de sus compañeros: "Nos despedimos de ti con el corazón encogido y una sensación de desarraigo". El abad de Covadonga, Adolfo Mariño, quiso consolarlos: "La Santina no os deja y nosotros tampoco. Este hogar que es Covadonga siempre estará abierto para vosotros".

La Escolanía lloró sus últimas canciones

Foto de familia, ayer, tras la última canción de la Escolanía ante la Santina, en la Cueva. En la imagen aparecen, junto a Adolfo Mariño, abad de Covadonga, Jorge de la Vega, Alejandro de la Vega, Miguel de la Vega, Fernando Álvarez, Patricia García, Gabriel Llamigu, Bryan Cordero, Álvaro Cruz, Dylan del Corro, Emmanuel Acosta, Joel López, José Luis Vélez, Abraham Vecino, Samuel Vecino, Álvaro Vecino, Juan Pablo García, Edwin Noesi, Leonardo Moya, Noah Santos, Eduardo Fabián, Iker Luarna, Roberto Norniella, Fernando Fuego, Miguel Villarino, Iván Moro, Juan Concha, Rubén Bastián, Martín Bastián, José Antonio Morán, Juan Carlos Laria, Juan María Martínez, Ángel Gallego, Alejandro Martínez, José Manuel Fonseca, Alejandro Bengoa, Mateo Fanjul, Gabriel Pedrayes, Ramón Villoria, Juan José Labrador, Alfonso Remis, Mabel Sariego y las monjas Fabiola, Thaiane, Romilda, Aretuz y Francieli. No pudo estar Yolanda Rodríguez, integrante del equipo de la Escolanía. | Luisma Murias

Foto de familia, ayer, tras la última canción de la Escolanía ante la Santina, en la Cueva. En la imagen aparecen, junto a Adolfo Mariño, abad de Covadonga, Jorge de la Vega, Alejandro de la Vega, Miguel de la Vega, Fernando Álvarez, Patricia García, Gabriel Llamigu, Bryan Cordero, Álvaro Cruz, Dylan del Corro, Emmanuel Acosta, Joel López, José Luis Vélez, Abraham Vecino, Samuel Vecino, Álvaro Vecino, Juan Pablo García, Edwin Noesi, Leonardo Moya, Noah Santos, Eduardo Fabián, Iker Luarna, Roberto Norniella, Fernando Fuego, Miguel Villarino, Iván Moro, Juan Concha, Rubén Bastián, Martín Bastián, José Antonio Morán, Juan Carlos Laria, Juan María Martínez, Ángel Gallego, Alejandro Martínez, José Manuel Fonseca, Alejandro Bengoa, Mateo Fanjul, Gabriel Pedrayes, Ramón Villoria, Juan José Labrador, Alfonso Remis, Mabel Sariego y las monjas Fabiola, Thaiane, Romilda, Aretuz y Francieli. No pudo estar Yolanda Rodríguez, integrante del equipo de la Escolanía. | Luisma Murias / Pablo Álvarez Pablo Tuñón

El coro del real sitio puso ayer fin a 78 años de trayectoria: "Esto es pura emoción por todo lo vivido, que más allá de la música es fraternidad"

No cantaron. Más bien lloraron canciones en su último día de actuación. En particular, el himno a la Santina, que muchos de ellos concluyeron entre lágrimas o con los ojos humedecidos. Esta emoción la irradiaron a la práctica totalidad de los asistentes a la misa de Covadonga y se prolongó, a continuación, en la ofrenda que hicieron a la Virgen, en la procesión por la explanada y en la visita a la Santa Cueva. Tras 78 años de convivencia, educación y música en el Real Sitio, la Escolanía de Covadonga puso ayer punto y final a su trayectoria tras una paulatina pérdida de efectivos que había reducido la cifra de alumnos a solo cinco.

Durante toda esta novena a la Virgen de Covadonga –y en otras ocasiones anteriores–, las filas del grupo se vieron reforzadas por escolanos de etapas precedentes. Ayer, en el santuario se congregaron hasta 40 voces multirraciales y de edades muy dispares. Los cantores más jóvenes estaban bañados en lágrimas.

Ángel Gallego fue escolano entre 1970 y 1978: "Hoy es un día muy duro. Nos llevamos el cariño de la gente. Esto es mucho más que guajes que cantan, tocan instrumentos o dirigen coros; lo más importante es el factor humano", destacó, muy emocionado.

El último director de la Escolanía, Jorge de la Vega Laria, puso de relieve que "más allá de la música, el día de hoy es pura emoción por todo lo vivido en estos 78 años, por los chavales, por la fraternidad entre ellos". Y prosiguió: "Los mayores vienen sin necesidad de pedírselo, quieren venir a cantar y a convivir con sus hermanos, porque en realidad son hermanos. Hemos sentido mucha emoción por la ovación de la gente. Sabemos que se quiere a la Escolanía y desde la Escolanía siempre hemos dado lo máximo".

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