Me quedo en el pueblo

A Yolanda Balsa la artesanía le cambió la vida y dejó la limpieza de casas para triunfar con sus obras

"El trabajo se llegó a convertir para mí en algo obsesivo. Marchaba a las ocho de la mañana y volvía a las nueve de la noche. Tenía trabajo bastante y aún buscaba más"

Yolanda Balsa García, con parte de sus obras, en su casa en Busto.

Yolanda Balsa García, con parte de sus obras, en su casa en Busto. / Ana Paz Paredes

Hace poco más de un año que Yolanda Balsa García se ha dado de alta como artesana para dedicarse de pleno a un trabajo que, cómo ella explica con emoción, cambió su vida. «Mi vida cambió para bien pero al principio, cuando tuve que dejar mis otros trabajos que, además, me gustaban, para dedicarme de pleno a la artesanía, fue muy duro porque no sabía por donde tirar. Pero desde que ya estoy con mi obra dedicada a ella de forma plena, estoy mucho mejor, estoy encantada. Es más, puede decir que nunca me sentí tan feliz. No es que antes no lo fuera, es que ahora lo soy más», explica esta mujer, natural de Busto (Valdés), donde reside con su familia, mientras muestra su obra llena de colorido y con la que está triunfando en las redes sociales y a los mercados que ha comenzado a acudir.

Durante años se dedicó a trabajar en casas limpiando, cocinando y planchando. «El trabajo se llegó a convertir para mí en algo obsesivo. Marchaba a las ocho de la mañana y volvía a las nueve de la noche. Tenía trabajo bastante y aún buscaba más», confiesa esta mujer para quien, como para mucha gente en este país, el covid y la pandemia supuso un antes y un después en su día a día. «Cuando estuvimos encerramos la pintura fue mi tabla de salvación. Yo ya llevaba más de cinco años haciendo cursos de manualidades y de decoración porque siempre me había gustado. Como no podía ir a las casas me pasé todo el tiempo pintando y haciendo trabajos de decoración en casa. Un día hice un par de faros y los puse en el exterior y cuando la gente empezó a salir empezó a preguntarme si podía hacer uno para ellos, les gustaba mucho mi trabajo. Menuda alegría. A partir de ahí me planteé trabajar en lo que tanto me gustaba, desde casa», explica.

Su primera obra por encargo fue la decoración de una maceta para una vecina de Barcia. Sus macetas, hechas con gusto y al detalle, representan diferentes tipos de personajes, oficios y personas. «Yo ya las vendía en diferentes floristerías de Grado, Luarca, Tapia o Navia. Luego, en un encuentro de emprendedores en Luarca, conocía a una informática que me creo un perfil en las redes sociales con el nombre de «Balsa decoración» donde empecé a mostrar mis trabajos y la gente empezó a hacerme encargos. Quedé sorprendida con lo que gustaba y fue para mí un incentivo tremendo, aún más cuando acudí a mi primer mercado», afirma esta mujer para quien no hay objetivo viejo u olvidado que no pueda cobrar una vida nueva a través de su pintura, su creatividad y su trabajo decorativo hecho al mínimo detalle, con elegancia y con imaginación.

En su casa tiene macetas decoradas con personajes como Harry Poter, Wally, Bob Esponja, una pareja de gaiteros y el grupo de baile, una pareja de novios, unas costureras, un guardia civil y hasta una procuradora, por citar apenas poco de lo mucho que allí tiene. Asimismo decora con sumo gusto viejas lecheras, madreñas, jofainas, frascos de cristal, tablas de cocina, planchas y hasta sartenes donde, además de pintarlas a mano incorpora piezas en primer plano que incrementa la profundidad de su trabajo. A destacar también el trabajo de su madre Mari Carmen, una «maga» del ganchillo y que, además de preciosos jerseys y chalecos, crea entrañables «pitinas» de ganchillo que causan sensación. «Salí a ella y a mi abuela. Yo, nueve años, ya hice mi primera colcha de ganchillo», recuerda Yolanda que habla con orgullo y emoción de su madre, también su gran apoyo, junto a su marido, su hijo y su nuera, en su nueva etapa en la vida como artesana profesional.

El próximo mercado en el que estará con sus trabajos de «Balsa Decoración» será este domingo 17, en Soto de Luiña; el día 24 en Jarrio y ya, en Semana Santa, del 28 al 31 de marzo, en Puerto de Vega (Navia).

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