Mea culpa de un optimista

El anuncio realizado por Rodríguez Zapatero en 2009 y el devenir de una obra para la historia

Antonio Trevín

Antonio Trevín

En el verano de 2005, cuando se inició la perforación de los túneles de Pajares, Zapatero aseguró que el AVE llegaría a Asturias en 2009. Yo estaba allí al lado de Magdalena Álvarez, la entonces ministra de Fomento. A un Presidente de España no hay ministra que le tosa y, por ello, nadie rechistó, pero el acto tuvo sus prolegómenos fuera de focos. La ministra le insistía a Zapatero, al dirigirnos al encuentro con los medios, que en el 2009 se culminaría el calado de los túneles. Él la escuchaba un tanto distante, por lo que Magdalena, mirándome repetía: "Delegado, lo oíste, ¿no?, en el 2009 es el calado de los túneles". El acto finalizó con el discurso presidencial y su alto y claro: "El AVE llegará a Oviedo y Gijón en 2009". La cara con que la ministra me miró fue todo un poema.

Le di muchas vueltas al por qué de dicho anuncio. Creo, hoy, que se trató de un optimismo antropológico unido al intento de forzar al Ministerio de Fomento a agilizar, cuanto pudiera, la obra. Razones que me contagiaron por lo que, como Delegado del Gobierno, fui dando varias y diversas fechas, tan poco acertadas como la del presidente Zapatero. Entono hoy, por ello, el mea culpa de un optimista contagiado.

Los veinte años que duró la obra fueron una constante disputa de calendarios. Algunas de las fechas comprometidas tienen explicaciones tan curiosas cómo esta. Otras se deben a un proyecto muy poco definido, inundaciones sobrevenidas, sequías presupuestarias, otras prioridades territoriales, propuestas disparatadas y cambios impuestos por rabietas político-personales

En 2003, José María Aznar, aprobó la obra por 1.085 millones de euros, con un plazo de ejecución de cinco años, sin realizar estudios geológicos, ni hidrológicos y con un proyecto constructivo inadecuado. Algo difícil de entender porque desde 1981 Renfe contaba con un "Estudio geológico-geotécnico del Paso por Ferrocarril de la Divisoria Astur-leonesa", para el anteproyecto de la Variante. En el mismo, se indica que la ladera de Campomanes, donde 25 años después se ubicará el Punto de Adelantamiento y Estacionamiento de Trenes de Campomanes, está afectado por ocho deslizamientos del terreno.

Los veinte años que duró la obra fueron una constante disputa de calendarios; en algunos casos por ser un proyecto poco definido

Los estudios solventes para La Variante llegaron con la obra ya iniciada, por lo que cada problema de ingeniería que se presentaba, exigía una solución apresurada y un desembolso económico mayor. Por ejemplo cuando, meses después de haber iniciado la excavación del túnel por las tuneladoras, "se produjera una irrupción brusca de agua y lodo por el frente de excavación, que en ese momento se encontraba en el punto kilométrico 11,887". Lo curioso de todo ello fue que las imágenes de dichas inundaciones fueron utilizadas años después, gobernando ya Mariano Rajoy, para justificar el lentísimo avance de las obras. Pero ya no era por una riada, sino por sequía presupuestaria. Muy agravada por un mal muy extendido en el desarrollo de la obra pública en España: las tensiones territoriales multiplican la puesta en marcha de infraestructuras, muy por encima de la racionalidad presupuestaria.

Las obras avanzaron a buen ritmo entre mitad de 2004 y finales de 2011, ejecutándose 2.700 millones a unos 350 millones/al año. Pero en los años 2012, 2013 y 2014 se invirtió la misma cantidad que en uno solo de los años anteriores. En 2015 de los 317,25 millones/€presupuestados se ejecutaron 142,25 millones/ y el 2016 fue de los de menor inversión en La Variante. Magdalena Álvarez fue la única que acertó con una fecha (el calado de los túneles) y la que dedicó mayor presupuesto anual a la obra. Con Rajoy en el gobierno cambiaron también las prioridades territoriales. La Alta Velocidad a Galicia se convirtió en la estrella como demuestran presupuestos y su ejecución. En 2013 de los 180,5 millones/presupuestados en Asturias, se ejecutaron el 37,4%. En la Comunidad gallega, con una cantidad programada casi seis veces mayor, el grado de ejecución fue del 76.7%.

Hubo también propuestas disparatadas. Rajoy, se comprometió a tener en funcionamiento, ¡con un solo túnel!, el trayecto ferroviario de la Variante, antes de acabar 2014. La normativa europea, además del sentido común, lo impedían.

Pero no fue la única decisión singular de su gobierno. En la presentación del proyecto de Presupuestos para 2017 se anunció el cambio del ancho de vía, del ibérico al internacional. Tal decisión, derivada del pacto político–electoral entre Foro Asturias y el Partido Popular, supuso un radical cambio de criterio por parte del gobierno de España. Se puso una obra descomunal de ingeniería al servicio de irracionales caprichos y obsesiones personales del líder de Foro en aquellos momentos.

Menos mal que hubo cambio de gobierno y volvió a primar la lógica y la racionalidad. Se retomó el proyecto y aún incumpliendo alguna fecha más, por fin están acabados los túneles de Pajares. Sus 49,7 kilómetros, los sitúan entre los séptimos más largos del mundo, los sextos de Europa y los segundos de España. Y entre los tres primeros del mundo por dificultad geológica y técnica.

Podemos y debemos los asturianos, sentirnos orgullosos de ellos. A las fuerzas políticas en cuyos mandatos se desarrolló la obra, les recomiendo la máxima de Dos¬toyevski: "Nada es más fácil que denunciar al adversario, nada es más difícil que entenderlo". Tratemos de entender, por tanto, a los responsables de una obra que inició su andadura con un simple proyecto básico para hacer frente a retos de extrema dificultad sin contar previamente con estudios geológicos e hidrológicos, ni proyecto constructivo adecuado. Como decía Santiago Carrillo: "En política no existe el arrepentimiento. Sencillamente uno acierta o se equivoca".

Y cuando sucede lo segundo, no queda más que pedir disculpas o pecar de prepotencia.

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