De malos estudiantes

El Avilés vive hoy la undécima ocasión en la que se juega el curso en la última jornada, nueve de ellas por evitar un descenso

UN MOMENTO DEL PARTIDO

UN MOMENTO DEL PARTIDO / Mara Villamuza

Jorge Valverde

Jorge Valverde

Dejar los deberes para el último día no es recomendable. De los 41 cursos que constan en el expediente del Real Avilés Industrial, casi la cuarta parte registran ese trance. Para más concreción, y sin contar la de hoy, son 10 las veces que el alumno industrialista no dejó resuelto su futuro antes de la última jornada de la liga regular.

Lógicamente, esa incertidumbre no apunta solo hacia lo negativo, pero lo cierto es que, con algo positivo en juego, aunque luego no lo certificara, solo experimentó dos veces. La primera, en 1996, en aquel recordado viaje a Tudela, justo cuando los dispositivos móviles empezaban a competir con la radio en eso de transportar noticias. Aquel gol de Fran Alonso, de cabeza, rematando un córner ejecutado por Joaquín, desataba la fiesta avilesina en la capital de la Ribera de Navarra, que después no tendría continuidad en la Promoción de Ascenso a 2ª División.

La segunda, hace 3 años, en la rocambolesca Liga poscovid, cuando los goles de Natalio Lorenzo (2) y Cedrick Mabwati sentenciaban en Llanes (2-3) el pase a las eliminatorias ante Caudal, San Martín y el propio rival oriental. La conclusión traía el éxito en pos de la nueva 2ª RFEF, si bien no era un ascenso como tal, ya que el Real Avilés seguiría encaramado en el mismo escalón del sistema de ligas, el cuarto, representado a partir de ese momento por el engendro de la reestructuración rubialista.

El primer caso de resolución en última jornada de campeonato regular sucedía en la temporada inicial del club. Los blanquiazules visitaban el desaparecido Manuel Rivera ferrolano, donde, con gran sufrimiento, aseguraban la permanencia en la 2ª B de dos grupos, gracias a un zapatazo, el de Tino Rúa, que el próximo día 27 cumple el 40º aniversario.

Un par de primaveras después, en 1986, el equipo trataba de escapar de su primer año en 3ª. El de José Ramón Fuertes, que ganaba en Turón, era un equipo muy ofensivo, pero sus 93 goles eran insuficientes para entrar en promoción, al quedar fuera en un increíble triple empate con Caudal y Langreo.

El sinvivir de 1998 tenía final feliz… en diferido. Ante el Pontevedra, los goles del ovetense David Fernández y del pernambucano Fernando dos Santos valían para evitar el descenso directo, pero no la Promoción de Permanencia, superada en Zamora. En 2000, mismo equilibrio sobre el alambre, pero diferente final; frente al desaparecido Universidad LPGC, en el grancanario Campus de Tafira, el empate no era posible y los posteriores cruces con Talavera y Novelda volvían a dar con los huesos blanquiazules en 3ª División.

En la última jornada de la campaña 2002-2003 sucedía algo llamativo. Al Real Avilés de Fabri González le urgía vencer al Alcorcón, que estaba al mando del avilesino Raúl González. Los alfareros abrían el marcador poco antes del descanso y la remontada se sustentaba en el penalti –de los considerados prescindibles– cometido por el exblanquiazul José Alberto Rodríguez y en el tardío gol del argentino Luis Tonelotto, que edulcoraba la celebración a base de "butifarras" destinadas a míster Fabri. Para la posteridad quedaría el "¡Qué alegría, qué alboroto, otro gol de Tonelotto".

Rozando la tragedia

Hubo dos momentos especialmente rayanos a la tragedia. Quien saliera perdedor del Suárez Puerta en la tarde del 17 de mayo de 2009, Real Avilés o Nalón, daría con sus huesos en Preferente y ese fue el equipo de Olloniego, claudicante a los 4 goles blanquiazules, dos de Héctor Quintanilla. El colmo de lo angustioso se padeció el 13 de mayo de 2018 (y días posteriores), ya que el Mosconia, por delante en el marcador durante medio partido, a punto estaba de provocar algo de lo que no hay precedente, el hundimiento del Real Avilés en el nivel 5.

En una segunda parte fulgurante, los goles de Anselm Pasquina (2), Paulo Piel y Luis Nuño dejaban la cosa en un 4-1 que valía para evitar la catástrofe inmediata, que no definitiva. Para remediarla tendrían que transcurrir 42 días y 42 noches, nada más y nada menos, y todo gracias al postrero ascenso del Langreo, después de tres eliminatorias y gol concluyente del avilesino Omar Sampedro.

Peor desenlace acabó teniendo la última jornada de la 2014-2015, bajo los efluvios de John Clarkson. A la derrota en Santiago de Compostela se sucedían las victorias de los dos que precedían en la clasificación (Atlético Astorga y Lealtad), la amenaza de la Promoción de Permanencia y el desplome en Elda.

Dejar la tarea para el último día: dícese característica de los malos estudiantes. Para ser justos en el reparto, aquí también tendrían cabida los malos profesores.

Suscríbete para seguir leyendo