de lo nuestro Historias Heterodoxas

Nacho Martínez, el galán de esta villa

El actor mierense, fallecido en 1996 a los 44 años, protagonizó la película "Matador", de Pedro Almodóvar y participó en muchas series

Nacho Martínez, visto por Alfonso Zapico.

Nacho Martínez, visto por Alfonso Zapico. / Alfonso Zapico

Ernesto Burgos

Ernesto Burgos

Nacho Martínez murió el 23 de julio de 1996 en el Hospital Central de Asturias, pocos días después de haber cumplido 44 años, tras siete años de lucha contra la enfermedad. Primero una grave pancreatitis y a continuación un cáncer de pulmón truncaron la carrera del actor más conocido de la Montaña Central. Un mes antes de su final, a las ocho de la tarde del 18 de junio de 1996 se despidió de Mieres pronunciando el pregón de fiestas de San Xuan desde el balcón del Ayuntamiento y a pesar de su deterioro físico aún pudo encandilar a quienes lo aplaudieron reconociéndolo como el galán de esta villa.

Ignacio Manuel Martínez Navia-Osorio había nacido aquí el 8 de julio de 1952 junto a Celia, su hermana melliza, siendo los últimos de los cinco hijos que tuvo el matrimonio formado por el médico allerano Ignacio Martínez Hevia y Mari Luz Navia-Osorio, quienes vivían en la calle Teodoro Cuesta. Y aquí pasó su niñez y su adolescencia, estudiando en el colegio "Aniceto Sela" y en la Academia Lastra, donde realizó los primeros estudios para pasar después un año en los marianistas de Pola de Lena, antes de trasladarse a vivir a Oviedo cuando cumplía catorce años.

Ya en la capital, se matriculó en la facultad de Filosofía y Letras con el objetivo de ingresar después en el Cuerpo General de Archivos y Bibliotecas, pero al mismo tiempo su inquietud cultural le llevó a participar en algunos cortos y en películas experimentales filmadas por el prolífico Ignacio Gracia Noriega, llamando la atención de Etelvino Vázquez, uno de los pioneros de la modernización del teatro asturiano que lo convenció, sin tener que insistir demasiado, para que participase en la gira que hizo su grupo "Caterva" con la obra "Ubú rey" por toda España.

"Ubú rey" se representó en 1975 en Madrid en el Teatro Alfil, que entonces llevaba el director Ángel García Moreno, amigo inseparable de otro gran actor mierense: Pedro Civera, con quien esta villa tiene pendiente un reconocimiento público, tanto por su currículum en el mundo artístico como por el apoyo que siempre dio a los jóvenes que después de él fueron llegando desde Mieres hasta la capital buscando su lugar en el mundo de la farándula.

Según el autor Nel Amaro, tanto García Moreno como Civera mantuvieron siempre el orgullo por sus raíces y unos años más tarde participaron en la tertulia que organizó en "Bocaccio" el director de casting Luis San Narciso, también frecuentada por Víctor Manuel y "Lito" Fernández Peláez, completando así lo que bien podemos denominar como "el grupo del Capitol".

Pero en esos años Nacho Martínez no perdió el contacto con los escenarios asturianos. Formó parte del elenco del grupo universitario de Emilio Sagi "Laboratorio de Danza", que estrenó en el teatro Campoamor el 30 de junio de 1978 una rompedora adaptación de La Regenta llamada "Los sapos de Vetusta", con un reparto en el que también estaban el diseñador Luis Antonio Suárez, el escenógrafo y pintor Germán Madroñero, la escritora Ángeles Caso y la musicóloga de la Universidad de Oviedo Beatriz Martínez del Fresno.

Gracias a Pedro Civera, Nacho Martínez pudo conocer en Madrid a Verónica Forqué y trabajó junto a ella, Florinda Chico, Pilar Bardem, Carmen Utrilla, Gregorio Alonso, Montse Calvo, Carmen Rossi y Nacho Osorio en "María la mosca", del autor Miguel Sierra, que se presentó con éxito en el Teatro Infanta Isabel bajo la dirección escénica de Ángel García Moreno el 7 de marzo de 1980. Sin embargo, tras un año de gira vino una mala época y tuvo que buscar otros empleos como el de camarero, aunque eso sí, matando el gusanillo teatral como figurante en las parodias de cenas medievales que se organizaban en castillos y en la Plaza Mayor.

Por fortuna Nacho siempre tuvo buena locución y una voz característica que le permitió dedicarse al doblaje. Puso el acento español a grandes actores como Richard Chamberlain, George Peppard, Richard Gere, Keith Carradine, Fabio Testi, el primer Sylvester Stallone; aunque al principio también le tocó humanizar a Jolly Jumper, el caballo de Lucky Luke. Curiosamente fue el doblaje de otro animal el que le devolvió la suerte, si damos crédito a la anécdota que cuenta como un día, cuando el productor Elías Querejeta, que se presentó en el estudio "Sincronía" buscando una voz para el oso de la película "Feroz", reconoció en nuestro actor al personaje ideal que debía representar el papel del hermano de "Tasio", la ópera prima de Montxo Armendáriz estrenada en 1984.

Dos años más tarde ya estaba trabajando en el Centro Dramático Nacional dirigido por Lluís Pasqual en un espectáculo titulado "5 Lorcas 5" donde se incluyó el "Diálogo del Amargo", compartido con Antonio Banderas.

Casi al mismo tiempo rodaba "Matador", de Pedro Almodóvar, con Assumpta Serna, el mismo Banderas, Eusebio Poncela y Carmen Maura. Allí hizo uno de los principales papeles representando a un torero retirado anticipadamente a causa de una cornada. Sin embargo, el mismo año el diario "El País" todavía se refería a Nacho como un actor secundario "asturiano grandón de 34 años, con voz cotizada en doblaje, presente en la última hornada de películas españolas como "La mitad del cielo", "El viaje a ninguna parte" y "Adiós, pequeña"".

La realidad era que en ese momento, el mierense ya estaba introducido definitivamente en el círculo más próximo al director manchego, con el que iba a volver a rodar en "La ley del deseo" en 1987 y "Tacones lejanos" en 1991. Y es que el palmarés de Nacho Martínez, a pesar de su corta vida, fue impresionante por la calidad de sus intervenciones. Además de participar en las series de televisión "Los pazos de Ulloa", "El olivar de Atocha", "La huella del crimen", "Los jinetes del alba", "Para Elisa", "Un día volveré", "Historias del otro lado", en sus 26 películas para la gran pantalla fue dirigido entre otros por Miguel Picazo, Manuel Gutiérrez Aragón, Fernando Fernán Gómez, Imanol Uribe, José Luis Cuerda o Gonzalo Herralde.

La enfermedad le llegó justo en el mejor momento de su carrera, en 1989, cuando rodaba para TVE "El olivar de Atocha" y preparaba otra obra de teatro. Desde entonces sus ingresos hospitalarios fueron una constante, pero no dejó de trabajar ni de participar activamente en las movilizaciones organizadas por la Unión de Actores.

En 1994 recibió el homenaje del mundo del teatro y el cine asturianos en el festival de Gijón y el mismo año de su muerte llegó a las pantallas su último largometraje: "Mi nombre es sombra" del asturiano Gonzalo Suárez, el mismo con quien había debutado como actor en "La Regenta", rodada en Oviedo en 1974.

Cuando le pidieron que definiese a Nacho, Gonzalo Suárez lo dejó claro: "Era un actor que lo tenía todo. Recuerdo que causaba asombro, porque era un galán perfecto, de los que no se daba en el cine español. Lo tenía todo para triunfar, podía haber hecho mucho más, pero, desgraciadamente, la enfermedad no lo permitió". También Almodóvar lamentó la muerte de un amigo muy cercano: "Me daba una especie de nobleza viril que tiene que ver con la galanura, pero que es otra cosa: una especie de peso, de gravedad. En su imagen de galán se mezclada algo trascendente, doloroso, de un dolor relajado. Y creo que todas esas cualidades las tenía también personalmente".

En 2002 el Festival Internacional de Cine de Xixón (FICX) instituyó el Premio Nacional de Cinematografía "Nacho Martínez" que se mantuvo hasta 2020. En aquel año, que todos recordamos por el desastre de la pandemia, falleció de un infarto a los 83 años el escultor Jaime Herrero, encargado de hacer cada año la estatuilla que recibieron entre otros Imanol Arias, Lluís Homar, Carmelo Gómez y la misma Verónica Forqué, y se tomó la decisión de no entregar más el Premio por la falta de su autor.

El caso es que esta disculpa fue bien pobre porque para cada ocasión se hacía una pieza diferente y otro autor pudo haber cogido el relevo de sus diseños. Muchos actores y amigos de Nacho protestaron por esta decisión, pero en Mieres el hecho pasó desapercibido, y es lógico, porque no podemos meternos en casa del vecino.

Además, hacerlo sería de cínicos, ya que aquí no se recuerda de ninguna forma a nuestro malogrado protagonista, lo que es una circunstancia casi única entre las localidades de mayor o menor tamaño que han tenido la suerte de contar entre sus vecinos con algún artista de la misma talla.

Por toda España pueden encontrarse calles, salas de teatro, auditorios, concursos o galardones con los que se guarda la memoria de sus artistas, pero a nosotros aún nos queda mucho para comprender como en medio de una creciente globalización, la identidad de los pueblos solo se puede mantener gracias a estas pequeñas acciones.

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