A contracorriente

Morcín, un entusiasmo arraigado

Un concejo con una gran actividad asociativa y una gastronomía muy destacada

Carlos Cuesta

Carlos Cuesta

Este concejo de la Montaña Central y sujeto a ese Monsacro cautivador y paisajístico, vive con intensidad su pasado y recuerda con fervor un presente halagador. La sociedad civil de este municipio lo tiene muy claro y defiende con pasión el acontecer cotidiano de un territorio de raíz minera y cargado de tradiciones seculares. Y la unión hace la fuerza. La Hermandad de la Probe, la Cofradía de los Nabos, junto con diferentes asociaciones vecinales y societarias donde las mujeres tienen un papel determinante, conforman un conglomerado cultural, animoso y lúdico que arrastra sentimientos y deseos de avance y modernidad.

Este enclave trabaja unido en la defensa de sus valores y en la prosperidad de sus habitantes con la corporación municipal de mascarón de proa de todo tipo de actividad que redunde en beneficio de la comunidad.

Y esta realidad es todo un ejemplo de esfuerzo, ánimo, gentileza, proyección, apasionamiento y devoción con lo propio. Lo suelo comentar con frecuencia a mis amigos morciniegos que todo lo que surge en Morcín triunfa. Todo se promociona y se le da la categoría adecuada. Un ejemplo, el quesu afuegalpitu, los nabos, los embutidos o las veneradas "casadielles", que cumplen con los requisitos de una buena despensa gastronómica.

Morcín es así, y su paisaje y paisanaje va ensamblado con la raíz del entendimiento y las buenas costumbres con esa intención de construir una sociedad más auténtica y dinámica. La minería sucumbió a este tiempo tras años de producción y economía boyante. Urge en este momento de cambio e incertidumbre acudir a nuevas formas de trabajo con las nuevas tecnologías y los productos agroalimentarios de razón financiera. Morcín tiene futuro y con esas gentes tan ilusionadas con lo doméstico, el porvenir está asegurado.

El turismo, sin ser la panacea, hay que explotarlo con racionalidad, el universo del queso lo mismo y sus caminos infinitos de montaña, las capillas del Monsacro y la enorme hospitalidad de sus parroquianos hacen el resto. El entusiasmo arraigado en el ADN de todos los convivientes de aquí convierten a este concejo de la Asturias central en un modelo singular de apego por lo íntimo y las tradiciones imborrables. Y es que Morcín es leyenda, romance, crónica y esencia de lo más genuino y emblemático. La sociedad civil sigue mandando y eso es acción popular de un pueblo afectado por lo solariego y patrimonial. ¡Todo entusiasmo!

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