Ardines y la poca vergüenza

Las explicaciones sobre los resultados del PSOE en San Martín del Rey Aurelio

Ardines y la poca vergüenza

Ardines y la poca vergüenza / Tomás Fernández Antuña

Tomás Fernández Antuña

Tomás Fernández Antuña

En ocasiones, sobre todo en política, solemos llamar habilidad a la falta de vergüenza. Y fue vergüenza lo que sentí al leer la entrevista que José Ramón Martín Ardines (candidato del PSOE y secretario general socialista en San Martín) concedió a este periódico el pasado lunes. Vergüenza y repugnancia política ante las absurdas excusas, las ridículas coartadas y, lo que es más grave, la búsqueda de culpables ajenos a su propio fracaso para tratar de eludir su máxima responsabilidad ante los peores resultados de la historia del socialismo en San Martín del Rey Aurelio.

Alguien dijo que la mala política es el arte de buscar problemas, luego encontrarlos, más tarde hacer un diagnóstico falso de la realidad y, finalmente, aplicar los remedios equivocados. Pero, a todo esto, Ardines le añade con su forma de proceder un elemento de mayor bajeza al pretender culpar a otros, concretamente a José Ángel Álvarez, "Quirós" (alcalde saliente), de sus propios errores. En política, y en general en la vida, echar la culpa a los demás de nuestras torpezas es la forma más cobarde de cargar las responsabilidades en las espaldas ajenas. Por tanto, no es de recibo, ni en política tiene un pase, el pretender hacerse la víctima de las situaciones y de las circunstancias que uno mismo crea. Y con ello no estoy negando que Ardines sea una víctima política (que de hecho ya lo es por los pésimos resultados obtenidos) pero debo matizar que es una víctima exclusiva de sus propios errores, sin que quepa atribuirle al anterior equipo de gobierno responsabilidad alguna de lo que, a todas luces, es su fracaso personal y, por extensión, el fracaso de todos los socialistas de San Martín del Rey Aurelio, entre los que me incluyo.

En la mencionada entrevista, Ardines atribuye los malos resultados del 28 de mayo a "múltiples variables" entre las que, ni por asomo, insinúa o contempla esa variable que pudiera resultar la más obvia y evidente a los ojos de cualquier persona sensata: que su candidatura provocó un rechazo en una parte del electorado (e incluso me atrevería a decir, de la propia militancia) con la consiguiente pérdida de dos concejales. Ante su respuesta, el periodista se ve obligado a lanzarle una pregunta directa (imagino que, al igual que yo, no debía dar crédito a lo de las "múltiples variables"): "¿Algo de autocrítica?". Pues no, miren ustedes, ni con esas. Ardines pasa entonces de las "múltiples variables" a aquello de que "los vecinos han sido críticos con nuestra gestión de los últimos años" (vamos, que el secretario de la Agrupación de San Martín dice, nada más y nada menos, que el Ayuntamiento no se gobernó bien y, no se lo pierdan, que han fallado en la gestión de los intereses vecinales).

Ante su respuesta, en la que critica al gobierno local del partido que él dirige y representa (yo aquí tuve que frotarme los ojos), el periodista, nuevamente, se ve abocado a lanzarle otra pregunta clara y directa: "¿Culpa a Quirós?". Y es aquí donde Ardines despliega toda la hipocresía que en ese momento es capaz de reunir para soltar un "NO" aislado, lacónico y elocuente; si bien matiza ese "NO" diciendo que, a veces, "la mala gestión" no siempre es culpa del político que gobierna sino de las "circunstancias socioeconómicas". O sea, a su entender Quirós y su equipo de gobierno han hecho una "mala gestión" pero "NO" son los culpables.

Créanme que me resultó más fácil entender el misterio de la Santísima Trinidad que lo que Ardines no quiso decir pero dijo en esta esperpéntica entrevista.

Pero tras haber manifestado que Quirós "NO" tenía la culpa, pese a no haber sabido gestionar bien el Ayuntamiento y a que le llovían las críticas y a las puñeteras circunstancias socioeconómicas, y a las múltiples variables y tal y tal…..; en un momento dado de este circo, y ante la pregunta de cómo valoraba los resultados electorales en el Valle del Nalón, el compañero Ardines se descuelga con esta reflexión: "Al parecer hay alcaldes socialistas que lo hicieron mejor que otros a ojos de los vecinos", y cita los nombres de los que, a su juicio, lo hicieron bien. Obviamente, entre los mencionados, no aparece Quirós (y eso que Quirós no tiene la culpa de los resultados. Menos mal). Pero miren por dónde, es precisamente en este punto donde no puede mencionar al tan vilipendiado alcalde saliente, por dos evidentes razones: la primera porque Quirós no era el candidato y Ardines sí; y la segunda porque si algo ha demostrado Quirós, a juzgar por los resultados electorales obtenidos, es que ha sido mejor candidato que el ilustre consejero de Industria y que su fiel jefe de Gabinete.

Ignoro quién ha felicitado a Ardines por las calles de Sotrondio, según él mismo relata en su insuperable entrevista. Quizá la felicitación haya provenido de alguno de esos despistados que, sin mala intención, se confunden en los funerales y en vez del pésame dan la enhorabuena; o lo que es más grave; quizá le hayan felicitado gentes mal intencionadas que consideran que el peor resultado de la historia del socialismo en San Martín no es tan malo teniendo en cuenta el candidato que se presentaba.

También ignoro si, finalmente, Ardines y su equipo van a ser capaces de llegar a un acuerdo de gobernabilidad para que el PSOE siga dirigiendo el Ayuntamiento como lo ha hecho ininterrumpidamente desde la democracia. Sinceramente, y como militante socialista, así deseo que acontezca. Pero igualmente como militante, me produce asco y repugnancia que se pretenda cargar un claro y rotundo fracaso electoral sobre las espaldas del anterior alcalde al que nadie puede negarle, con sus aciertos y sus errores, su entrega y trabajo constante por el Ayuntamiento. Jamás Quirós se mereció el trato recibido por Ardines, ni mucho menos por Enrique Fernández (consejero de Industria y exalcalde del concejo), el gran muñidor silente y ausente de esta trama, pues Quirós fue para Enrique un hombre leal, fiel y honesto en su primera legislatura como alcalde de San Martín, donde Enrique estuvo muy solo y, por qué no decirlo, bastante aislado por la entonces ejecutiva local. Prueba de ello es que, en su segundo mandato, el hoy repudiado Quirós fue su número dos y hombre de confianza.

Aún recuerdo las palabras de Enrique en el Teatro de El Entrego cuando presentó y avaló su candidatura: "Quirós no es un intelectual, ni un académico, ni un ideólogo. Para ser alcalde uno no necesita títulos académicos, ni doctorados, ni carreras superiores sino ganas de trabajar por el pueblo. Quirós es un trabajador, una persona que se desvive por los problemas vecinales, por las necesidades de San Martin". Algo así creo que dijo. Se puede ver en alguna plataforma digital donde aún se conserva su actuación. Pues sí Enrique, ese ha sido y sigue siendo Quirós; el mismo Quirós al que ahora se le pretende desacreditar y al que dejaste abandonado a su suerte.

Hace mucho tiempo que Enrique me ha decepcionado pues, tristemente, terminó convirtiéndose políticamente en aquello que al inicio quería combatir. De hecho, cuando esto escribo, me viene a la memoria una frase suya de las interminables reuniones de aquel finiquitado Grupo Social (de donde él salió) y que hoy toma para mí cierta relevancia. Decía: "cuanto uno más se acerca a este PSOE más se aleja de la ciudadanía". Touché.

En política es muy bonito lo que algunos dicen y como lo dicen, pero, con la edad, uno aprende a quedarse, no con lo que dicen sino con lo que hacen. Sin duda, en algún momento de nuestra vida hemos creído las mentiras de algún charlatán y lo peor de todo no es sentirte engañado, sino verte obligado a sostener dichas mentiras para no confesar que has sido un imbécil al creerle. Pero, también con la edad, uno aprende que creer una verdad es un acto natural que no nos compromete mientras que creer una mentira es una simpleza que cuesta trabajo reconocer. Por eso, las mentiras se defienden con más tenacidad que las verdades.

Ojalá muchos socialistas atesorasen la mitad de verdad y de autenticidad que Quirós encierra, pese a sus errores, pese a sus torpezas, pese a no tener estudios superiores, ni pronunciar discursos elocuentes, ni envolverse tras esa mística cutre y mediocre de la que algunos hacen gala con el único propósito de intentar presentarse ante los demás como un ser más elevado. Ojalá muchos socialistas tuviesen la sencillez de Quirós, su disponibilidad, su capacidad de diálogo y su constante entrega a la gestión de sus vecinos sin más horizonte que el trabajar por mejorarles la vida y sin usar la Alcaldía para lograr ascensos políticos y, todo ello, pese a las "múltiples variables" a "las circunstancias socioeconómicas", o "las críticas de los vecinos" o su "mala gestión" y todo lo que Ardines y ese socialismo con el que no comulgo quieran gratuitamente atribuirle. El único pecado político que Quirós ha cometido fue el negarse a ser una marioneta en manos de quien aspiraba a serlo todo en San Martín y de quien aún pretende desarrollar una estelar carrera política de final incierto.

Tratar de eludir las responsabilidades echándole la culpa a los demás es un recurso, si se quiere, humano y fácil, pero tremendamente cobarde. Y si ese recurso se usa en política en contra de un compañero que se va y no aspira a nada ni es rival de nadie, tal forma de proceder, amén de cobarde, se me antoja rastrera. Pero, estimados compañeros; nunca olvidéis que lo realmente complicado no es utilizar a los demás o practicar el engaño; lo verdaderamente complicado es eludir las consecuencias de engañarse a uno mismo. Porque siempre he pensado que en política es mejor irse y hacer falta que estar y no significar nada.

Suscríbete para seguir leyendo