A contracorriente

Un quiosco sin alma

En recuerdo de Ceferino Braña, quiosquero durante más de cuatro décadas en Sama

Carlos Cuesta

Carlos Cuesta

El quiosco más popular de Sama en la zona centrípeta de la localidad langreana, el de la familia Braña, se ha quedado sin esencia, sin voz, sin alma. La muerte inesperada de su propietario, Ceferino Braña, ha dado al traste con un sentido local donde los parroquianos se entregaban diariamente mientras adquirían la prensa, revistas y otros presentes, al diálogo amigo y placentero en un mentidero afecto sobre el acontecer diario de temas diversos.

Los encuentros cercanos en este quiosco salmerón con Ceferino de moderador crítico y decisorio ya son historia. Una historia marcada por la reunión amistosa, la tertulia improvisada, los cotilleos callejeros, el diálogo perseverante y animado. Un ágora doméstico que con los años se convirtió en una cita cotidiana para superar los problemas municipales, los resultados futboleros, el universo gastronómico, la política en sus ámbitos regional y nacional, el mundo del corazón y muchos dimes y diretes que concitaban el ánimo y el ambiente de muchos pobladores con deseos de avanzar y mejorar en la rutina diaria. Y en esas reuniones matinales, Ceferino actuaba como un moderador contundente y avezado para que los contertulios no se deslizaran en sus cuitas.

Era un quiosco distinto a sus similares por su estilo y su configuración mercantil con la impronta de la verborrea y el palabrero consentido. En esas aristas próximas al limitado habitáculo los animosos vecinos se dejaban querer y siempre había alguna parrafada de interés que obligaba al cuchicheo y al golpe emotivo sobre la noticia del día. Aquí Ceferino era su interlocutor válido para conceder la palabra y, en ocasiones, fiscalizar la charla. Fueron muchas horas de palabras largas e intensas con el trasfondo de los periódicos y las revistas variopintas que formaban criterio y adornaban las mentes de muchos vecinos que buscaban en este reducto de acogida y afecto el tratamiento conciliador de Ceferino. En Sama el quiosco Braña ya no existe. Se esfumó una mañana de septiembre con el fallecimiento súbito de su mentor. Y sin quiosco no somos nada, en concreto esa mínima construcción que alegraba el día y nos anunciaba el acontecer de un tiempo efímero con los papeles mediáticos o con los axiomas y sentencias de Ceferino.

Todo un recuerdo y una manera de ser en torno a un quiosco de prensa con la historia local por bandera. Ceferino ya es ausente y esa partida al más allá causó un enorme sentimiento de impotencia y sorpresa negativa. Una persona querida que con su carácter llenaba momentos de ocio matinal y vespertino entre chanzas y comentarios de altura popular. La gente disfrutaba del parloteo cotidiano y se iba con la noticia fresca del día, pues en el entorno de este diminuto local los corrillos serios y de baja estofa dominaban el panorama. Ese hablar por hablar causaba sensación a todo local o foráneo. Ceferino se ganó la buena reputación de vendedor de sorpresas junto a los papeles mediáticos de toda una vida. Su vida.

Hoy los recuerdos y las buenas sensaciones se agolpan a modo de tributo en el quiosco de Sama. Toda una remembranza que dejó huella en una localidad que ama la prensa y que en estas largas lunas de buenas palabras tienen en Ceferino un valedor que hizo de su negocio un lugar de encuentro y amistad con las excelsas expresiones de protagonistas. Un quiosco sin alma ni razón arrebatado por una muerte doliente y fatal en plenitud de existencia. Que los hados y el poema de su vida vivan con Ceferino para siempre…

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