Un análisis de la actual situación del Alimerka Oviedo Baloncesto en la LEB Oro: Derrotas duras de un equipo al que hay que aplaudir

El equipo asturiano está sufriendo en crueles finales de partido pero sigue estando por encima del objetivo

Stuckman, en el suelo en un partido del OCB en Pumarín. |

Stuckman, en el suelo en un partido del OCB en Pumarín. | / Julián Rus / OCB

Antonio Lorca

Antonio Lorca

La frustración por tanto como está desperdiciando el Alimerka Oviedo Baloncesto puede llevar a la confusión, a calificar con palabras gruesas a un equipo que es bueno recordar que esta temporada peleaba tan solo por un objetivo: la permanencia. Y no se trata de falta de ambición sino de una acusada escasez de recursos en comparación con los oponentes que tiene enfrente, algunos de los cuales con mucho más están haciendo mucho menos. Es fácil contemplar el calendario y señalar que de los diez últimos partidos solo se han ganado dos. Si alguien está deseando disparar, con eso tiene munición más que de sobra para vaciar el cargador.

Pero es bueno llevar un poco más lejos el análisis, pensar la razón por la cual se están acumulando tantas derrotas en partidos que se tenían ganados, ya que seguro que hay forma de mejorar en ese aspecto, pero tampoco olvidar que para llegar a esa situación, para tener tantos partidos casi ganados hay que hacer muchas cosas bien. Y a eso hay que sumarle que, a pesar de todas esas desgracias, el equipo sigue con una renta de tres victorias con el descenso. Que podía ser mayor, que es peligrosa por el calendario que le queda al OCB de ahora al final de la temporada, sí, pero desde luego es una distancia importante a falta de siete jornadas para acabar la temporada.

Y, además, tan cierto es que este Oviedo Baloncesto es capaz de desperdiciarlo todo –lo que le sucedió en el final del partido el otro día ante el Alega Cantabria en Torrelavega en 22 fatídicos segundos fue tremendo– como que tiene la cualidad de meter en problemas a cualquier rival, ocupe el puesto que ocupe en la tabla.

El que estuvo en el Vicente Trueba el viernes pasado sabe cómo acabaron los jugadores el partido, su frustración, se les pudo ver incluso pidiendo disculpas a los aficionados que se habían desplazado a apoyar al equipo. Son gente honrada, que se conforma con los sueldos que este club les puede pagar, que lo dan todo siempre y a los que últimamente no les sale nada. Seguro que el domingo, ante el Betis, la afición de Pumarín les dará ese poco que les está faltando.

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