Este año en el Sporting de Gijón no se libra ni el líder. Cuéllar, que llegó para aportar experiencia y ponérselo duro a Mariño, se ha roto. Mala suerte (otra vez) para la causa galleguista. Y ya van unas cuantas. Herr doctor Maestro va a tener que pedir en la zona abuhardillada de Mareo que le hagan un ala nueva a la enfermería aprovechando la pasta de CVC.
La lesión de Cuéllar llega justo justo cuando el portero tenía toda la pinta de que iba a tener sus primeros minutos del año en el copero derbi gijonés ante el Ceares.
A 28 kilómetros se ha disparado el precio del kilo de palomitas. Los azules, en hierba artificial por eso de la tormentona y el río Nora, asisten a cómo las crisis van por barrios a la espera de rascar algo en Anduva
No podremos ver al muchacho para comprobar cómo le han tratado los años y la falta de partidos. Su ausencia, llorada en las redes sociales del club en blanco y negro como si de una jornada de luto se tratara, librará a Gallego de uno de los debates que se avecinan si las cosas siguen de aquella manera: el cambio de guardameta.
Poco más le queda por probar al de Suria. Bueno, no. Le queda echar mano del amplio número de sistemas técnico-tácticos recogidos en “El libro gordo de Petete” que se le entrega a todos los entrenadores junto con el título.
Mientras, a 28 kilómetros se ha disparado el precio del kilo de palomitas. Los azules, en hierba artificial por eso de la tormentona y el río Nora, asisten a cómo las crisis van por barrios a la espera de rascar algo en Anduva.
El partido en Miranda es de esos que sirve para medir si un equipo está o no maduro para meter de una vez la cabeza donde de verdad hay cosas en juego. Son las cosas del “fúrgol”: unos acarician el play-off con las puntitas de los dedos y otros guardan luto por el líder.