Opinión | En territorio comanche

La opinión sobre el Oviedo y el Sporting: A vueltas con lo de siempre

El cuento de nunca acabar de los proyectos rojiblancos y azules y la inesperada muerte de López López

López López, ante Serna, Bakero y Milla, en el Tartiere.

López López, ante Serna, Bakero y Milla, en el Tartiere. / LNE

El sportinguismo sigue dándole vueltas a lo sucedido en El Molinón ante el Alcorcón. Que si el juego, que si los pitos al equipo y a algunos jugadores como Nacho Méndez, que si Djuka ha vuelto o sigue siendo el que pasó a convertirse en el cuarto delantero del equipo, que si, que si... Por eso el partido ante el Amorebieta del domingo se convierte en vital por varias cosas, entre ellas para que la tropa se calme y para que los rojiblancos sigan enganchados a la zona noble. Hay un sector de la Mareona que no se fía de que los de MAR resistan ahora que llega la hora de la verdad. Queda mucho rollo de película para conocer el final de la historia, aunque ahora que, por ejemplo, ha vuelto Christian Rivera, habrá que esperar que por lo menos haya más consistencia y algo más de profundidad. O no, vaya usted a saber.

Mientras, a 28 kilómetros, no hay noticias de los que celebraron ponerse por delante durante una semana en el torneo de barrios. En este fútbol se vive al día, y más en Segunda División, donde diez equipos pelean por lo mismo. Lo que se presenta como el cuento de nunca acabar son los dos grandes proyectos azules (ciudad deportiva) y rojiblancos (El Molinón mundialista). En esto Pachuca y Orlegi parecen ir de la mano, ya que los dos grupos ya han tenido roces con la autoridad competente de ambas ciudades a causa, o al menos eso dicen, de los tiempos de una Administración que a su juicio marcha a ritmo de tortuga enferma.

Por lo demás, luto entre los veteranos azules tras la muerte de López López demasiado pronto. El extremo catalán fue uno de los primeros fichajes tras el último ascenso azul, el de Mallorca, a Primera. Ya llovió, por lo que la siguiente alegría no debería tardar mucho. Pero esa ya es otra historia, ¿oyisti, güey?

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