J. L. ARGÜELLES

Lo primero que llama la atención de «Alegorías de la migración», la exposición que acoge desde ayer Laboral Centro de Arte y Creación Industrial, es la sobriedad espacial y material de una propuesta con la que los creadores asturianos Maite Centol, Orson San Pedro, Avelino Sala y Pelayo Varela, junto con los mexicanos Santino Escatel, Cynthia Gutiérrez y Jorge Méndez-Blake, reflexionan sobre los límites como símbolo de los totalitarismos, al tiempo que plantean y proponen una indagación sobre las fronteras, las líneas divisorias, los muros y sus extremos de violencia y miseria.

Y más si el espectador compara estas austeras metáforas conceptuales con la espectacularidad, la tentación monumental que rige «Pasajes. Viajes por el hiperespacio», la celebrada y publicitada muestra que la Colección Thyssen-Bornemisza Art Contemporary (TBA21) ha cedido a Laboral hasta el próximo 2 de febrero. Lo explicó ayer José Luis Corazón Ardura, comisario de «Alegorías de la migración»: «Es una exposición de arte actual, donde hay creación videográfica e instalaciones, pero en la que hemos querido huir del dramatismo y de la espectacularidad, del esteticismo». Subrayó que las obras surgen como respuesta a una pregunta crucial, que atraviesa todo el siglo XX y a la que la filósofa Hannah Arendt dedicó algunas páginas iluminadoras: ¿qué es el totalitarismo?

«Alegorías de la migración» no sería posible sin la participación de O' dam ONGd, que ha querido ligar cooperación cultural y desarrollo. «Hay doce millones de refugiados en el mundo y lo que hemos querido es tratar ese problema desde un lenguaje nuevo», explicó Zuleyka Piniella. El arte, pues, como espejo y agitador de conciencias en la inacabada lucha «contra la pobreza y la desigualdad social».

La muestra es resultado de un intercambio geográfico entre los creadores asturianos y los mexicanos, que gracias a la colaboración de la citada organización no gubernamental con Laboral, el Instituto Cultural Cabañas y la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID) pudieron palpar distintas realidades sociales relacionadas con las migraciones, uno de los fenómenos humanos más complejos de nuestro tiempo. Antes de llegar a Asturias, donde permanecerá hasta el 22 de noviembre, la muestra estuvo en Guadalajara, la capital jalisciense. El viejo nexo astur-mexicano.

Maite Centol presenta «Palimpsestos», donde se busca un diálogo entre la cal de un muro que la artista va pintando y el llamado «tren de la muerte». «Organización popular», de Santino Escatel, ofrece unas cenizas como símbolo. En «La persistencia de la memoria», Cynthia Gutiérrez modifica los elementos de una carrera de obstáculos para preguntarse sobre el exilio. Jorge Méndez-Blake conecta la sala de espera de un aeropuerto suizo con una alineación de ladrillos. El «Colchón», de Orson San Pedro, puede interpretarse como un irónico alegato contra la pasividad en la defensa de los derechos humanos. Avelino Sala hace de «Nomen Nesciis», es decir, de aquellos de «nombre desconocido» o los «sin papeles», una aguda reflexión sobre la identidad, mientras que en «Patria o muerte» cuestiona, a partir de la famosa consigna castrista, los mecanismos de poder. Pelayo Varela parte de un conocido personaje asturiano para hablar, en «Las aventuras de Tinín», de la desaparición de niños en México, unos 45.000 en 2009.