La derivada gijonesa del diputado del PP que se equivocó al votar: se reunió con Mariano Marín antes de dimitir

Alberto Casero, que avaló por error la reforma laboral, se citó con el expresidente local del partido hace justo un año

Alberto Casero.

Alberto Casero.

S. F. L.

Por estas mismas fechas hace ahora un año el por entonces presidente del Partido Popular en Gijón, Mariano Marín, que estaba ya a las puertas de su dimisión, bosquejaba las ideas de una carta que acabaría mandando a Génova y en la que alertaba de lo que él defendió como la “degeneración” del partido que trataba de expulsarle. Eran los últimos días de Marín como político en la ciudad, un cargo que defendió con uñas y dientes durante más de un mes y después de que la dirección regional, con Teresa Mallada al frente, le instase a dejar el cargo por “dejación de sus funciones”. Y en aquella batalla de Marín contra su propio partido, a quien acabó definiendo como un “circo de fieras”, uno de los encargados de recabar información fue Alberto Casero, secretario de Organización del PP a nivel nacional y que copa ahora los titulares por haber sido su voto telemático –según él, por un error informático que los servicios técnicos del Congreso de momento no acreditan– el que permitiese salir adelante este jueves la nueva reforma laboral.

Casero es licenciado en Derecho y tiene 43 años. Se afilió siendo muy joven a las Nuevas Generaciones de su municipio local, Trujillo (Cáceres), y pronto pasó a ser un peso pesado de la política local, convirtiéndose en diputado de la Asamblea de Extremadura de 2003 a 2011. Su primer cargo público de relevancia fue de alcalde en la misma localidad, puesto que ocupó durante dos mandatos, desde 2011 y hasta 2019.

Fue entonces cuando dio el gran salto a la política nacional, entrando al Congreso como diputado por Cáceres. En su primer mandato como regidor, no obstante, también fue senador. Desde 2019, en cualquier caso, uno de sus cometidos pasó a ser supervisar los cambios de liderazgo en provincias y municipios como mano derecha de Teodoro García Egea, secretario de partido. Casero fue, por ejemplo, el encargado de enviar la pasada Navidad una carta a todos los presidentes autonómicos para que anulasen las cenas del partido viendo el repunte de contagios de la sexta ola.

Cuando Mariano Marín decidió dejar de pelear y abandonó el partido, a mediados de febrero del año pasado, resumió todas las gestiones que había tratado de hacer para reconducir la situación. Y reconoció que la carta iba dirigida a Casado, pero que con quien había hablado en persona había sido con Casero, a quien había propuesto una “transición tranquila” para que su marcha se decidiese en un congreso y no “a dedo”. La mediación, dijo, fue “imposible”, porque “no se quería el bien del partido, solo se quería continuar con la purga”. Que 40 de los 68 integrantes de la junta local votasen a favor de abrirle un expediente disciplinario por no haber convocado los órganos internos y tener la sede cerrada –que él achacó a la pandemia–, sumado a los reproches por haber descalificado al por entonces candidato popular a la Alcaldía –y hoy concejal no adscrito– Alberto López-Asenjo y el aparente aval de Casero hicieron el resto. Marín dejó el cargo tras seis años como presidente. Hoy, lidera el Club Rotario de Gijón.

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