Entrevista | Elia Barceló Escritora, presentó en Gijón su última novela

"Ser escritora no es casual, puse todo de mi parte"

"Me gustaría aportar mi granito de arena para crear una sociedad más igualitaria, solidaria y feliz"

Elia Barceló, novelista, ayer, en en la Semana Negra

Elia Barceló, novelista, ayer, en en la Semana Negra / MARCOS LEON

Paula Martínez

Elia Barceló presentó ayer en la Semana Negra su nueva novela, titulada "Amores que matan", un "noir" mediterráneo que es la segunda entrega de la serie "Muerte en Santa Rita".

–Lleva 26 años viniendo a la Semana Negra, ¿no se ha planteado hacer el «noir» cantábrico?

–Está ya muy visto, esta no es mi luz, llevo años viniendo aquí y le tengo mucho cariño a Asturias y a Gijón, pero ya llegó un punto que me cansé de leer el típico «noir» nórdico, donde siempre todos están de mala leche. Después del confinamiento decidí que tras escribir «La noche de Plata», que ya era lo suficientemente negra y oscura, dije que lo próximo que iba a publicar pasaría entre palmeras. Por eso se me ocurrió poner crímenes en mi región (Alicante) igual que otras personas los ponen en el norte de España, Bretaña o Islandia.

–Al final es un poco utópico que los crímenes se hagan bajo el sol.

–La verdad es que sí, no solo es utópico el matar con sol sino con un ambiente que apela a lo mejor del individuo, en el que las personas de todas las edades viven juntos apoyándose unos a otros en un sitio donde todos colaboran, eso según está el mundo hoy en día sí que resulta utópico. También mato hombres, cuando normalmente se matan mujeres. Trato de poner cabeza abajo la situación que nos rodea, en algunos casos con la esperanza de crear una idea utópica de que los que lo leen vean que hay otras posibilidades. A mí me gustaría poner mi granito de arena para crear una sociedad más igualitaria, solidaria y feliz. Suena muy ingenuo, pero es mi intención y lo que me gustaría conseguir.

–En las novelas de esta saga ha hecho guiños a Agatha Christie y a Colombo, ¿qué otros guiños quiere realizar?

–En las dos que me quedan tengo guiños nuevos que aún no puedo contar. Son otras dos tradiciones, una muy conocida y otra algo menos. Hasta ahora he hecho una mujer y un hombre, y en la tercera va a ser otra mujer y en la cuarta un hombre.

–El arte está muy presente en sus obras y la presentación de «Amores que matan» fue en el Museo Thyssen.

–Presentar ahí fue un alucine, algo que nunca me hubiera creído que era posible. Es muy bonito porque para mí la pintura es tan importante como la literatura. En «Amores que matan» los cuadros son muy importantes, hablo de la escuela expresionista «El Jinete Azul» y resulta que en el museo tienen una pequeña sala con unos cuantos exponentes de esta escuela y entonces fue como un sueño.

–En sus novelas incluye siempre a personas mayores para recalcar que tienen vida más allá de los 60, ¿cree los prejuicios existentes se están diluyendo?

–Es algo que va bastante despacito, sobre todo en el caso de las mujeres, a partir de la menopausia parece que lo mejor que pueden hacer las mujeres es retirarse dignamente, meterse en casa y no molestar, pero ese es el punto de vista masculino. Yo hace ya más de 20 años que pongo a protagonistas mayores en mis novelas porque les encuentro un gran atractivo, porque tienen futuro y muchísimo pasado, tienen mucha experiencia.

–En la presentación del libro mencionó que la mayor parte de la vida son casualidades, ¿es casual su dedicación a la literatura y la docencia?

–Una parte es algo que está dentro de ti. Yo he tenido la suerte de tener una familia donde había muchos libros y me dejaban leer lo que yo quisiera y eso es casualidad, no me lo he ganado. Luego tuve la suerte de descubrir la Semana Negra cuando me invitaron en 1997. A partir de ahí empecé a conocer gente que se dedicaba a la novela criminal, algo que yo pensaba que era dificilísimo y no lo haría nunca. Luego hay otras cosas que son a base de desearlo y trabajarlo y si tienes un poco de suerte las consigues. Lo de ser escritora no es casual, he puesto todo de mi parte.

–Con más de 30 libros publicados es considerada como una de las autoras más versátiles, ¿en la actualidad que cree que se valora más, la versatilidad o la especialización?

–Depende de lo que se quiera conseguir, desde el punto de vista del marketing, si lo que quieres es afianzarte en el mercado y conseguir miles de lectores fijos, lo mejor es la especialidad. A mí eso me aburriría horrorosamente, no me veo capaz de escribir todos los años un capítulo más de lo mismo, sí me veo capaz pero no me apetece. Mi ilusión es que a quien me lee le llene porque es una novela de Elia Barceló. Yo una cosa que tengo clara es que no quiero convertir a mis lectores en cómplices, no quiero enseñarles cosas repugnantes si no son necesarias.

–¿Cuál es el siguiente paso cuando acabe «Santa Rita»?

Seguir escribiendo. De hecho, en noviembre sale otra novela juvenil, la segunda parte de «El efecto Frankenstein» se llama «El síndrome Frankenstein». Y tras «Santa Rita» tengo un par de proyectos, uno de ellos es una distopía que ya dejé más o menos empezada y que me hace mucha ilusión.

–Se dice desde hace años que ya está todo escrito e inventado, ¿qué queda por aportar?

–Que va queda muchísimo por aportar. Borges decía que no hay metáforas nuevas, es posible que no las haya, que la literatura siempre haya sido una combinatoria, como un caleidoscopio. Yo soy optimista y en algún momento creo que habrá alguien que de repente se les ocurra algo que a raíz de ahí veamos que es algo muy nuevo. hace mucha ilusión.

Suscríbete para seguir leyendo