Varadero de Fomento

Sobre ruedas

El público parece satisfecho con nuestro transporte publico

Alejandro Ortea

Alejandro Ortea

Hay dispendios de dinero en las administraciones públicas que se consideran gastos cuando en realidad son inversiones sociales. Pongamos los autobuses o los tranvías, allí donde los hay. A los efectos de nuestra agitada villa marinera, el transporte púbico está limitado a los taxis y a los autobuses. El servicio de taxi funciona bajo licencia y algún día habrá que hablar de ello, pero de lo que se lleva decir y no parar es de los buses, cuya explotación es pública mediante una sociedad perteneciente al ciento por ciento al consistorio.

Anda meditabundo el personal por su futuro porque el gobierno municipal ha decidido que la empresa acuda a la financiación mediante un crédito de casi quince millones de machacantes que se comenzaría a amortizar en 2028 y se terminaría de pagar en 2037. Se pretende con ello renovar el material móvil, en general envejecido, por otro menos contaminante. Nadie parece estar en desacuerdo con la medida, pero se teme por la estabilidad económica de una empresa que, por ejemplo, este ejercicio, recibirá dieciséis millones de aportación municipal. Ya sabemos que lo que se paga por el billete no cubre los gastos y que es el procomún quien, como para tantos otros servicios, ha de poner recursos monetarios sobre la mesa para completar su coste de explotación.

Los concejales de las diferentes adscripciones parecen estar bastante tranquilos, asesorados por los directivos y expertos de la empresa. Quizás por la parte opositora se muestre una cierta incomodidad, porque la flota que se adquiera ya será veterana cuando se termine de liquidar el crédito y, como no serán todos los vehículos los que se retiren, necesariamente habrá que seguir con las adquisiciones. Por otro lado, los costes del personal habrán de subir por los salarios y porque el número de empleados es lógico que vaya en crecimiento. Todo ello hace que se prevea un aumento del presupuesto. Sí, todo sube, y el transporte urbano de viajeros también.

Los presupuestos crecen y las administraciones públicas tienden a endeudarse: en algún momento llegará alguien que considere necesario que el precio del billete haya de subir y que los descuentos a ciertos colectivos sociales tengan que desaparecer o al menos menguar. De momento, no se ha caído en esas peligrosas tentaciones para estropear uno de los servicios que funcionan razonablemente bien en la villa y sus concejos, bien que con ciertas carencias que enseguida son aireadas. Y de este funcionamiento bien que presumen nuestros gestores públicos a las primeras de cambio. La encuesta que indica que el servicio va sobre ruedas es que las protestas ciudadanas son escasas. Si el asunto no marchara, sería enseguida motivo de escandalera, pero el público parece no encontrar pegas.

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