Opinión | Varadero de Fomento

Locura abortada

El Ayuntamiento no está por dejarse engañar con El Molinón

Es chusco que haya personas con responsabilidad pública, que antepongan sus aficiones o querencias a su deber de mirar por la gestión del procomún. La operación de la candidatura de esta deportiva villa marinera para sede de algunas de las eliminatorias del campeonato futbolístico mundial para 2030 ha sido zanjada.

La locura de millones no es apta para una ciudad de nuestro tamaño con otras importantes carencias. A nadie que quiera a Gijón de verdad le importa tamaño desatino. Solamente a unos paracaidistas como los jetagorris se les ocurre intentar colocarnos un potarro como el pretendido: derribar El Molinón y hacer uno nuevo. Una pequeña cuestión: ¿quién lo construiría? Olvidan los desahogados aztecas que se trata de una propiedad pública, por lo que su construcción exigiría, por el procedimiento normal, del sector público dos licitaciones: la del proyecto y la de construcción, luego lo que pretenden de ser ellos los adjudicatarios es bastante atrevido. Parecen olvidar también que no es el Sporting el único inquilino y que los bajos están ocupados por unos inquilinos a bastantes años vista que deberían ser indemnizados de obligarlos a irse. Y esto son las cuestiones más groseras por no meternos en mayores honduras respecto al estadio.

El Ilustre Ayuntamiento de la localidad no tiene lana suficiente. ¿De dónde iba a sacar esos 50 millones que exige la FIFA para empezar a hablar? Pero eso parece no importar a los ávidos propietarios de la SAD. A ellos les importa lo que en un principio contaron: el desarrollo inmobiliario en los alrededores del estadio, incluso construyendo en partes del parque de Isabel la Católica, como se atrevieron a mostrar en unos bocetos de colores en los propios despachos consistoriales ya durante el anterior mandato, lo cual, en aquel mismo momento, aparte de asombro, provocó risas entre el personal.

Es una cosa muy seria la de este grupo depredador, al que no le importa jugar con los sentimientos de una afición con tal de salirse con la suya y llenarse los bolsillos. Si de verdad les importase el club y no sus intereses empresariales ajenos al fútbol, estarían más centrados en la posición en la tabla e intentando seriamente colocarse en posiciones de ascenso de categoría. Los de Orlegi no serán nunca distinguidos como hijos adoptivos ni tan siquiera como paracaidistas de honor. Ya que no han conseguido engañar a la Corporación, y sólo convencer a cuatro ilusos para que hagan el ridículo abogando por la operación, el mejor favor que podrían hacer a los gijoneses es el de encontrar algún comprador incauto y volverse a casa dejándonos en paz y tranquilos. De momento, han topado con un gobierno serio que les ha parado los pies.

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