Opinión | Varadero de Fomento

Lo que no puede ser

Unos pasmados no percatados de una realidad flagrante

Si la renuncia a ser atracados por la FIFA no procediese del Foro, los del PSOE de esta contradictoria villa marinera no se mostrarían partidarios de tirar el dinero para ser candidatos a una sede de quinta del mundial futbolero. Esa llamada a reverdecer los viejos laureles de los ochenta y noventa no admite comparación hoy en día. A la afición rojiblanca le importa un ápice ver un par de partidos de cuatro selecciones menores en El Molinón; lo que la afición ansía es subir, ganar los derbis a los pitufos de abajo y, si es posible, ver buen juego en el "estadio más antiguo de Españita".

El vigoréxico concejal Mon Tuero ha logrado arrastrar a la mayoría de la directiva a una posición insostenible: la posición del electorado es la de no dejarse ni en broma humillar. Somos orgullosos, y el equipo de gobierno ha conseguido leer correctamente tal sentimiento al poner las cartas de los dineros boca arriba. Las emblemáticas instalaciones deportivas del estadio junto al Piles y Mareo son municipales y, en este aspecto, se parece el ayuntamiento al propietario de un piso que, en el argot inmobiliario, se llama "con bicho". Todo eso lo sabe la afición y también es consciente de que la supuesta candidatura es de la ciudad no de ninguna empresa privada o de gremio alguno, por mucho que argumenten y presionen. En este sentido, ¿qué pinta el partido socialdemócrata local aliado con chigreros y hospederos en una riña en la que no pintan nada? Preguntamos a estos agentes patronales cuánto están dispuestos a poner en euros para pagar la broma. Ya lo sabemos: nada. ¿O es que no recordamos lo que no se les ocurrió poner cuando la conversión de la entidad a SAD y eso que decían que el club era crucial para sus negocios? La dirección socialista de nuestro pueblo se ha equivocado en este tema de pe a pa y ha regalado un argumento al bipartito del gobierno consistorial.

Gijón no se resentirá por no ser subsede mundialista como no lo harán Jerez o Cartagena o ni tan siquiera los vecinos de Carbayonia. Es un problema de masa crítica y, si el Principado no está dispuesto a poner, como los hechos manifiestan a pesar de alguna palabrita de consuelo, no hay nada que hacer: esto es lo que nos diferencia del ochenta y dos, cuestión que la cirujana avispada también ha sabido leer y que a los pasmarotes de la dirección socialista gijonesa ni se les ha pasado por la imaginación, aún sabiendo, como saben, el “cariño” que por ellos siente el hombrín de Laviana incrustado en el palacete de Suarez de la Riva. Cuestión zanjada: no puede ser.

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