Seis fotografías inéditas de Pablo Picasso realizadas por Antonio Cores

Entre las buenas noticias que a veces puede traer la organización de una exposición, una de ellas es que aparezca, gracias a un incansable afán de búsqueda e investigación que dura en ocasiones más allá de su pistoletazo de salida de la misma, material inédito relacionado con el tema objeto de estudio, que aumente todavía más el interés de lo analizado. Esto es lo que ha sucedido a raíz de la inauguración el pasado 6 de julio en el Museo de Bellas Artes de Asturias de la muestra "Picasso y Antonio Cores. El encuentro": el reciente descubrimiento en el fondo de una caja durante mucho tiempo no revisada, de seis nuevas fotografías, todas ellas inéditas, que en su día el asturiano Antonio Cores tomara de Picasso en su casa de Nôtre Dame de Vie, en Mougins, en 1966.

Hasta el momento, el número de instantáneas que se conocían de aquel encuentro era de setenta y cuatro, todas ellas en blanco y negro, más otra en color que el maestro malagueño había tomado de su segunda esposa Jacqueline Roque y el propio Cores en la terraza de la vivienda. La mayor parte de ellas pueden verse en estos momentos expuestas en nuestro principal museo, habiéndole dedicado ya a ese conjunto y sus circunstancias textos críticos esclarecedores. Ahora bien, frente a esas setenta y cuatro imágenes, las seis que ahora han aparecido, en esto que puede llamarse un feliz descubrimiento, parecen haber sido realizadas en abril de aquel año, y no en mayo, como las otras, coincidiendo con el primer viaje que Cores realizó a Francia para conocer a Picasso, impulsado en este caso por la presencia allá de sus buenos amigos Luis Miguel Dominguín y Lucía Bosé, íntimos del pintor desde finales de la década de 1950.

Cores siempre relató su sorpresa mayúscula cuando a pie de pista del aeropuerto de Cannes se encontró con el propio pintor malagueño esperándolo para, acto seguido, trasladarlo a su casa en el Lincoln negro que tenía, conducido por su chófer Jacques. Entre Mougins, Saint-Tropez, donde Cores vio cómo el artista dibujaba caballos y toros en la arena de la playa, y Cannes, el fotógrafo pasó una semana del mes de abril en compañía de toda aquella troupe, antes de regresar por segunda vez entre el 5 y 20 de mayo.

Las seis fotografías, a color, están realizadas en el interior de Nôtre Dame de Vie. Esto nos conduce a pensar que quizá la antes referida tomada por Picasso, en realidad fuera hecha en el contexto de aquella primera estancia del mes de abril y no en el de la segunda. Para el caso de las seis que ahora se presentan, y que muestran, en su captación, la frescura de la interioridad doméstica, en una de ellas puede verse a Picasso con gafas junto a Jacqueline, en otra a Picasso y Lucía Bosé sentados y con sombrero, en otra a Lucía Bosé sonriendo y en otras tres, sin lugar a dudas las más interesantes, a Picasso en uno de los salones de su casa observando atentamente los álbumes de fotografías de temática taurina y también sabemos que flamenca que Luis Miguel Dominguín le había pedido a su amigo Antonio Cores que le llevara a Mougins, con la excusa de que se le habían olvidado en Madrid, pero para que en realidad Antonio pudiera cumplir con su deseo de conocer al artista malagueño. Son esas imágenes las que Picasso, de forma concentrada, aparece viendo.

Con relación a esos materiales, el propio Antonio Cores fue testigo de otra de las prácticas habituales de Picasso por aquella época: la realización de dibujos, con tinta china o lápices de color, sobre fotografías preexistentes de cualquier clase (artísticas, publicitarias y comerciales) que venían a subvertir de forma casi siempre irónica la imagen original. Algunas de esas fotografías de temática taurina y flamenca llevadas por Cores fue de las que Picasso se sirvió para realizar esta clase de intervenciones.

Con estas seis fotografías inéditas, además de las restantes conocidas, Antonio Cores se suma a la nómina de grandes fotógrafos como fueron Edward Quinn, André Villers, Lucien Clergue, David Douglas Duncan y Roberto Otero que pueden considerarse por derecho propio como los cronistas en imágenes de los últimos veinte años de vida de Pablo Picasso.

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