Dios es argentino

Aficionados argentinos sostienen una pancarta con las imágenes de Messi y Maradona.  /

Aficionados argentinos sostienen una pancarta con las imágenes de Messi y Maradona. /

Francisco García

Francisco García

Si como advierten algunos pensadores maledicentes el fútbol es una religión, los argentinos pasarían sin duda por ser considerados el pueblo elegido, los judíos del pasto cuadrilátero. Ningún país vive como el austral la ortodoxia balompédica, ni con tanta fe ciega la travesía del desierto que supone el recorrido temporal de un Mundial a otro, de tal manera que la tierra prometida puede situarse hoy en Qatar y mañana en Estados Unidos que de igual forma habría una caravana de argentinos dispuestos a la conquista. Allá donde se celebre una competición internacional de selecciones llegarán en oleada los cruzados albicelestes de la orden de San Diego Armando Maradona, incluso sectas herejes que suplantan al Dios verdadero y le bajan de la peana para instalar en su lugar de privilegio a El Pelusa. En cueros, Dios es argentino.

 En el panteón futbolístico de la nación de Borges se puede contemplar, bajo el pantocrator maradoniano, una innumerable sucesión de apóstoles, tal Kempes, Pasarela, Ardiles, el Pato Fillol, Sivori, Bochini o Riquelme. En los libros sagrados de la religión platense figuran como evangelistas y hagiógrafos Jorge Valdano y el Negro Fontanarrosa. Y ningún templo más sacro para semejante liturgia que La Bombonera, donde en ocasiones hubo sacrificios humanos y aquelarres hasta el paroxismo.

 Nadie maneja, por otra parte, los himnos y los salmos como los hijos de la Argentina, de tal manera que hay quien duda si no fue un émulo de Gardel arrabalero quien compusiera letra canchera para el Cantar de los Cantares.

 Algún guardián de las esencias acusará al autor de estas líneas de ocultar deliberadamente a Alfredo Di Stefano y a Leo Messi. como si fueran ángeles caídos de este credo bullicioso y bullanguero. Nada más lejos del ánimo: son las suyas, las otras dos piernas de la santísima trinidad del balompié argentino.

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