Opinión

Oscar R. Buznego

La izquierda del PSOE

Apostar por Yolanda Díaz o aprovechar su debilidad, el dilema de Sánchez

Los resultados electorales, la composición de los gobiernos y las tendencias de la opinión pública indican a las claras que el péndulo político, en Europa y en todo el mundo, salvo en contados casos, se mueve apresuradamente hacia la derecha. Una de esas excepciones es España, donde el movimiento parece ser más lento y la pugna registra un empate, debido sobre todo a que el empuje del PP y Vox está siendo contenido por la dura resistencia que opone la izquierda. El PP ganó las últimas elecciones, pero gobierna el PSOE gracias a múltiples pactos políticos que en otras circunstancias difícilmente hubiera podido alcanzar. Los dos partidos tienen la compañía, a derecha y a izquierda respectivamente, de otros dos que los apoyan, con reservas, y a la vez compiten con ellos por un segmento de electores en permanente disputa. El bipartidismo español ha sido imperfecto y moderado hasta que ha dejado de serlo, para transformarse en el multipartidismo polarizado actual.

Entre Vox y Sumar, no obstante, hay una diferencia que conviene no pasar por alto. Vox ha nacido de una escisión del PP, por más que su evolución posterior lo haya distanciado progresivamente, sin que ello impida coincidencias e incluso acuerdos locales para gobernar, y Sumar procede de un origen distinto. Desde la Transición, a la izquierda del PSOE ha habido siempre una fuerza política bien organizada, aunque con frecuentes altibajos electorales y con una representación parlamentaria reducida por efecto del tamaño de las circunscripciones y, en menor medida, del llamado voto útil. Sin embargo, hasta la emergencia de Vox en la política nacional, en las elecciones de 2019, el voto de la derecha estuvo monopolizado por unas siglas, las de AP, en coalición o en solitario, y las del PP, bajo los liderazgos de Fraga, Aznar o Rajoy.

Sumar desciende de Podemos, Izquierda Unida y el Partido Comunista. El PSOE puede exhibir una historia centenaria y conserva su primera denominación, tras superar un largo periodo de clandestinidad y crisis internas agónicas. Por el contrario, su izquierda se ha reinventado repetidamente en la última década. En ese proceso, la creación más reciente es Sumar, una organización política "sui géneris", que se define como movimiento, plataforma o espacio de encuentro, en suma, un partido de partidos. Concebido en el seno del Gobierno, alentado por grandes expectativas, parecía destinado a fortalecer un liderazgo fuerte de Yolanda Díaz y así servir de apoyatura a la coalición, pero las cosas no van según lo previsto.

En el orden organizativo, los estatutos no dibujan un organigrama claro, Podemos se ha apartado, los partidos integrados ponen límites a la unidad y los baleares de Ara Més han decidido compartir cartel para las elecciones europeas con ERC, Bildu y BNG. En la arena política, la estrella de Yolanda Díaz ha perdido brillo. Estrenó la legislatura con una derrota parlamentaria humillante, los pactos tripartitos con patronal y sindicatos se han vuelto inalcanzables y la indisciplina de los diputados de Podemos ha hecho mella en su autoridad. El entusiasmo y la alegría desbordante que transmitía se han mudado en un rictus inexpresivo y en ocasiones áspero. En las encuestas ha caído del primer puesto en la valoración de los líderes.

La izquierda plurinacional y atomizada, que es como se presenta ahora la izquierda del PSOE, está cosida por un hilo fino, quizá demasiado para las tensiones que habrá de sufrir. Para Sumar, definir su relación con el PSOE es una cuestión existencial. Entre algún componente suyo y el Gobierno ya han saltado chispas. El partido ha adoptado un perfil marcadamente institucional, pero eso no lo librará del dilema al que se enfrenta de elegir con todas las consecuencias entre gobernar o competir con el PSOE. Tres millones de votantes están interesados en saber qué actitud va a tomar. Estos días, varios periodistas han preguntado, con sincera o morbosa curiosidad, por la ideología de Pedro Sánchez. Es una buena pregunta. Más allá, al final podremos comprobar si su gran logro consistió en evitar la destrucción del PSOE por el huracán Podemos en 2015 y después la rendición a manos del PP o si más bien lo que hizo fue desestabilizar a su partido de manera irreparable. Por el momento, se debate entre mantener la apuesta por Yolanda Díaz y asegurarse el apoyo de los 27 diputados de Sumar o tratar de aprovechar la debilidad mostrada en su estreno y lanzar decididamente una opa a sus votantes con el propósito de ensanchar la base electoral del PSOE. Sería una operación arriesgada, pero a corto plazo es tentadora y podría resultar rentable.

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