La transformación de un ámbito clave a la entrada de la ciudad

Los expertos instan a no frenar el cambio en La Vega: "Menos ruido y más trabajo"

Urbanistas y geógrafos ven crucial la protección de Santullano en el plan, reclaman que un profesional matice el protocolo y sugieren rebajar la edificabilidad

Chus Neira

Chus Neira

Con la fábrica de armas de La Vega Oviedo está ante una de esas raras ocasiones en que las administraciones se han puesto de acuerdo por un momento y la transformación de ese ámbito y su incorporación a la ciudad parece posible. El protocolo suscrito entre el Ayuntamiento, el Ministerio de Defensa (propietario del recinto) y el Principado para reordenar el ámbito debería dar paso a la firma de un convenio que se ha prometido para los primeros meses del año. A pesar de las polémicas que estas transformaciones urbanas arrastran siempre, LA NUEVA ESPAÑA ha preguntado a seis urbanistas y geógrafos sobre la mejor forma de actuar en el ámbito, y más allá de sus diferencias se puede percibir un inicio de consenso entre algunas cuestiones. Aprovechar esta oportunidad para regenerar el espacio y que no sea un fósil, alejarlo de la polémica y tener en cuenta que supone una oportunidad para aumentar la protección a la gran joya del patrimonio ovetense y asturiano que es la iglesia de Santullano son algunas de las ideas en las que se encuentran la mayoría de los seis expertos preguntados. Casi todos coinciden, también, en que hace falta un profesional, una cabeza pensante, que empiece a matizar y aterrizar el protocolo y que la edificabilidad concedida a Defensa en la fábrica debería de rebajarse en lo posible.

Rafael Menéndez, profesor de geografía e investigador del Cecodet, señala que "el objetivo debe ser crear un polo de nueva actividad económica vinculado a la nueva empresa, la investigación científica, empleo de alta cualificación y actividades culturales". Propone limitar la edificabilidad a la parte este del conjunto y La Tenderina ("sobran grandes torres") y que se rehabilite, al menos, alguno de los chalés. Pese a sus dudas sobre la capacidad negociadora asturiana ante Defensa, insiste en que hay que alejar La Vega "como centro del enfrentamiento electoral" y reclaman la máxima participación, "sin posturas pseudo ideológicas". "No podemos entrar en otra dinámica de inmovilismo. Menos ruido y más trabajo y propuestas, no creemos más situaciones de bloqueo", receta. Además, ve correcto "una reforma en profundidad de los viales de comunicacion con un alejamiento radical respecto a la iglesia prerrománica".

El arquitecto Fernando Nanclares fue, precisamente, con Antón Capitel, el primero en plantear esa solución de aprovechar La Vega para alejar el tráfico de Santullano, hace ahora 13 años, en su plan director del Prerrománico, donde "algunas cosas se malinterpretaron y hubo cierto escándalo". Ahora concluye que "es muy difícil improvisar un trozo de ciudad" pero recalca que "Santullano es lo prioritario, una joya única en Europa; es lo que hay que vigilar y darle entorno, aunque haya quien se ponga nervioso". Nanclares pide esa figura que "dé con la clave de la transformación". Otra idea, parecida a la expuesta en este periódico esta semana por Patxi Mangado sobre la fábrica de gas: "Es más importante el sitio y la historia del sitio que lo que pueda haber en las naves; cuando las vi no me produjeron ninguna emoción, no se trata de una arquitectura industrial interesante, la gente ha tomado partido de una manera un poco contaminada". Y una advertencia: "Puede que haya otros tesoros ocultos arqueológicos; antes de nada hay que descartar eso".

Su colega Francisco Pol, autor del plan especial del Antiguo, contempla la polémica con cierta distancia desde Madrid, pero ofrece claves: "El desvío de la ‘Y’ es una operación acertada. Contribuye a integrar en la ciudad y los problemas de aislar la nave de cañones, de lo más valioso que hay allí, se solucionaría fácilmente con conexiones elevadas". Pol juzga desacertada la torre de 25 alturas: "Presenta problemas urbanísticos de paisaje de ciudad, es perjudicial y contradictorio para el mantenimiento del conjunto". Del resto destaca que las naves son "el resultado aditivo de muchísimas piezas sin proyecto unitario que respondía a las necesidades que tenía la fábrica de ordenarse de la forma más sencilla posible para su uso industrial. No todo tiene el mismo valor y hay naves que no tiene ninguno". Y un último recordatorio: "Conservar el pasado significa transformar el pasado".

El urbanista Víctor García Oviedo insiste en su idea de que se trata de "un recinto que al tirar las cercas ya queda conectado con la ciudad". En cuanto La Vega se encuentra con la trama urbana, sigue, el mayor problema es Santullano: "No es el momento de si ese es el trazado o es otro, pero se trata de proteger la iglesia y no afectar a la nave de Sánchez del Río". Esas dos piezas, Santullano y la nave de sierra son, concluye "los dos símbolos más importantes". García Oviedo entra en los usos y apunta a que el biosanitario "es de libro" el residencial, sin entrar el volumen, lo considera indispensable en cualquier operación: "da valor, vida, promiscuidad de usos y aparece con sus dotaciones". Por último, también reclama esa figura "de consenso y peso profesional y académico para articular una solución".

Más crítico, Ícaro Obeso, geógrafo vinculado a la Universidad de Oviedo, insiste en que "el mayor valor de La Vega es el de la unidad de su conjunto y no el del tratamiento aislado de sus piezas". En el paso "de ser una pieza urbana fosilizada a una de la que los asturianos se sientan orgullosos" cree necesario "reforzar el papel cultural, de ocio y de actividades productivas de innovación y conocimiento pero no la función residencial". Apunta a que sea "hub de distribución y canalización de los flujos turísticos en la ciudad" y pide evitar "la introducción de vías motorizadas que desvirtuarían la calidad del conjunto".

Por último, el catedrático de Geografía Aladino Fernández urge a resolver la reutilización: "Cuanto antes se haga, mejor. En Valnalón, antes del cierre de la fábrica ya se había firmado el convenio con Industria y arrancó de manera inmediata para los nuevos usos productivos y culturales". En La Vega prefiere "usos culturales, un recinto ferial y un espacio de creación intergeneracional", pero "no una carretera por el recinto; el conjunto monumental se rompería". A la idea de "concentrar la edificabilidad en la parte baja" añade la de mantener algunos tramos de la cerca "como símbolo del pasado militar".

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