Valladares: «Crecer con espacios verdes cerca es crucial para la salud mental de los niños»

El ecólogo del CSIC advierte que «la naturaleza es la vacuna» contra futuras pandemias y que la forma de evitarlas es preservar la biodiversidad

María Fernández y Fernando Valladares, antes del comienzo de la charla en el Club Prensa Asturiana. | David Cabo

María Fernández y Fernando Valladares, antes del comienzo de la charla en el Club Prensa Asturiana. | David Cabo / Nombre APELLIDOElena Fernández-Pello

Elena Fernández-Pello

Elena Fernández-Pello

Fernando Valladares, profesor de Investigación en el Museo Nacional de Ciencias Naturales del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y de Ecología en la Universidad Rey Juan Carlos, habló ayer, en el Club Prensa Asturiana de LA NUEVA ESPAÑA, de las curiosas interacciones que preservan el equilibrio y la vida en la Tierra, algunas tan insólitas como la que liga la supervivencia de la selva amazónica con las arenas del Sáhara, que atraviesan el Atlántico al menos una vez al mes impelidas por corrientes de aire o «ríos voladores», como él las llamó, para derramar sobre los árboles y la vegetación su rico contenido en fósforo y otros nutrientes necesarios para su supervivencia.

Valladares, que llegó acompañado por la delegada del CSIC en Asturias, María Fernández, para intervenir en el ciclo de charlas y conferencias «¿Qué sabemos de...?» tituló la suya «El papel de los bosques en la salud planetaria» y durante la hora larga que duró habló sobre «productividad forestal». Explicó que la desaparición de especies arbóreas supone unas pérdidas anuales, en todo el mundo, de 500.000 millones de dólares, cuando invirtiendo la mitad de ese dinero se podrían preservar.

Para los que no les basten las razones económicas para proteger los bosques, Fernando Valladares ofreció otros argumentos, tan contundentes o más. Los árboles que crecen en los parques y en las zonas verdes de las ciudades estadounidenses evitan 600.000 fallecimientos al año. Los árboles filtran la contaminación y retienen un uno por ciento, un porcentaje que parece insignificante pero que puede ser decisivo para personas con ciertas patologías.

Más aún, pasear por el bosque es beneficioso para la salud mental: «Estamos mejor psicológicamente». Al llegar a este punto mencionó un estudio, esta vez realizado en Helsinki, con mediciones y analíticas de los ciudadanos antes y después de deambular por un entorno verde. «Dar un paseo por un bosque es sorprendentemente positivo», indicó Valladares, «hasta el punto de sustituir el efecto de varios fármacos para tratar la hipertensión y la depresión».

«En la fase infantil es crucial tener espacios verdes cerca», añadió, dado que se ha demostrado que ejercen un efecto protector frente a enfermedades y trastornos como la esquizofrenia, la depresión, el abuso de sustancias y las adicciones, entre otras muchas.

La clave está en la diversidad, en la biodiversidad más concretamente. Cuantos más matices de verde tengamos alrededor, cuantas más especies vegetales y animales nos rodeen, aunque no seamos capaces ni de nombrarlas, más felices y sanos estaremos.

Aunque no quiso detenerse demasiado en la última pandemia, que ya da por pasada, Valladares aprovechó para recordar el «gran aprendizaje» que ha dejado: «Hemos aprendido lo vulnerables que somos y, él que ha querido, también habrá aprendido cuál es el origen de las pandemias: romper ecosistemas, fragmentarlos, jugar con las especies, son fenómenos en los que intervienen muchos factores que en un momento dado coinciden».

Las previsiones no son muy alentadoras porque los científicos cuentan con que el riesgo de pandemia se duplique en las próximas décadas y ante esa previsión Fernando Valladares hizo ver que «la vacuna es la naturaleza». Por esa, entre otras muchas razones, merece la pena cuidarla.