Daniel Álvarez Prendes, presidente del Gremio de Editores de Asturias: "El libro es el antídoto frente a la ansiedad que vivimos hoy en día"

"El secto editorial en Asturias sostiene cientos de empleos, entre puestos directos e indirectos, y no somos un chiringuito que viva de las ayudas públicas, vivimos de nuestras ventas"

Daniel Álvarez Prendes, con el cartel de la segunda edición de la Feria de la Edición Asturiana (FEA)

Daniel Álvarez Prendes, con el cartel de la segunda edición de la Feria de la Edición Asturiana (FEA) / Eduardo Lagar

Eduardo Lagar

Eduardo Lagar

Daniel Álvarez Prendes (Oviedo, 1977), editor del sello Hoja de Lata, sustituyó el año pasado a Ana de la Roza, de la editorial Delallama, en el puesto de presidente del Gremio de Editores de Asturias, en el que están agrupadas 34 editoriales de la región. Durante este fin de semana del 8 al 10 de marzo, en la Plaza de Trascorrales, se celebra la II edición de la FEA, la Feria de la Edición Asturiana, donde se podrá apreciar la calidad y cantidad de títulos que tiene en sus catálogos este sector cultural que en los últimos años ha ido despuntando.

-Haga un pequeño perfil del sector editorial en Asturias.

-Somos 34 sellos agremiados. No estamos todos los que son, pero sí somos todos los que están. Tenemos un perfil que va desde editoriales medias como pueden ser Trea o KRK, que tienen un catálogo amplísimo y muchos años de trayectoria, hasta pequeñas editoriales como, por ejemplo, entre las últimas que se han incorporado, ediciones Duermevela, que se dedica a la fantasía y la ciencia ficción, muy sorprendente. O la editorial Satori, un referente en el mundo hispanohablante de todo lo relacionado con el mundo japonés. Hay editoriales de temáticas asturianas, editoriales de poesía… Todos los géneros sabidos y por haber, los tenemos en nuestro gremio.

-¿Y cuánto empleo sostiene la edición de libros en Asturias?

-Generamos más de un centenar de puestos de trabajo directos y luego una órbita de indirectos: diseñadores, correctores, traductores, maquetadores y demás. Es decir, un sector considerable, con varios centenares de puestos de trabajo. En contra de lo que puede parecer, por lo que se escucha en ciertos ámbitos, es un sector rentable, no es un chiringuito que viva de las ayudas públicas. Bienvenidas son, por supuesto, como en cualquier sector económico, pero nosotros vivimos directamente de nuestras ventas, lo cual nos llena de orgullo.

-¿Qué buscan con esta segunda edición de la FEA?

-Salir al encuentro del público. Celebramos su segunda edición en este espacio tan chulísimo (Plaza de Trascorrales) que nos cede el Ayuntamiento de Oviedo. Ahora que la cultura tiene que compartir la atención del público con otras formas de ocio espectaculares y muy intensas, muy llamativas, el libro tiene que hacer un esfuerzo extra para poder seguir teniendo tirón.

-El sector editorial creció mucho en la última década y media en Asturias. Y en toda España hay un cierto boom de pequeñas editoriales.

-Sí. En Asturias y en España se da un fenómeno propio: las pequeñas editoriales generaron muchísima atención de las librerías y, por tanto, del público. En otros países, en Inglaterra, Francia o Estados Unidos, hay un abismo entre las grandes y las pequeñas editoriales, que les cuesta horrores o no consiguen una distribución comercial que garantice una presencia real en los puntos de venta. Son los medianos o los grandes sellos los que copan todo. Aquí, en cambio, si te acercas por ejemplo al escaparate de la librería Cervantes de Oviedo, verás que la mitad del escaparate lo dedican a grandes sellos y la otra mitad, en cambio, la compartimos un montón de pequeñas editoriales que hacemos cosas muy diferentes, muy exquisitas, muy interesantes para el público.

-Es verdad que las pequeñas editoriales tienen mucho prestigio.

-Lo gratificante es que el público está dando muy buena respuesta, muy buena acogida, a esas pequeñas editoriales y así se produce esa explosión de sellos. Ahora mismo en España se publican muchísimos libros y la población lectora es estable. Y entonces, bueno, estamos disputando entre más editoriales por llamar la atención de los mismos.

-¿Cuántos libros se publican en Asturias al cabo del año?

-Entre los 34 sellos del gremio creo que podríamos estar en torno al millar de títulos al año. Hay mucho libro técnico o libro práctico; es decir, libros de rutas, de recetas, académicos. Pero también hay ensayo y bastante de ficción, literatura y poesía. Y también bastante libro infantil. Tenemos unos grandes sellos infantiles, como Pintar Pintar, sello muy clásico ya, tres veces ganador del premio nacional de álbum ilustrado. O Eva Ramin, una editora ilustradora que se acaba de incorporar al Gremio que también está muy reconocida en su sector.

-¿Las editoriales asturianas han dado ya el salto al mercado nacional e internacional o todavía queda camino por recorrer?

-Hasta ahora mismo podemos decir que cada uno de los 34 hacemos un poco la guerra por nuestra cuenta. Los logros de cada uno son el producto de su esfuerzo personal. Como presidente animaría a mis compañeros a que se atrevieran a ser un poquito más osados, un poquito más ambiciosos. Está muy bien hacer un catálogo muy interesante, con calidad, con autores conocidos, pero creo que no todos hicieron el cambio del chip para atreverse a salir de la tan manida zona de confort, sea la frontera asturiana o su ámbito más cercano. Me interesa, particularmente, que asistamos a ferias internacionales, que defendamos nuestro producto, que nos lo creamos. Salir puede ser muy ingrato al principio, pero muy satisfactorio una vez que tienes resultados. No podemos estar haciendo cosas de mucha calidad para que no salgan más allá de nuestro entorno más inmediato. Ya digo: está fenomenal que te mates por hacer un catálogo exquisito, pero hay que defenderlo también con mayor proyección y ambición.

-¿Las nuevas tecnologías están facilitando la labor de los pequeños editores a la hora de imprimir y distribuir?

-A cierto nivel, sí. Para editoriales pequeñas que hagan tiradas pequeñas facilita muchísimo el trabajo porque es casi ya mecánico, automático. Das al ‘play’ y te imprimen un libro en la Línea de la Concepción y te lo distribuyen allí. A otro nivel, mediano, más grande, ya necesitas consolidar las herramientas más clásicas del sector, una distribución comercial al uso, que es la que tenemos que aspirar a tener todos. Y tenemos que forzarnos por tener una buena presencia, una buena comunicación. Es lo que intentamos conseguir con esas puestas en común que hacemos como la FEA.

-Otra cosa que te preguntarán siempre es que el libro en papel quizá sea el único soporte analógico que está resistiendo a la pleamar digital.

-Hace 20 años, cuando yo cursé un posgrado en edición, se daba ya por enterrado el mundo del libro en papel. Lo digital era lo que se iba a comer todo, lo que iba a triunfar. Y, sorprendentemente, la experiencia lectora parece que sigue exigiendo lo analógico, el tacto del papel. Van creciendo, poco a poco, las ventas de los libros electrónico, pero la gente muy mayoritariamente sigue exigiendo la experiencia del libro en papel.

-Todos los demás productos culturales se van “desmaterializando”, pero el libro resiste.

-El libro es un invento de hace tres mil años que lleva asistiendo desde entonces. Está muy poco evolucionado porque es un producto en sí perfecto. No necesitas baterías y demás para leerlo. Lo único que está fallando es el prestigio social del hábito de lectura y es también por lo que nosotros peleamos.

-¿Ya no prestigia ser un buen lector?

-El ser culto, ser una persona cultivada o, siquiera ya, calmada, que te sientes a leer y no estés hiperconectado o colgando en tiempo real lo que estás haciendo, es un valor en decadencia. Frente al nivel de esquizofrenia, de ansiedad, de frenetismo estúpido, que en mi opinión hoy vivimos, el libro es el antídoto. Es un elemento revolucionario porque va a contracorriente de la tendencia. Creemos que la lectura necesita más prestigio social. Y eso podemos conseguirlo aunque sea utilizando los medios del enemigo, las redes sociales. Hay un fenómeno muy interesante entre la gente más joven, el de los booktubers o los lectores de Instagram. Están potenciando las reseñas, que te pueden servir para tomar referencias sobre qué leer.

-¿La lectura se convierte, cada día más, en una actividad casi exclusiva de mujeres?

-El sector de la lectura es mayoritariamente femenino. Antes, si bien entre las mujeres se leían todas las temáticas, el mundo editorial era mayoritariamente de hombres. Pero ahora está habiendo un boom muy claro de literatura, entre comillas, de mujeres. Es decir, temáticas que puedan tener una sensibilidad femenina mayor, según los estereotipos de la sociedad. Las autoras ahora mismo pegan mucho más fuerte que los hombres. Ahora mismo las editoriales, que tienen siempre el pulso de la sociedad, buscan autoras. Lo cual es muy lógico porque son las mujeres las que verdaderamente leen en este país.

-Durante el confinamiento de la pandemia, en 2020, parecía que todo el mundo se lanzaba a leer con voracidad o a escribir la novela de su vida. ¿Qué quedó de todo aquello en el mercado editorial?

-Se acaba de publicar el informe anual del sector del libro y, satisfactoriamente, conseguimos consolidar esa subida que habíamos tenido en el 2020-2021 con la pandemia. El año 2021, para la casi totalidad de los sellos y de las librerías, fue el mejor año de nuestra historia. En el 2022 se produjo un poco de bajón, pero en 2023 se volvió a consolidar eso que habíamos conseguido avanzar durante la pandemia.

-Ahora que tenemos tantos productos digitales, ¿la clave en la edición es que el libro en papel sea un producto especialmente cuidado?

-Nosotros creemos que sí. Para resistir el envite de lo digital y de esa desmaterialización, nosotros seguimos apostando por hacer unas ediciones cuidadas, que ese público que todavía se acerca y se gasta su dinero en las librerías aprecie que los libros están hechos con buen criterio, con mimo. Es la baza que nos queda a las editoriales para que no nos pase como a la música, por ejemplo, que la gente ya no valora tener la carpeta del disco. Los libros como objeto en sí, funcionan.