Entrevista | Ádám Fischer Dirige el sábado en el Auditorio a la Sinfónica de Dusseldorf con el acto II de "Tristan und Isolde", de Wagner

"La música en estos tiempos es un refugio, quiero despertar de la pesadilla de la guerra"

"El mensaje de Wagner es universal para todas las generaciones: el deseo loco y la ambición por el dinero y el poder son veneno"

Ádám Fischer.

Ádám Fischer. / Susanne Diesner

Chus Neira

Chus Neira

El húngaro Ádám Fischer (Budapest, 74 años) está considerado una de las grandes batutas europeas, reconocido con el premio ICMA a toda la carrera en 2022. Titular de la Danish Chamber Orchestra y de la Düsseldorf Symphoniker, regresa este sábado al Auditorio (20.00 horas, entradas a 40 y 32 euros) con esta segunda formación y una versión concierto del acto II de "Tristan und Isolde" con las voces de Daniela Köhler, Dorottya Láng, Corby Welch, Miklós Sebestyén y el asturiano Juan Noval-Moro.

–Regresa a Oviedo once años después. ¿Se acuerda de su paso por aquí con la Sinfónica de Viena junto a María João Pires?

–Claro que me acuerdo. Desgraciadamente, no pude recorrer mucho la ciudad, pero el concierto fue una experiencia muy excitante para mí y también para la Sinfónica de Viena.

–Ahora llega con la Sinfónica de Düsseldorf, de la que es su director titular desde 2015. ¿Qué supone dirigir una formación que tiene 150 años?

–No son los 150 años de historia lo que hace que mi trabajo con la orquesta sea especial, sino el hecho de que llevo trabajando de forma regular con estos músicos hace ahora ya diez años. De esta forma, puedo seguir construyendo permanentemente a partir de la experiencia de los conciertos anteriores. Y nuestros conciertos se vuelven, así, cada vez más y más singulares, únicos. Es muy excitante.

–¿A qué suena la Sinfónica de Düsseldorf?

–Es un instrumento maestro que hace que todo sea posible, y mi trabajo consiste en explotar todas sus posibilidades. Por eso, si a ustedes no les gusta como suena, no lo duden, ¡la culpa es mía, no de los músicos!

–En 2015 inició el ciclo Haydn-Mahler, muy premiado. Ha afrontado otras integrales sinfónicas. ¿Cuánto hay de reto en estos planes de trabajo?

–Es a lo que se dedica un director de orquesta. Amo la música de todos esos compositores. Todos son diferentes, pero no me pregunte a cuál quiero más. Son como mis nietos. Todos diferentes pero a todos los quiero.

–Fundó los Wagner Days en Budapest. ¿Qué significa Wagner en su carrera y qué nos dice hoy su música?

–Aprendí mucho sobre el mundo de Wagner cuando dirigí Bayreuth entre 2001 y 2006. Aprendí sobre lo que supone su música y aprendí, también, a cómo hacer que suene mejor en otros lugares, a saber usar las posibilidades especiales de otros escenarios. Wagner es universal para todas las generaciones: el deseo loco y la ambición por el dinero y el poder son veneno.

–Intrepretarán el segundo acto de "Tristan und Isolde". Bernard Shaw escribió: "Cualquier escena musical romántica palidece al lado del océano de sentimientos de este segundo acto". ¿Está de acuerdo?

–Sí, es uno de los grandes hitos de la historia de la música. Shaw tenía razón.

–Tiempos de guerra. En Europa y en Gaza e Israel…

–No quiero hablar mucho sobre la actual situación en Gaza e Israel. Desearía estar equivocado, pero soy muy pesimista sobre el futuro. Es una pesadilla y lo único que quiero es despertarme.

–¿Ofrece algún consuelo la música?

–La música, al menos para mí, es un refugio en estos momentos. Espero que otras personas sientan lo mismo y que, de esta forma, podamos ayudarles, aunque sea solo por un instante, a olvidar lo que está sucediendo en el mundo.

–¿Cómo cree que se sentirían los grandes compositores del XIX si vieran lo que se hace hoy con sus obras y la aceptación universal de sus lenguajes artísticos?

–No lo sé. Probablemente cada compositor reaccionaría de una forma diferente. Pero en realidad no es algo tan interesante. El compositor, como persona, es mortal. La música que crearon no lo es. La música tiene una eternidad actual, eso es lo importante.

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