Crítica / música

Calidez para una tarde fría

La voz de Palazón y la pericia al piano de Ortega vencen a los elementos en un buen concierto

Alicia Pajón

Alicia Pajón

El programa que llevaron al escenario la soprano Irene Palazón y el pianista Miquel Ortega el miércoles 14 evidenciaba una cosa: la riqueza del repertorio vocal iberoamericano del siglo XX. El teatro Filarmónica se convirtió durante hora y media en un refugio de la lluvia, y los músicos supieron llenar la sala medio vacía con su interpretación e incluso salir airosos de los problemas técnicos iniciales provocados por un iPad receloso a mostrar las partituras en un primer momento.

Las dos partes del concierto estaban diseñadas de manera simétrica, y en la mitad de ambas pudimos disfrutar de una pieza para piano solo en la que Ortega mostró su dominio del instrumento, a través de un "Nocturno" de Falla primero y con "El Pont de Montjuic" como intermedio de la segunda parte. Estas dos piezas sirvieron como entreacto en cada una de sus partes, haciendo de línea divisoria entre repertorios. La primera parte se dividió en música viene desde o habla de Buenos Aires, y Falla nos acompañó para que atravesáramos el Atlántico y termináramos con dos piezas situadas en España. Por otro lado, la composición de Mompou nos ayudó a viajar entre las piezas compuestas por el propio Miquel Ortega y tres de zarzuela.

A lo largo de este repertorio diverso, soprano y pianista mostraron su compenetración a nivel musical. El piano acompañó en todo momento a la vocalista, manteniendo magistralmente el contraste entre ambas voces. A su vez, Palazón dejó patente su gran dominio vocal y la potencia de una voz capaz de llenar y dar calidez a toda la sala. La soprano evidenció especialmente su gran dominio del género de la zarzuela, brillando en las tres últimas piezas con un timbre perfectamente controlado, acompañado de una excelente proyección que permitió al público seguir con claridad el repertorio.

El buen hacer de los intérpretes se vio recompensado por grandes aplausos por parte del público. Como agradecimiento, Palazón interpretó la "Romanza de las Carceleras" de Chapí, y su acogida fue tal que se lanzó a por un segundo bis, interpretando el "Asturias Patria Querida" e instando al público a unirse, invitación que algunos recogieron para cerrar la velada con una suerte de coro improvisado.

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