camín real

El cura sidrero de Les Regueres

Don Felipe Escobar Velasco, párroco de Biedes, dejó unas deudas considerables que incluían tres pipas de sidra, de 450 litros cada una

Rosa M.ª Rodríguez Fernández

D. Felipe Escobar Velasco, cura párroco de Biedes, Les Regueres, fue un personaje singular. Un día de invierno fue a Oviedo a lomos de su caballo, acompañado de igual forma por el entonces sacristán, Vitorio "el cura", a resolver algunos asuntos. La tarea se alargó por las tabernas y regresaron de noche. Al cruzar el puente de Gallegos debió marearse y cayó al río Nora. El sacristán, que iba delante, ni se enteró hasta el día siguiente. Esto ocurría en febrero de 1921.

No sabemos mucho de su vida en Biedes, pero sí bastante de su herencia, según consta en el "Boletín Oficial de la Provincia" de diversas fechas y años. Dejó unas deudas considerables.

Al propietario de la taberna de Gallegos, José González González, le dejó a deber ¡tres pipas de sidra! a 450 litros cada pipa, que se había llevado al fiado, dejando al chigrero casi en la ruina. No nos explicamos cómo pudo fiarle durante tanto tiempo. Y vaya si le gustaba la sidra. A Ramón Blanco Suárez, padre de Edelmiro de Biedes (hoy restaurante Casa Edelmiro) le dejó a deber 224,75 pesetas de artículos de primera necesidad que le habían fiado.

A Cipriano Pérez de La Venta del Escamplero, como presidente de la Sociedad Agrícola Católica de Santa María de Balsera, le adeudaba la cifra de 91,70 pesetas.

Como consecuencia de los pleitos contra los herederos que no se presentaron, embargaron hasta los libros de la Rectoral de Biedes, que eran de la parroquia, a lo que se opuso su sucesor, D. Armando García Rodríguez, hasta que, siete años después de fallecido, en 1928, el juez les dio la razón.

Hubo en Santullano otro cura llamado Wenceslao Visier y Menes, que intervino en un episodio curioso relatado por Aurelio Berlique, vecino de Recastañoso, fallecido hace dos años cerca del centenar, al que se lo había contado su abuelo.

En una ocasión, había tal cantidad de pegas (urracas) en Recastañoso y Miobra que se estaban quedando sin cosechas. Ya no sabían qué hacer para ahuyentarlas. Desesperados, decidieron recurrir al citado cura, conocido por Visier, el cual hacía exorcismos. Se reunieron en el Güertu Riba (una especie de campo entre Casa Carmela y Casa el Roxu) todos los vecinos con el cura y comenzó a exconxurar a las pegas. Entonces les preguntó a dónde las querían mandar y se pusieron a debatir. Llegaron a un acuerdo: detrás del monte Otero. Llegó la noche y vieron que las pegas iniciaban el vuelo en gran bandada hacia Otero. Y no volvieron. Uno de los vecinos de Otero, de Casa el Ferreru, quedó sin cosecha aquel año.

El cura en cuestión fue juzgado como moroso en juicio celebrado en Avilés el 31 de enero de 1895 por una deuda a Mª del Carmen Tamargo de más de mil pesetas, todo un capital para el momento.

Y eso que se decía “Vive mejor que un cura”, pero se ve que la administración de estos dos no era lo suyo.

Suscríbete para seguir leyendo