"La fiesta y yo"

Recaudador de impuestos

Carlos Fernández

Carlos Fernández

No tengo nada contra las fiestas, todo lo contrario, pero a mí San Mateo me cae regular, por no decir mal. Me refiero al paisano, no a la Semana Grande. Porque, a ver, ¿por qué es San Mateo patrono de facto de Oviedo? ¿Qué vinculación tiene con la capital del Principado? Ninguna. Además, ¿no tenemos ya una patrona?

Sí señor, la hay, aquella nenina que con doce años achicharraron los romanos en Mérida, Santa Eulalia (Olaya en Colloto), y que está enterradina en la Catedral. Esa cría sí sudó la camiseta, la probina, y está con nosotros, no como él.

La explicación oficial es que como el Jubileo acaba el día 21, y resulta que ese día es San Mateo, pues la cosa quedó. Pero eso es pillar la mosca por el rabo, porque aquí la juerga acaba en la Romería del Cristo, tres o cuatro días después de San Mateo. O sea, que tampoco. Siempre hubo gente hábil. Analicemos al tal Mateo.

El tipo era recaudador de impuestos –ya empezamos mal–. Tenía olfato. Vio a Jesús de Nazaret en aquel Carmín de la Pola llenando cestos y cestos de sardines, y lo vio claro: allí había futuro.

Y supo moverse. Prueba de ello es que entre el montón de gente de la romería, al poco Mateo ya estaba en el equipo de Jesús. Pa entendernos, consejero de Barbón al cambio. Somos un millón de asturianos, pero consejeros, una docena más o menos. Como los apóstoles. Sí, es lo de estar en el momento correcto en el sitio correcto y valer para el puesto. Pues eso hizo Mateo. Pasar por delante del hijo del carpintero todo lo que hizo falta. Y el tipo valía, eso sí. No hay más que ver el cuadro de "La Última Cena", de Da Vinci, y observar cómo está liando al probe Judas Tadeo y Simón el Cananeo, los más infelices de la mesa. Trabajando el paño, se dice. Y ya sabemos lo que son los políticos de altura, el que pilla poltrona, ni con agua caliente. Prueba de ello fue que después se hizo con la plaza de evangelista. Y volvió a moverse rápido: el primer evangelio, el suyo. Al parecer pilló textos de otros, los ordenó en el word, y a editar. Un trepa listu. Y como después lo degollaron, acabó con los galones de santo. En Roma lo tuvieron claro: tenía buen currículum, y para el calendario de cabeza. Toma ya, el 21 de setiembre pa él.

Solo le quedó mover los hilos en el cielo, tapando lo de aquella niñina, la pobre Santa Eulalia, y que las fiestas en Oviedo no acababan el 21 sino el 24, y el recaudador de impuestos, que nunca en la vida estuvo aquí, pero sabía de la importancia de la que iba a ser en el futuro capital de un principado, se hizo con el negocio. Creo que armó una parecida en Logroño, sin haber ido nunca. Hoy esto se llama "gestión"; aprovechar las oportunidades. En realidad el patrono patrono es el Salvador, o sea, el jefe máximo, pero no le dio más porque por su cargo tien mas yerba que tená y porque sabe que pelear con San Mateo es perder el tiempo.

Por eso los carbayones no podemos hacer nada ahí, y uno, a estas alturas, ya no quiere andar a cabezazos contra lo que no tiene solución. Por eso, dejé el artículo y marché de folixa y a disfrutar con la Torroja, que había parado de llover. De los chiringuitos prefiero no hablar. Pa qué.

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