Con vistas al Naranco

La guadaña se encontró con su leyenda

La inusuales circunstancias del accidente mortal sucedido en San Justo

Antonio Masip

Antonio Masip

Es pena que la noticia de la aparatosa muerte hace días en San Justo, Villaviciosa, de un campesino que resbaló llevando al hombro una guadaña, no se acompañe de informes de autopsia u otros dictámenes técnicos del trágico suceso. La endiablada trayectoria letal parece propia de la bala mágica que rebotó tres veces según el estudio Earl Warren para asesinar al presidente Kennedy, que concluyeron más explícitamente Jim Garrison, fiscal de New Orleans, y el cineasta Oliver Stone. En cualquier caso, el precedente maliayés, por insólito, es curioso y digno de resaltarse. Autolesión con extraño resultado de muerte. La guadaña se encontró así con su leyenda, la representación esquelética de la Muerte que lleva en mano diestra ¡guadaña! Alejandro Casona desoye el legendario concepto para convertir la muerte en dulzona Dama del Alba que periódicamente visita, silente, los pueblos. En mi corta, pero intensa, vida profesional de penalista y laboralista nunca constaté suceso semejante, guadaña mediante. Tampoco aparece, rememoro, en los comentarios de Luis Jiménez de Asúa que heredé de mi padre y que recomendaban mis profesores, P. Pereda y Antonio Beristain, ambos S J.; a lo más sale en resoluciones de la jurisprudencia llamada menor donde la guadaña es, incluso, elemento de defensa, constitutivo de legítima defensa, sea académicamente completa o incompleta. También hubo peleas a guadañazos. La referencia demagógica al hombre de la fesoria, era constante en el director poleso del ovetense "Región", Ricardo Vázquez Prada, Tomasín, en los enloquecidos aforismos de su sección Gotas de Tinta.

La guadaña estuvo ahí, en la iconografía, clásica y rural, probablemente desde la Edad del Bronce, pero hasta San Justo no contaminó su papel ficcional en un confiado segador.

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