Economía del amor

Ante situaciones críticas personales o de seres muy queridos, lo que más nos mueve es compartir lo más hermoso

Economía del amor

Economía del amor

El inicio del éxito en toda actividad económica es el punto de equilibrio. Igual sucede en el amor. El balance, la satisfacción, el bienestar, la producción eficiente, la distribución y el consumo son términos económicos que tienen una gran afinidad con las formas en que se expresa el amor. Por eso, para amar bien es preciso saber de economía y, si quieres destacar en tu economía, debes apoyarte en el amor.

La economía del amor debería entenderse como el conjunto de valores aplicados a la búsqueda de la generación de la riqueza y la superación de la pobreza y la justicia social. El amor es el valor más preciado de la raza humana. Permite la asociación, la convivencia pacífica y la búsqueda de la prosperidad común a través de la iteración dinámica propia del reconocimiento del otro en el "nosotros". Ciertamente, es difícil, no obstante, encontrar personas con amor suficiente para dar y regalar.

Cuando alguien se siente completo y pleno para amar, le resulta fácil ofrecer su "producto y servicio amoroso" a los demás; puede prodigar amabilidad y cordialidad con cualquier persona; trata con respeto; comprende al que sufre; e incluso intenta, siempre que se lo permita, ayudarle en la forma que mejor pueda y sepa. Mas no es infrecuente que el "comprador" potencial se sienta receloso ante esta barata oferta, pues se ve como el que se descarga una app gratuita en el móvil, que sospecha que eso conllevará alguna contraprestación oculta por parte de la empresa que te ofrece ese producto sin coste.

La mayor diferencia, sin embargo, es que el amor sigue ofreciendo todo a coste cero, porque en verdad no necesita recibir nada de ti, ya que, al ofrecer amor, uno siente amor y, por tanto, ya tiene lo que busca; y lo tendrá siempre que elija ofrecérselo a los demás de forma incondicional. No obstante, si empieza a ofrecer su "producto y servicio amoroso" de forma condicional, deja de ser amor verdadero (=incondicional), y entonces ya no recibirá sino condicionalidad "para sus aparentes buenas maneras".

El buen inversionista del amor lo hace con la plena certeza de quien sabe, no de quien cree. Se dice que cada vez que Warren Buffet invertía, directamente cambiaba el contexto de la bolsa y directamente establecía un nuevo escenario. El amor hace lo mismo. Quien ama incondicionalmente se hace libre de las elecciones de inversión de los demás, y no se deja arrastrar por el inversor interesado ni por el miedo, ni se condiciona a obtener servicios y productos que más tarde descubrirá que ni los necesitaba ni los necesitará nunca: como la marca de un coche caro. Eso sí, una vez obtenido, se vuelve "imprescindible", pues si no sería "menos" en la sociedad consumista.

El amor no necesita de tu creencia, pero sí de tu ofrecimiento. ¿Con cuál te quedan más saneadas tus cuentas? ¿Con quien te ofrece todo, pues todo lo tienes ya –capacidad de elegir amar incondicionalmente–, o con quien te amenaza con quitarte lo que tienes (miedo) y te ofrece lo que no necesitas (bienes y servicios que no existen hasta que los inventan como aparente necesidad)? Haz tu elección y recuerda que también se afectará por ella tu familiar entorno. Llena el sistema con más miedo hasta que reviente o aporta tu pequeña gran contribución amorosa de forma incondicional y lógica, pues es la mejor inversión para obtener el rédito constante y certero de una vida con sentido, amor y paz.

Valoramos nuestras finanzas, la solidez en nuestras inversiones y el poder de nuestros activos. Pero cuando todo eso está saneado y boyante y enferma nuestro ser más querido, todo se siente en bancarrota. La valoración se expresa por lo que valoramos y por lo tanto por lo que sentimos; y así nos damos cuenta de que nuestro capital emocional, humano y vital se estaba enfocando en algo efímero y fútil –lo económico, frío y analítico–, cuando lo más importante se nos muestra obvio y real: es el amor lo que más valoramos, nuestro capital más sólido y la mejor inversión para poder cultivar y recolectar los mejores frutos de una vida alegre y feliz.

Todo se vuelve a reformular y muchos expresan que vuelven a nacer cuando, ante situaciones críticas personales o de seres muy queridos en nuestra vida, acertamos a confirmar que lo que más nos mueve y motiva en la vida es compartir lo más hermoso que dentro de nosotros tenemos: esa música que anhela armonizarnos como "instrumentos" para crear juntos la sinfonía de nuestra orquesta conjunta, que algunos llamamos vida.

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