Muñó, sidra casera de diez: la localidad logra reunir a una decena de elaboradores en una gran cita para "mantener nuestra tradición"

La asociación vecinal organiza un festejo con degustación, pincheo y juegos | "Se trata de compartir", apunta el presidente, Vidal González

Antaño, en casi todas las familias se elaboraba sidra con la manzana que había en casa, pero la tradición se ha ido perdiendo con el paso del tiempo. Muñó es uno de los lugares en los que resiste una docena de productores, y la asociación vecinal Escueles de Muñó ha querido poner en valor su dedicación con un encuentro para catar los caldos caseros que ya va por su segunda edición con gran éxito de público.

Arriba, elaboradores y colaboradores en el evento. A la izquierda, Vidal González, Pablo González y Luis Vigil, en la carpa. | L. Palacios

Arriba, elaboradores y colaboradores en el evento. A la izquierda, Vidal González, Pablo González y Luis Vigil, en la carpa. | L. Palacios / Luján Palacios

"De lo que se trata es de hacer que la costumbre no desaparezca, y de compartir: la dedicación de los vecinos que han elaborado tortillas y empanadas para este día, la sabiduría para hacer la sidra y el tiempo, que es lo más escaso hoy en día", razonaba Vidal González, presidente de la asociación y dinamizador de la vida local.

Muñó reúne a diez elaboradores de sidra casera para "mantener nuestra tradición"

Muñó reúne a diez elaboradores de sidra casera para "mantener nuestra tradición" / Luján Palacios

En Muñó se pudieron degustar ayer las sidras de Alfredo Blanco, Héctor Vigil, Juan Carlos Meana, Luis Meana, Manolito Valdés, José Aurelio García, Rosendo Cosío, Constantino Nuño y del propio Vidal González y su hijo Pablo. El veredicto vecinal sobre los caldos de estos dos últimos estuvo ajustado. "La sidra del padre está muy bien, pero la del hijo entra mejor en una degustación", indicaba con humor Luis Vigil, uno de los muchos vecinos que quisieron compartir día de fiesta.

La Asociación de la Sidra Casera de Carreño fue la invitada este año, y además se entregaron diplomas de agradecimiento a quienes donaron la sidra. Hubo pincheo, juego de la rana para los más pequeños y visitas durante toda la mañana a la exposición sobre la vida escolar de hace años, en el edificio de las antiguas escuelas. Y, sobre todo, espíritu de unión en un pueblo que hace piña.