Lucas Díaz, el héroe de Leceñes: "Mojamos una camiseta y la pusimos bajo la puerta"

El joven saltó el muro en zapatillas y con su ventolín en el bolsillo y se encerró con tres ancianos para protegerlos del humo y el fuego  

Lucas Díaz.

L. Palacios

Se llama Lucas Díaz y acaba de ser padre. Vive junto al palacio de Valdesto, en Siero, a poca distancia de la residencia geriátrica cuya segunda planta ardió en la madrugada del miércoles. Fue el primero en auxiliar a los ancianos, uno de los héroes de Leceñes: "No me lo pensé y actúe".

Lucas Díaz pudo conocer lo que estaba pasando y actuar porque esa noche estaba desvelado, lo común cuando se tiene un bebé de tres meses. El joven sierense y su pareja, Paola del Sol, hacían tiempo fumando un cigarrillo en el exterior de su casa a eso de la una de la madrugada cuando escucharon el sonido de la alarma de la residencia. Paola fue la primera en ver que salía humo. De inmediato, el héroe de Leceñes cogió su coche y se plantó en dos minutos ante la residencia. Llegó antes que los servicios de emergencias, en zapatillas y con un ventolín en el bolsillo que no olvidó llevar consigo porque es asmático e intuía a lo que podía enfrentarse.   

"Escuché a una señora pedir auxilio. Vi que de la habitación de al lado salía humo, no me lo pensé y salté el muro. Otra señora de la planta baja me abrió una puerta y entré", narra Lucas Díaz. Ya en el interior, ayudó a tres personas a guarecerse en una habitación. "Mojamos una camiseta con agua y la pusimos bajo la puerta para que no entrara el humo, a la espera de que llegasen los bomberos", cuenta. Otro vecino que se sumó a las labores de auxilio le prestó una sudadera. Lucas Díaz la mojo y repitió la misma operación para que los mayores no inhalaran humo. Luego ayudaría a los efectivos de la Policía Local, Guardia Civil y Bomberos a sacar a los residentes.

Cuando el joven accedió a la residencia, una trabajadora estaba en la planta del intermedia intentando sacar a los residentes por el ascensor. Lucas Díaz la oyó gritar en su dirección que "los de la planta de arriba se iban a morir todos". "Entonces subí yo a despertarlos y decirles que bajaran; los que se podían mover bajaron y tuve que ayudar a un señor con poca movilidad, y a otras dos señoras, una de ellas en silla de ruedas", detalla el audaz Díaz. 

Lucas Díaz, dando el biberón a su bebé, Llorian Díaz, junto a Paola del Sol, su pareja.

Lucas Díaz, dando el biberón a su bebé, Llorian Díaz, junto a Paola del Sol, su pareja. / Luján Palacios

"Al final te das cuenta de que pueden ser tus abuelos; no me lo pensé y actúe", rememoraba en conversación con LA NUEVA ESPAÑA después de las tres de la madrugada, todavía al pie del cañón, cuando lo peor ya había pasado, y aún conmocionado por lo vivido. 

Paola del Sol, su pareja, había sido quien alertó a los servicios de emergencia. El despliegue fue espectacular. La fila de vehículos llegaba desde la carretera general hasta la residencia. Estacionados a lo largo de la cuesta, ambulancias, camiones y coches de las fuerzas de seguridad formaron una columna de unos 300 metros. 

Además de Lucas Díaz, otros vecinos colaboraron en el auxilio de los residentes. "Lo primero que escuché fue a una señora gritar: ‘¡Sacadme, que se me quema la habitación!’", explicó Sergio Gago. Ayudó al personal sanitario y a los efectivos de emergencia a ir evacuando a los ancianos. "Fue difícil, muchos tenían poca movilidad", rememora.

A pocos metros, en una casa casi pegada a la residencia vive otro joven, Juan Riestra. Este es su testimonio: "Nos alertó el perro con sus ladridos. Salimos y escuchamos la alarma. Ya vimos todo el follón. Ayudamos a los bomberos a tirar las mangueras. Les trajimos unos calderos para que pudieran limpiarse la cara.

"Es algo que impacta, ver gente mayor en una situación así… algunos estaban desorientados", coincidían en señalar quienes se acercaron para asistir a los intoxicados en los primeros minutos del suceso. Los sanitarios se encargaron de transmitir calma y serenidad. Muchos evacuados salían conscientes de la situación, pero otras personas estaban algo aturdidas. "Estás en el prau de la residencia, no te diste cuenta de que hubo un incendio, pero ya ha pasado todo", consolaba uno de los profesionales a una residente, en el hospital de campaña montado a la entrada. Pudo ser una tragedia mayor. El héroe de Leceñes contribuyó a que no lo fuera. 

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