Muñó brega por sus manzanas, con variedades que se producen en la zona desde hace más de ocho décadas

Las escuelas de la localidad de Siero acogen este domingo las segundas jornadas dedicadas al fruto, con las que se pretende preservar y difundir la tradición de los pumares en un lugar que echa en falta el relevo generacional

Lucía Rodríguez

Más de treinta variedades de manzanas existen en Muñó, localidad sierense que trabaja por mantener las pumaradas y conservar la tradición de un lugar en el que hoy los vecinos siguen empeñados en que no desaparezca esta seña de identidad que es parte de su patrimonio. Y en ese esfuerzo de preservación y divulgación se enmarcan las II Jornadas de la Manzana que la Asociación Asecevi organiza en colaboración con el Club Amigos de la Manzana de Siero y que se desarrollarán este domingo en Les Escueles de Muñó, de 11.00 a 16.00 horas. Se trata de una iniciativa con muy buena acogida en su primera edición y que espera tenerla también en esta, según sus responsables. Estos temen, no obstante, que la falta de relevo generacional, entre otras cosas, dificulte la continuidad de la riqueza que suponen las pomaradas locales, aunque no se rinden y siguen luchando.

Héctor Vigil es jubilado de la mina y lleva más de 30 años haciéndose cargo de dos pomaradas en la parroquia sierense de Muñó que sus padres, fallecidos hace unos cuatro décadas, dejaron en sus manos. Entre las dos fincas de manzanos asegura que, este año, tendrá una producción de más de veinte mil kilos de manzanas. Los árboles están totalmente cargados. "Las cañas pesan tanto que incluso han llegado a romperme a la mitad, hay un montón de manzanas en el suelo y he tenido que sofitar la mayoría de los árboles para que no se caigan".

Pero este no es el principal reto al que se tiene que enfrentar Vigil. Por un lado, está la falta de relevo generacional. "Tengo una hija, pero ella no quiere hacerse cargo de los pumares. Es enfermera en el hospital de Oviedo y tiene su vida". Al igual que él, Vidal González, presidente de la Asociación Escueles de Muñó, está prácticamente en la misma situación. "Yo tengo dos hijos, pero a los jóvenes de hoy no les llama el mundo rural", dice. Y no son los únicos. Ambos aseguran que, en el pueblo, "hay muchísimos pumares que se están echados a perder, porque la gente se fue muriendo y nadie quiso hacerse cargo de ellos".

Vidal González y Héctor Vigil son dos hombres que siempre han vivido relacionados con el mundo rural y con la producción de manzanas, pero son conscientes que los tiempos ahora no son los de antes. "Nosotros llevamos desde niños metidos en este mundo. Antes, después de la escuela y los fines de semana ayudabas a tus padres en la huerta y ellos te daban algún dinero con el que podías ir al cine, comprarte unas deportivas o un jersey". Sin embargo, coinciden en que "a la juventud de ahora el dinero se lo dan igual, sin falta de hacer nada". "Es algo que saben que tienen, que está ahí y por eso no les preocupa", explican.

La posibilidad de que se pierda la tradición de la manzana en Muñó les a ambos "una gran impotencia", pues ven que el esfuerzo que están realizando durante tanto años puede verse "abocado al fracaso".

Otro de los problemas a los que se enfrentan en Muñó es a la falta de rentabilidad de la producción. Héctor Vigil explica que "esto es algo que pasa con muchas otras cosas, como la leche o cualquier otra fruta, que al final, entre los costes de producción y los costes de venta, apenas hay margen y suponen tan solo unos céntimos de beneficio". "Para la gente que tiene grandes extensiones esto no supone un gran problema, pues a fuerza de metros de finca y cantidad de árboles van sumando, pero en Muñó hay producciones pequeñas, de entre diez mil y veinte mil kilos de manzana y acabas dejándolo porque ves que el esfuerzo no merece la pena", comentan.

A esta circunstancia se suman los costes que les suponen las licencias o las gestiones. Vidal González indica que "te cobran por todo y si quieres tenerlo todo legal, como tiene que ser, al final los costes resultan inasumibles". Destaca además González otro de los focos de frustración, de "gran impotencia", que es la denominación de origen. Vidal y González insisten en que "no sentimos que la Administración esté involucrada con nosotros". Afirman que "hay manzanas aquí en Muñó que llevan produciéndose durante más de 80 años y aún no tienen la denominación".

Lamentan que hay variedades de manzana que se están perdiendo y que nunca más se van a volver a recuperar. "Hay muchas que están en proceso de estudio. Los trámites son tan lentos que, entre que se deciden y no, la gente evidentemente se cansa de esperar y deja de plantar esos árboles". González y Vigil reflexionan además sobre la sidra. "Desde la Administración tendrían que tener más control acerca de la sidra que está hecha con manzana asturiana y la que está hecha con manzana de fuera, independientemente de que la de aquí sea de denominación de origen o no", indican.