Asturias exporta talentos

De la Grana: "Hay que darse a conocer mucho más en el extranjero"

"Asturias no es una tierra del montón, sino extraordinaria", afirma la traductora e intérprete, que fue candidata con el partido de Emma Bonino en las elecciones generales italianas

María Jesús de la Grana, en Roma.

María Jesús de la Grana, en Roma. / Tino Pertierra

Tino Pertierra

Tino Pertierra

María Jesús de la Grana (Colonia/Roma). Nació en Fuejo, entre Grado y Salas, en una familia de agricultores y ganaderos. Licenciada en Derecho por la Universidad de Oviedo, máster en Derecho Comunitario en el Istituto Alcide De Gasperi de Roma y en Biblioteconomía en la Scuola Vaticana, y doctora en la Universidad La Sapienza de Roma. Traductora e intérprete jurado, fue candidata al Congreso de los Diputados en Italia con Más Europa, de Emma Bonino. 

María Jesús de la Grana vive desde hace treinta años en países europeos fuera de España y nunca se ha sentido emigrante, "sino europea en casa propia". Traductora e intérprete jurado, fue candidata en las elecciones generales italianas con un partido de nombre elocuente: Más Europa, con Emma Bonino.

Más sobre María Jesús: "Fui una niña de pueblo de finales de los años 60 e inicio de los 70, rica de afecto porque la nuestra era una familia unida, y parsimoniosa en el gasto porque entonces lo no estrictamente necesario se consideraba un despilfarro superfluo. Hasta tercero de EGB el radio de acción fue de menos de un kilómetro, la distancia entre nuestra casa en Fuejo, al lado del Alto de la Cabruñana, y la escuela de El Fresno, aunque alguna que otra vez me llevaban mis padres el domingo al mercado de Grado, o íbamos a visitar a mis abuelos maternos a Cermoño o a los tíos de las Casas del Puente o a los de Avilés".

Había de vez en cuando "un elemento de novedad fascinante: la llegada a casa de un ‘probe’, una de aquellas personas trashumantes que iban de pueblo en pueblo con un hatillo, pidiendo alojamiento y comida a cambio de una pequeña colaboración en las tareas del campo. Eran los únicos viajeros de los que yo tenía noticia entonces, y los breves relatos de las vivencias que compartían con nosotros a la hora de la comida o la cena me encantaban. Hasta el punto de que uno de mis juegos favoritos, al que se unía mi hermano pequeño, el Neno, era el de ser ‘probes’. Nos vestíamos con mandilones y chaquetas de nuestros padres, y metíamos toallas en una bolsa, que hacía las veces de hatillo, para preparar una cama de fortuna en el suelo de la cocina tras haber dado unas vueltas alrededor de la mesa así disfrazados, simulando el recorrido".

Desde entonces el deseo de viajar, conocer y aprender ha sido constante: "Cuando he visitado el Salón Sixtino de la Biblioteca Vaticana o el búnker bajo el Patio de la Piña, adonde yo llegaba en bicicleta cuando estudiaba Biblioteconomía. Cuando he visto las cataratas Victoria o las del Niágara o los árboles milenarios en el Sequoia National Park. Cuando he asistido a una representación de ‘Così fan tutte’ en La Scala de Milán o a un concierto de Elton John en Colonia. Cuando mirando alrededor en la Gran Muralla China o en un mercado de tenderetes en Zambia me di cuenta de que era la única persona con cara de no ser de allí. Era consciente de que el embrión de aquellas experiencias se encontraba en los viajes ‘de probes’ con mi hermano".

Aromas de la memoria: "El olor a bebé de mi hermana Natalia, que nació cuando yo tenía 11 años; el del pan dulce recién sacado de la forna de la cocina de leña; el del humo debajo del embutido tierno mientras se curaba; el de la hierba en el pajar en verano; el de las flores de manzanilla que recogíamos en el monte; el del incienso en la iglesia durante las Novenas del Fresno. El sabor de la cocina de mi madre; el del arroz con leche de los días de fiesta que quedaba pegado a la pota y se ‘pañaba’ con una cuchara; los buñuelos de viento y las picatostas de mi abuela Argentina; el rollo de bonito de tía Amalita; la tortilla de patata de Chelo; los borrachinos de Olga".

Avanzamos: "Se crecía en los pueblos con la idea de que quien nacía allí no tenía que destacar, tenía que ser del montón. Cuando empecé Derecho en Oviedo se respiraba un aire completamente diferente. No había diferencia entre hijos de agricultores u obreros e hijos de la burguesía. Construí sólidas amistades que perduran. La formación que me dio en lo académico y en lo personal ha sido el instrumento más importante con el que he contado para abrirme camino y mejorar".

Su primer viaje como estudiante lo hizo con su padre "cuando tenía 17 años. Me acompañó a Oviedo y me enseñó el camino más breve entre la estación de Alsa y la Facultad de Derecho. Tardé días en explorar otras rutas alternativas por miedo a perderme. Los siguientes fueron en quinto, a París, y luego a Atenas y Creta en viaje de fin de carrera. Se vendían papeletas de lotería con recargo para ayudar a cubrir los gastos y se salía de Asturias con la maleta llena de chorizos y latas de conservas que se compartían con los compañeros en la habitación del hotel por la noche. Lo que más me marcó fue la consciencia de lo mucho que me gustaba viajar y conocer lugares y personas".

¿Y qué hacemos con Asturias? "Atraer capital, también humano. Es primordial disponer de una conexión rápida y económica a internet en todo el territorio, tanto como antes lo era un paquete de folios y un bolígrafo Bic. Es fundamental que se inviertan los fondos del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia con inteligencia, visión de futuro y sentido práctico, para usar de la manera más eficiente posible esta gran oportunidad de modernización. Hay fuera un mundo enorme y muy competitivo, y hay que estar preparados para poder relacionarse con él".

Durante una estancia en Inglaterra, en Cranfield, "nos invitaron unos amigos chinos a cenar en su casa, y mientras caminaba por el pasillo vi un mapamundi colgado en la pared. Le dirigí una mirada distraída y cuando ya lo había dejado atrás volví sobre mis pasos porque algo no me cuadró. En el centro estaba Asia, a la izquierda Europa y África, y a la derecha América. Me di cuenta visualmente de lo pequeños y frágiles que parecían España e Italia, considerados individualmente como países en una esquina del mapa, ante colosos asiáticos en una economía cada vez más globalizada. Y de lo decisivo que era para nuestro futuro ser miembros de la UE".

Su mayor obstáculo fue "iniciar una nueva vida y reinventarme en otro país en 1992. Mientras preparaba oposiciones, me casé (mi marido es italiano) y me fui a vivir a Roma con mi título de licenciada en Derecho y el conocimiento de la lengua italiana, así como un entusiasmo desbordante y la convicción de que me abriría camino. Empecé por decidir estudiar no ‘italiano’ sino ‘en italiano’. Hice dos másteres posuniversitarios y el doctorado mientras trabajaba por las tardes en la biblioteca de la Iglesia Nacional Española, en Via Giulia, donde era entonces rector el también asturiano monseñor José Luis González Novalín. A mi regreso a Italia, tras un año de estancia en Inglaterra en 2004, inicié mi trabajo como traductora e intérprete jurado de español en el Tribunal de Roma. Recientemente el gran reto, esta vez como ciudadana italiana, fue ser candidata al Congreso de los Diputados en las elecciones generales en Italia el año pasado. Consciente de que han sido necesarias muchas décadas para construir la Unión Europea que conocemos hoy, la que damos por descontada como si fuese indestructible y de cuyos efectos positivos gozamos sin darnos cuenta cada día, y de que bastarían pocos años de gobiernos soberanistas y antieuropeístas para debilitarla primero y desmantelarla después, decidí aportar mi contribución a esta especie de ‘sextaferia europeísta’". Su campaña electoral, de poco más de tres semanas y 500 euros de presupuesto, tuvo "un número de votos muy superior a nuestras previsiones gracias a la generosidad de mis compañeros afiliados al partido en Colonia y a todos los amigos diseminados por Europa que me han ayudado. El apoyo que he recibido desde Asturias fue conmovedor".

Ha encontrado "a poquísimas personas que tuvieran noción de nuestra región. Queda la asignatura pendiente de darse a conocer mucho más en el extranjero. No se puede amar lo que se desconoce. Es necesario liderar el mayor número posible de proyectos con rigor y seriedad, y hacer valer la gran preparación de los profesionales asturianos. Asturias no es una tierra del montón, sino extraordinaria". Sería útil "crear un ‘brainstorming’ virtual, una especie de buzón de sugerencias de nuestros tiempos, en el que los asturianos que viven fuera de Asturias pudiesen dejar su contribución de ideas".

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