El regreso a la gran pantalla de un cineasta magistral: "A Víctor Erice no le puedes esconder casi nada, todo lo va a ver"

Ana Torrent, José Coronado y Manolo Solo, protagonistas de "Cerrar los ojos", hablan del rodaje con el director y su localización en Asturias

Víctor Erice con Ana Torrent, en un momento del trabajo para la película. | Manolo Pavón

Víctor Erice con Ana Torrent, en un momento del trabajo para la película. | Manolo Pavón / Pablo Álvarez-Hornia

Pablo Álvarez-Hornia

Pablo Álvarez-Hornia

Cincuenta años después de "El espíritu de la colmena", Víctor Erice y Ana Torrent se reúnen en un nuevo largometraje, su primera colaboración desde entonces, a excepción de su participación en la antología de cortometrajes realizada en 2011 sobre el accidente nuclear de Fukushima.

Para Erice supone el primer largometraje en solitario –no han faltado los cortometrajes, videoinstalaciones y correspondencias fílmicas– desde "El sol del membrillo", película de 1992 que ahondaba en el proceso creativo del pintor Antonio López, pero también en los mecanismos del propio cine.

Con "Cerrar los ojos", estrenada en España hace una semana, Erice se acerca más explícitamente a los entresijos del medio para reunir lo clásico con el mundo moderno. Junto a Ana Torrent aparecen José Coronado, que interpreta a un famoso actor de cine desaparecido durante el rodaje de una película, y Manolo Solo, en el papel de director de aquel largometraje inacabado.

Preguntada por los temas de la película, Ana Torrent la describe como "un juego de la identidad, de los nombres, de quiénes somos, del peso del pasado, de la memoria, del cine dentro del cine…"

–Erice lleva años incidiendo en una distinción entre el "audiovisual", en el que engloba televisión, publicidad y nuevos formatos, y lo que llama "cine" en sentido estricto. Con experiencia sobrada (todos) en ambas categorías. ¿En qué medida se siente esta diferencia?

–José Coronado: Sí que hay diferencias entre el cine, como lo concibe Erice, y el audiovisual, concebido como toda esta nueva era, donde entra lo digital y las plataformas, y en la que todo se consume mucho más rápido y hay mucho más efecto, mucho más artificio. Como espectador me coloco en el lado del cine, con ganas de ver eso: cine. Pero como trabajador de este oficio, como actor, me da igual. Mi misión es hacer creíble: es mentir. Tengo una licencia para mentir. Por lo tanto, tengo que hacértelo creer y eso lo voy a hacer igual en cualquier soporte, desde teatro hasta cine, a televisión, a donde sea. Sí hay una diferencia abismal entre cómo se hacía el cine antes y cómo se está haciendo ahora. Sobre todo por cómo se ve, pero también lo que se ve.

–Manolo Solo: Sin ser un nostálgico, tengo un punto romántico del cine como experiencia común en sala oscura. Una experiencia inmersiva, con gente. Pero el tiempo pasa y todo evoluciona. La situación actual es la que es, y dentro de esto me posiciono no tanto en la dialéctica entre cine "antiguo" y plataformas o cine digital. Me posiciono al lado de lo que creo que es la calidad, aunque cada uno piense que la calidad es una cosa. Cada vez me cuesta más conseguir ver lo que yo considero que es calidad en las plataformas… y en el cine no tanto. Pero me considero del lado del producto bien hecho y que a mí me toca.

–J. C: Aparte de la calidad... lo que implica el cine, a diferencia del audiovisual, es que lo ves en una sala oscura, encerrado con 500 personas que vibran al mismo tiempo que tú. Y estás obligatoriamente callado durante esa hora cuarenta. Es muy diferente a verlo en tu casa, en un formato más pequeñito y con un niño corriendo o con un perro saltando por encima. No te puede llegar igual.

–M. S: Me encanta la experiencia de ver cine en sala, pero no abomino ver cine en tu cuarto, cenando, con una película buena, con una serie buena.

–Trabajar en el nuevo largometraje de un director como Erice es entrar a formar parte de una filmografía con una estética muy reconocible. ¿Han sentido una predisposición a intentar encajar en esta imaginería que todos asociamos a su cine?

–M. S: Sí, es muy diferente a otros proyectos. Yo tenía toda la intención de incluirme en esa imaginería. Fue difícil el código que él manejaba, diferente de aquel al que estoy acostumbrado en mi trabajo como actor, en mi relación con los directores. Fue mucho más críptico: de hablar muy poco, de no ensayar nada, de no hablar, de buscar el misterio en el momento, sin saber muy bien… de abandonarte al misterio, como él decía, incluso dejando lo racional a un lado. Es complicado: en el momento no sabes si lo habrá conseguido. Cuando la he visto, he dicho: qué maravilla, lo ha conseguido. Durante el rodaje he estado muy desorientado y, quizás, él buscaba eso.

–J. C: Sí, es que era único, algo tan personal… Por lo menos entendí, para relajarme un poco y no vivir cada día agobiado, que había que hacer un ejercicio de humildad y de amor al oficio. Y entregarte a él, a sus deseos. No a lo que tú piensas que sería bueno para la película, no: ver qué sería bueno para ti, Víctor. Era entender más el guion, hasta hacerme olvidarlo. Me hacía buscar, sacarle alguna pista que me pudiese dar para entregarle lo que quería, porque le iba la vida en ello… a él y también a ti. Todo esto fue como decirme: no te creas que lo sabes todo y que esto hay que acometerlo de esta otra forma porque es necesario.

–M. S: Crees que lo sabes todo como actor, pero estás bastante perdido. Igual el camino es estar perdido.

–Así que no es tanto que se dejen esos detalles en el subtexto, sino que muchas de esas incógnitas para el espectador lo eran también para los actores.

–M. S: Eso es. No nos lo decía.

–J. C: Tiene mucha poesía, mucha magia y sensibilidad.

–Erice ha comentado que el personaje de Manolo Solo incorpora referencias a su propia vida, pero que no debería leerse como su alter ego en pantalla. En el caso de Ana Torrent, ¿ha sentido una mayor vinculación personal con su personaje, o ha evitado tener en mente esa referencia a la hora de interpretarlo?

–Ana Torrent: Cuando Víctor me llama para hacer esta película, una de las cosas que él quiere, que entiendo que busca en mí, es una Ana que él conoce. Una parte de mí que él conoce y que no sé explicar muy bien. No es tanto una parte que yo tuviera que crear para él, sino mostrar una mirada, un lado de mí, una forma muy sincera.

–Ha hablado de esto en el pasado, a raíz de sus inicios en el cine a edad muy temprana: la búsqueda de la pureza de la mirada infantil. ¿Queda algo de esa mirada en este personaje, ya adulto, que solo guarda un recuerdo infantil de su padre desaparecido?

–A.T: Quizá sí que haya algo, porque la mirada infantil es muy honesta, muy de verdad, muy sincera. Cuando no eres actriz, sino una niña que mira… También volver a ese aspecto de la infancia, esa manera de mirar, de sentir, con muy poco artificio. Como cuando conoces un lado de una persona y luego hay un lado más desconocido para los otros. Pero con Víctor, que me conoce más, no era tan difícil entendernos en el rodaje.

–¿Ha tomado alguna referencia de aquella primera película juntos o ha empezado de cero?

–A.T: No, no. Hay conexiones, como claramente ese momento de decir "yo soy Ana", que sí que tiene que ver con Víctor y con la referencia a "El espíritu de la colmena", y así lo hablé con él. Quizás fuera el momento sobre el que más hablamos de lo que quería transmitir. Pero no busca imitar a aquella niña, sino hablar de ese lado sin máscara, sin artificio, que Víctor conoce, que quizá no conoce todo el mundo. A lo mejor para la gente soy esos personajes, pero Víctor los conoce de otra forma. A Víctor no le puedes esconder casi nada con la cámara... todo lo va a ver.

–La película da mucha importancia a los espacios, a la geografía. El rodaje en Asturias, en Granada… ¿Es algo que les haya ayudado a preparar el papel?

–M. S: Las localizaciones me ayudaban muchísimo. Estaban muy pormenorizadamente escogidas, muy minuciosamente elegidas. Eran sitios que él conocía. La casa de mi personaje, un chamizo con una caravana, existía realmente, casi no había que "atrezarlo". Lo primero que hizo en una prueba con él fue enseñarme dónde vivía mi personaje. Eso daba mucha información sobre el personaje. Quizás no hablaba mucho de las condicionantes del personaje, de las motivaciones, del "background" y tal, pero esa información tan concisa es muy valiosa, muy potente.

–J. C: Me ha ayudado sobre todo el mar. El mar, incluso hablar de él, era una de las pocas cosas que conectan a mi personaje con su pasado.

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